El director iraní de cine Abbas Kiarostami (Teherán, 1940) ha muerto esta madrugada de un ataque cardiaco a los 76 años en París, donde recibía un tratamiento para el cáncer gastrointestinal que sufría.

Antes de viajar a Francia, Kiarostami había estado unos cuantos meses hospitalizado en Irán, pero tuvo que trasladarse porque su estado de salud empeoró.

Además de director, y de ser un romántico del cine y un luchador por preservar un estilo fuera de lo que impone el mercado basado en un ritmo lento que contrasta con la inmediatez del mundo actual, también era guionista, editor, director artístico y productor. Y no sólo eso. Más allá del cine, Kiarostami ha sido un gran defensor del arte, de la libertad de expresión y del pueblo iraní y, por eso, también hacía de poeta, fotógrafo, pintor, ilustrador y diseñador gráfico.

Empezó su carrera desde abajo, grabando anuncios por la televisión iraní, dibujando libros infantiles y, más tarde, haciendo cortometrajes, hasta que en los años 60 se sumó a la Nueva Ola Iraní de directores de cine con Masoud Kimiai, Sohrab Shahid Saless, Dariush Mehrjui, Bahram Beyzai, Nasser Taghvai o Parviz Kimiavi. Todos trabajaban en una línea muy similar, con el diálogo poético y la alegoría del guion para afrontar cuestiones políticas y filosóficas.

Con más de 40 películas dirigidas bajo el brazo, el director iraní ganó la Palma de Oro de Cannes en 1997 por su película El sabor de las cerezas.

También es conocido por haber dirigido otras películas como a Través de los olivos, ¿Dónde está la casa de mi amigo?, Close-up o La vida continúa.

Sus historias giraban en torno a la vida y la muerte, como se puede ver sobre todo en la trilogía Koker.

Contra la censura

En Irán es habitual que las autoridades prohíban a los directores de cine trabajar. Por eso, Kiarostami fue listo y decidió residir en su país, pero trabajar desde París.

Las limitaciones no eran ningún límite para él –valga la redundancia– y llegó a presentarse en festivales tan conocidos como el de Cannes y Venecia, donde ganó el Gran Premio del Jurado de la Muestra por El viento nos llevará (1999) o el Seminci de Valladolid, donde consiguió la Palma de Oro por A través de los olivos (1994) y por Copia certificada (2010).

Solía decir que "las limitaciones no son agradables, pero lo más importante es qué hacemos con este descontento. ¿Dejamos de trabajar o buscamos soluciones para continuar el camino como artistas y poder conseguir éxitos?".

Ahora bien. No se escapó de que le prohibieran algunas películas como, por ejemplo, Copia certificada bajo el argumento de que la vestimenta de la protagonista no era la adecuada por la moral islámica.

Fiel a sus trabajos, hace pocos años dijo en Barcelona que "el cine es básicamente una industria que de vez en cuando produce una obra de arte".

Su última película fue Like someone in love (2012), una producción realizada en Japón. Siempre decía que "trabajar en otra lengua es una experiencia que demuestra que habitualmente nos ponemos más barreras de las que existen, pero somos muy parecidos: el material común es una geografía universal y todos somos seres humanos".