Los precios pagados por los consumidores multiplican los precios percibidos por los agricultores. Según los datos que calcula la COAG regularmente, en febrero, por ejemplo, el precio del limón se habría multiplicado por diez, y el de la lechuga por seis. La conclusión rápida a la que se puede llegar es que alguien está robando a los dos extremos de la cadena, a los agricultores y a los consumidores.

El problema es que, frente a argumentos simples e incluso simplistas, explicar las cosas lleva cierto tiempo. Espero que los lectores de esta crónica tengan la paciencia de llegar hasta el final, y prometo que lo voy a hacer lo más corto posible.

Una cadena de “escorpiones”

Hay que empezar por recordar el cuento del escorpión que se ahoga al cruzar el río picando a la rana que le estaba ayudando, porque le puede su naturaleza aunque le lleve a la muerte. Pues la cadena alimentaria está llena de escorpiones que van a lo suyo.

La gran mayoría de los consumidores corresponden a un escorpión que quiere comprar bueno, bonito y barato. La subida de la cuota de mercado de las marcas del distribuidor en detrimento de las marcas del fabricante es buena muestra de ello.

Los distribuidores son otro escorpión. Quieren comprar barato y vender lo más caro posible, aunque la competencia feroz que existe entre ellos por las cuotas de mercado limita su capacidad por hacerlo. Es un negocio de volúmenes y de rotación.

La industria alimentaria, eslabón indispensable para la comercialización de muchos productos agrarios, es otro escorpión, intentando también comprar barato y vender lo más caro posible, aunque se están confrontando al potente muro de la distribución.

Los agricultores, intentando vender lo más caro posible, son también escorpiones, pero en regla general, los más pequeños y los que más sufren del desequilibrio del poder negociador dentro de la cadena.

¡Que fácil sería encontrar al ladrón abusador para arreglar el tema! Y que complicado es avanzar en lo concreto para conseguir primero una cadena creadora de valor y luego un reparto equilibrado de este valor entre sus actores! ¡No es sencillo conseguir que los escorpiones colaboren entre ellos, aunque este sea el interés real de todos y cada uno de ellos!

Esta es la gran labor de las autoridades políticas, nacional y comunitarias primero, pero también internacionales, porque existen instituciones internacionales como la Organización Mundial del Comercio (OMC) o la Organización Mundial del Trabajo (OIT).

A nivel nacional, estamos hablando de la ley de la cadena alimentaria. Ya hay propuestas interesantes sobre la mesa, como el reforzar a la Agencia de Información de la Cadena Alimentaria (AICA) tanto en su rango administrativo como en sus medios humanos, materiales y sancionadores. Me da mucho miedo cuando los políticos están bajo presión y aparecen las “falsas buenas ideas” sencillas que lo solucionan todo. Me parece más útil evaluar con rigor y participativamente su funcionamiento y luego, pero solo luego, ofrecer propuestas de mejora. Estamos hablando de intervenir en las relaciones comerciales entre operadores privados. La prudencia, el darse prisa lentamente, me parece útil para mejorar las cosas.

A nivel europeo, tenemos la Directiva del 2019 sobre las prácticas comerciales desleales en las relaciones entre empresas en la cadena de suministro agrícola y alimentario. En marzo de 2022, la Comisión Europea propuso actualizar la normativa europea sobre derechos de los consumidores y prácticas comerciales desleales, en concreto, la Directiva del 2011 sobre los derechos de los consumidores y la Directiva del 2005 relativa a las prácticas comerciales desleales de las empresas en sus relaciones con los consumidores en el mercado interior.

A nivel internacional, el tema que está encima de la mesa es el de las “cláusulas espejo”. No lo vamos a desarrollar aquí, pero podemos remitir al lector interesado a mi última “Píldora de la PAC" específica sobre el tema.