En una época de mi vida compaginaba el periodismo religioso con las clases también de religión en institutos públicos como sustituta. En uno de los centros los alumnos escribían Luter con resonancias ginecológicas: "L'úter" ('El útero'). Fue uno de los momentos claves en que entendí de golpe que la falta de conocimiento de las religiones podía crear no solo malentendidos en la convivencia, sino tristes lagunas en la cultura general de los alumnos. Este martes se han cumplido 500 años de la Reforma protestante (31 octubre de 1517) y del momento estelar en que Martin Luther clavó las 95 tesis en Wittenberg. Todo el mundo le dedica muchos actos, sellos, mesas redondas. Incluso existe un click de Playmobil. Es también ahora el momento de reivindicar el papel de mujeres que fueron fundamentales en la Reforma, una Reforma protestante que ha cambiado la historia del cristianismo en muchos aspectos, también en la visibilidad y el acceso a cargos de poder.

Las mujeres de la Reforma más relevantes han sido Katharina von Bora, la mujer de Lutero, pero también Marie Dentière, resilente pionera. A Katharina la llamaban también "doctora Lutero" y además de ser una antigua monja, se dio a conocer como persona muy emprendedora e inquieta. Antes había sido cisterciense, y fue una mujer de reflexión teológica y espiritual potente y una tertuliana envidiable, además de madre y compañera de Lutero en su visión y misión.

Dentière, en Ginebra, se opuso al tradicional papel de la mujer y fue una de las más tozudas en la defensa de que tanto hombres como mujeres podían interpretar la Biblia, meditar sobre ella y reflexionar sin intermediarios. Para leer la Biblia básicamente primero había que saber leer, y el papel de las mujeres tozudas que quisieron tener acceso a ella es también un modelo de lucha de la mujer por la educación, el acceso a la lectura y a la formación.

Ahora en el mundo hay millones de mujeres protestantes que han accedido al mensaje que se desprende del Evangelio sin mediadores

La ruptura, que inicialmente no quería ser una separación, evidenció abusos por parte de la Iglesia que entraban en contradicción con el mensaje que supuestamente tenía depositado, un Evangelio que los protestantes depuraron hasta el punto de liberarlo de uno de los pilares fundamentales para los católicos, el Magisterio. Katharina Zell, por ejemplo, que hoy sería una organizadora que acogería refugiados en un campo, tal como hizo con los desplazados y las víctimas (100.000) a la Guerra de los campesinos de 1524, fue muy activa en favor de las mujeres, de quienes reivindicó sobre todo el rol público y para las que también reclamaba el diaconato. Muchos de sus escritos fueron publicados bajo el nombre del marido.

Argula von Grumbach, noble, es la primera mujer que publicó una carta a favor de la Reforma, lo que le causó problemas familiares y sociales. Bryna Peyrot es una escritora experta en el protestantismo del siglo XVII en Francia, que nos recuerda cómo en 1685 los protestantes se ven obligados a esconderse o a emigrar. Muchas mujeres fueron enviadas a la funesta torre de Constanza a Aigues-Mortes. Marie Durand, por ejemplo, pasó allí 38 años. De sus cartas deducimos su sentido de la libertad, que muchos han visto como una antesala de la resistencia femenina y de la futura revolución francesa. Más tarde, otras mujeres, de Eleanor Roosvelt a la autora de la Biblia de las mujeres, Elizabeth Cady Staton, han propiciado el acceso directo a la Sagrada Escritura. Desde hace cinco siglos, estas mujeres han optado por seguir a Jesucristo en unas estructuras diferentes a las de la Iglesia católica. La paradoja es que a veces tanta libertad no se ve y también nos encontramos hoy con iglesias protestantes donde la presencia, la voz y la dirección de la mujer es escasa. Con todo, Lutero supo poner el dedo en la llaga, el clavo en la puerta y el grito en el cielo. La Reforma fue traumática, y todavía hoy son muchos los católicos dolidos por aquella ruptura. Conozco a católicos iracundos, todavía ahora, con lo que denominan la herejía protestante, con la protestantización de la Iglesia y con la nefasta influencia del luteranismo en nuestra sociedad.

Ahora en el mundo hay millones de mujeres protestantes que han accedido al mensaje que se desprende del Evangelio sin mediadores. La suya ha sido una historia llena de obstáculos, que ha purificado mucho la Iglesia católica, que hasta hace cuatro días llamaba a los protestantes de un modo poco fraterno: "hermanos separados".