Breitbart News es la web que más ha hecho por la candidatura de Donald Trump a la presidencia. Su consejero-delegado, Stephen Bannon, es ahora el jefe de estrategia del presidente electo. Breitbart defiende sin cortarse posiciones ultraconservadoras y antiestablishment, bordeando la xenofobia y el racismo por dentro y por fuera. En enero de 2017, Breitbart abrirá ediciones en Francia y Alemania, como hizo en el Reino Unido en febrero de 2014 o en Israel en noviembre de 2015.

Breitbart es la web de referencia de millones de norteamericanos que sienten asco o se ven desplazados por la cultura progre, la corrección política y la globalización. Andrew Breitbart la fundó en 2007 al advertir que esta gente no tenía cabecera de referencia e incluso consideraban que los medios conservadores no lo eran bastante o que les faltaba combatividad.

Antes de las presidenciales de noviembre de 2016, tenía 45 millones de usuarios únicos mensuales (The New York Times tiene 70 millones y The Huffington Post, 110). Nada mal para una web alternativa, sobre todo si se considera que su redacción no llega al centenar de personas contra las 1.300 del Times.

'Infectar' un partido

¿Podría arraigar Breitbart en España? "Su modelo, en realidad, consiste en infectar un movimiento político" de oposición ya establecido, explica a El Nacional Angelo Carusone, presidente del think thank progresista Media Matters. "Ese movimiento existía en el Reino Unido: el UKIP [el partido xenófobo y antieuropeo de Nigel Farage]".

En Francia y Alemania también tiene dónde ampararse: el Frente Nacional (FN) de Marine Le Pen y Alternativa por Alemania (AfD), de Frauke Petry.

El primer paso es identificar en el país donde quieren establecerse algún partido de oposición de su línea y buscar los sentimientos que lo impulsan: contra los inmigrantes, el feminismo, la globalización, otra raza..., explica Carusone. Breitbart "genera animosidad" contra estos grupos "publicando contenido más o menos en línea con el partido" al que se acerca. Los representantes del partido "hablan de ellos cuando salen en las teles, radios o diarios y eso otorga a Breitbart legitimidad añadida entre la comunidad en la que quieren crecer y dentro del partido escogido. Son especialistas en construir esta dinámica", concluye.

En el caso del UKIP, la simbiosis con Breitbart London era tan intensa que el subdirector de la web, Raheem Kassam, dejó la publicación para dirigir el gabinete de Nigel Farage, el líder del partido. Pasadas las elecciones y fracasado en el intento de presidir el UKIP, Kassam regresó a la publicación como director. Breitbart se convirtió en uno de los motores de la campaña del Brexit y el UKIP reforzaba su papel de referencia entre sus simpatizantes.

Eso pretenden en Francia y Alemania. ¿Podrían hacerlo en España? La clave es si hay algún partido huérfano o comunidades extremistas activas que necesiten un catalizador que las unifique. En Alemania y Francia, los dos partidos de referencia, FN y AfD, tienen representación política consistente y las encuestas les dan perspectivas de crecer.

Respecto a las comunidades activas, un indicador interesante es la potencia de esos partidos en redes sociales. Jakub Goda ha comparado los partidos por el número de likes en Facebook en un día y los resultados que las últimas encuestas les dan:

Columna derecha: encuestas electorales. Izquierda: likes en Facebook.

Goda concluye que los partidos populistas anti-establishment de derecha, "con el combustible de las mentiras, la propaganda y el odio difundidos viralmente" tienen en Facebook una repercusión desproporcionada respecto a la intención de voto que les otorgan las encuestas. Otro tanto ocurre en otros países (Hungría, Finlandia) y también allí donde el populismo cae más a la izquierda, como en Italia.

Este es el territorio perfecto para Breitbart. No sólo porque los activistas son sus mejores usuarios sino también porque la lectura que más buscan son los comentarios de otros usuarios, la parte seguramente más tóxica de sus contenidos.

Su modelo de negocio es poco claro. Jurídicamente son una empresa, no una ONG o una fundación. No promueven donaciones, aunque su impulso original proviene de una: los 10 millones de dólares como mínimo que les regaló el multimillonario norteamericano Robert Mercer.

La publicidad es escasa y hay un puñado de compañías que han decidido no anunciarse en Breitbart: Kellogg (alimentos), Allstate (seguros), Warby Parker (gafas), Earthlink y Sofi (internet) o BMW. Otros, como Nissan, han decidido quedarse, quizás por miedo a que les monten una campaña en contra como le ha pasado a Kellogg.

Un negocio oscuro

Breitbart no hace públicas sus cuentas. También evita pedir o solicitar ayudas o credenciales que le exigirían hacer pública esta información. "Ellos de todo eso ni hablan. Lo que me parece claro es que no tienen bastantes ingresos para sostener sus operaciones. Tienen que tener alguna otra fuente de financiación", sospecha Carusone, para quién "todo eso no es lo que más les preocupa, en el sentido de que están más interesados al hacer avanzar su ideología y su agenda política" que en el negocio.

"Mienten, engañan, intimidan, asedian, intentan suprimir o eliminar las actividades de quienes se les oponen. No diría que son un medio informativo sino más bien el nexo organizativo de una comunidad. Parecen una web informativa pero son una herramienta organizativa. De aquí proviene su poder político", explica Carusone.

En este sentido, tienen el campo abierto. En Francia, publicaciones conservadoras como Valeurs Actuelles ganan popularidad a remolque de Marine Le Pen, pero les falla la presencia activa y profesional en internet, explica Paul Ackermann, el director de Le Huffington Post. François Godard, un analista, comenta que el público más populista no tiene medio de referencia y hace una observación aguda: los comentarios en las webs de los diarios Le Monde o Le Figaro "están más en sintonía con el punto de vista de Breitbart que con los contenidos de esos diarios".

En Alemania ocurre algo parecido. Aunque, como recuerda The Economist, es complicado promover un medio de derecha dura a causa del pasado nazi y las leyes sobre el discurso del odio y el antisemitismo, la promesa es grande. En Gran Bretaña, la audiencia de Breitbart ha crecido un 135% año tras año, hasta los quince millones de visitas mensuales de julio. ¿Por què no puede ocurrir eso mismo en otros países?