Anna Gómez Bach es arqueóloga. Es profesora en el departamento de Prehistoria de la Universitat Autònoma de Barcelona. Sus investigaciones han girado principalmente entorno al Neolítico en diversas zonas: en el nordeste de la Península, Siria, Turquía e Iraq. Junto con Miquel Molist ha sido comisaria de la exposición Primeros campesinos BCN, una espectacular muestra que ha recibido a 23.000 visitantes en los cuatro meses que lleva funcionando y que ante las peticiones de los visitantes, probablemente se prorrogue hasta febrero.

 

¿Cómo es que Barcelona acaba de descubrir ahora el Neolítico?
Se sabían muchas cosas de la Barcelona romana, porque era fácil ver sus ruinas. Pero no se conocía el Neolítico porque no había material arqueológico a la vista. Y como no se veía, era muy difícil de imaginar. Esto empezó a cambiar hace un cuarto de siglo. La excavación urbana más importante fue la de 1990, en el cuartel de la calle Sant Pau, que permitió documentar muchas cosas: la necrópolis, los hogares... Y llegó en un buen momento, cuando la arqueología se profesionalizaba. Y eso permitió hacer estudios serios y muy potentes. En los últimos años se han hecho excavaciones de forma sistemática, con un protocolo muy estricto, y eso ha permitido acumular un volumen de información ingente. Hemos pasado de no saber nada del Neolítico barcelonés a tener uno de los conjuntos con más restos humanos de toda la Península.

¿Por qué no se habían encontrado yacimientos neolíticos antes?
Los yacimientos neolíticos suelen estar a mucha profundidad, a 5 metros por debajo del nivel actual. Por eso, si no hay una obra muy especial que necesite cimientos muy profundos, es difícil encontrar restos neolíticos. Sospechamos que tiene que haber muchos más yacimientos a algunas zonas: en el Raval, en la zona del Monte Taber (cerca de la plaza Sant Jaume)... Ahora bien, nos han salido restos inesperados, como los de la Sagrera. Allí, al hacer las obras del AVE, se encontró un gran hipogeo del 5.000 aC, donde había un gran número de individuos enterrados juntos, quizás como consecuencia de una epidemia.

¿Cuál era el objetivo de organizar la exposición Primeros campesinos BCN?
Los arqueólogos han trabajado mucho en los últimos años sobre el Neolítico, pero han hecho trabajos académicos, muy fragmentarios. No había un trabajo de síntesis. Con esta exposición se presenta una compilación de todo aquello que hemos aprendido sobre los hombres del Neolítico en los últimos 25 años. Pero, además, con esta acción se ha restaurado un conjunto de materiales que si no fuera por una exposición de estas características, no se habría restaurado.

¿Quiénes fueron los primeros campesinos de Barcelona?
Eran unos hombres que se integraban en pequeñas comunidades dispersas por el territorio: usaban el fuego para ganar espacios forestales para dedicarlos al cultivo o al pasto. Cultivaban trigo, cebada, lentejas y guisantes, y tenían rebaños de bueyes, de ovejas y cabras. Practicaban la agricultura, pero circulaban por el territorio: no pasaban mucho tiempo en un mismo lugar. No se alejaban del mar, se instalaban cerca de las lagunas y de la playa, porque usaban muchos recursos marinos: hemos encontrado en sus yacimientos conchas y dientes de dorada, y hemos localizado piezas que creemos que usaban como pesos para las redes de pesca. Sabemos que estos "primeros barceloneses" estaban conectados con otros pueblos del Mediterráneo, porque compartían tecnologías con ellos, como la cerámica.

¿Cuál es el primer individuo de que tenemos noticia?
Los restos humanos más antiguos se han encontrado en la plaza Vila de Madrid y se corresponden a una mujer que murió hace 7.500 años. No se descarta que pueda haber restos más antiguos. Pero sabemos que a partir del 5.500 aC el hombre no ha dejado esta zona. Barcelona siempre ha estado habitada.

En el cartel de la exposición figura el rostro de un humano del Neolítico. ¿Cómo sabéis cómo era esta mujer?
Se trata de unos restos encontrados en el cuartel de Sant Pau, de unos 7.000 años de antigüedad. Escogimos algunos de los restos que estaban en mejor estado. Le hicimos un TAC, y con las medidas obtenidas un médico especialista consiguió hacer una reconstrucción de su cabeza. No podemos saber cómo llevaba el pelo, pero la forma del rostro era muy similar a esta.

¿Cómo eran estos hombres del Neolítico?
Tenían una altura sólo un poco inferior a la nuestra. Por los restos físicos que hemos encontrado, sabemos que realizaban mucha actividad física. Su media de edad llegaba a los 45 años, aunque había mucha mortalidad infantil. A diferencia de los hombres del Paleolítico, que tenían unos dientes fantásticos, los hombres del Neolítico tenían muchos problemas de boca: a muchos les faltaban dientes, tenían caries... El consumo de cereales provocó un empeoramiento de la salud dental. También sufrían de artritis, de tumores...

¿Sabemos alguna cosa de sus prácticas médicas?
Sabemos que a algunas personas les practicaban trepanaciones. Les agujereaban el cráneo con un punzón y les operaban el cerebro. Tenían técnicas bastante adelantadas, porque hay gente a la que se le practicó hasta tres trepanaciones y sobrevivió. Pero no estamos seguros de si lo hacían con finalidades médicas o con objetivos puramente rituales. Por otra parte, creemos que cuidaban de individuos que tenían problemas graves de salud y que en principio no podrían haber sobrevivido por sí mismos.

¿Qué técnicas usáis los arqueólogos para analizar los restos del pasado?
La disciplina arqueológica avanza muy rápido. Va a remolque de la química, de la biología y de otras ciencias, pero progresa mucho. En estos momentos recibe una influencia muy fuerte de la genética. Gracias a los estudios genéticos hemos podido constatar que, desde el Paleolítico, la especie humana se ha movido mucho. Parece que es una constante entre los humanos. No sabemos exactamente el por qué, pero los humanos se mueven, de un lado a otro.

Además de los análisis genéticos, ¿qué otras técnicas usáis?
También se usan tecnologías científicas para reconstruir como eran los paisajes del pasado: se ha conseguido definir la antigua línea de costa de Barcelona, que era distinta de la actual. Y mediante la química podemos reconstruir la dieta del Neolítico a través de los restos adheridos a los recipientes. Se puede saber si aquellos hombres bebían leche a través de las grasas presentes en las cerámicas. A través del análisis de los isótopos presentes en los esqueletos humanos hemos verificado que consumían cantidades importantes de pescado. 

¿Qué es lo que más te gustaría saber de los hombres del Neolítico que no has conseguido averiguar?
Me gustaría entender sus estrategias. Cuando se estaban moviendo hacia algún lado, o cuando construían una casa, ¿cómo decidían? ¿Qué concepto del grupo tenían? ¿Cómo tomaban decisiones pensando en el futuro? ¿Cómo se articulaban sus relaciones sociales y económicas? Nos quedan muchas cosas por saber sobre ellos.