Como no podía ser de otra forma, los orígenes de la Denominación de Origen (DO) Tarragona se remontan a la Antigua Roma, cuando los vinos producidos en esta zona costera ya eran considerados unos de los más “privilegiados” de todo el imperio del César. Desde hace siglos los frutos de las viñas de Tarragona han surcado los mares dentro de ánforas que llegaban a los puntos más recónditos del Mediterráneo, convirtiendo a los romanos en los primeros embajadores de lo que hoy es esta DO.
Autores latinos del siglo I ya alababan las virtudes de los vinos producidos en los campos cálidos y soleados de Tarragona
Autores latinos del siglo I, como Silio Itálico, Marcial o Plinio el Joven ya alababan las virtudes de los vinos producidos en los campos cálidos y soleados de Tarragona, una tradición vitivinícola de vocación internacional que ha llegado hasta nuestros días con una salud de hierro. En la actualidad, la zona de producción de esta DO se extiende por las comarcas del Alt y el Baix Camp, el Tarragonès y la Ribera d’Ebre.
Puro Mediterráneo
Al igual que en otras zonas vitivinícolas de la demarcación, la DO Tarragona ofrece un clima soleado, cálido y seco típicamente mediterráneo en el que los viñedos protagonizan el paisaje junto los pinos, los olivos y los almendros en una zona cuya temperatura media son 15 grados. Estos elementos hacen nacer en la comarca unos vinos de graduación moderada y acidez poco marcada.
Otro de los factores que define los vinos producidos en Tarragona es la presencia del Ebro, uno de los ríos más caudalosos que cruzan la península y que le da a esta tierra un carácter especial al unir el interior con la costa mediterránea. Estos y otros elementos relacionados con el equilibrio entre innovación y tradición facilitan que de los viñedos de la DO nazcan excelentes vinos, tanto tinos como blancos.
Por un lado encontramos los oscuros tintos del Camp de Tarragona, corpulentos y aromáticos, mientras que sus hermanos de la Ribera d’Ebre armonizan el cuerpo y el color de la uva cariñena con la riqueza de la garnacha. A su vez, los blancos del Camp suelen ser suaves, equilibrados, aromáticos y afrutados, ofreciendo a quienes los prueban una experiencia completa, por su parte, los de la Ribera d’Ebre exhiben similares características acompañadas de un color brillante y seductor. Finalmente, cabe destacar la presencia de vinos rosados, frescos y alegres, y vinos espumosos o dulces, como la mistela o el moscatel.
En el siglo XIX los vinos dulces de la DO causaban furor en los mercados extranjeros
Cabe recordar que en el siglo XIX los vinos dulces de la DO causaban un enorme furor en los mercados extranjeros. Dicho prestigio, unido al saber hacer de los viticultores de esta DO, ha sido reconocido y premiado por un gran número de publicaciones, entre las que destaca la valoración de la prestigiosa Guía Peñín, que en su edición de 2018 ha calificado 11 vinos de esta zona como “Excelentes” al recibir puntuaciones superiores a 90 puntos (de los 100 posibles).
Una DO con gran potencial turístico
Además de destacar por la calidad de sus vinos, la DO Tarragona también brilla como atractivo turístico con sus visitas a bodegas y recorridos enológicos aptos tanto para especialistas como para recién llegados al mundo del vino que quieran conocer todos los secretos que aguardan las centenarias viñas que crecen muy cerca de ciudades turísticas y de clima privilegiado como Reus, Tarragona o Salou y que combinan atractivos monumentales como la Tarraco romana o las bodegas modernistas con regalos de la naturaleza como la cordillera prelitoral o la ribera del Ebro.
Con la colaboración de la Generalitat de Catalunya
