De repente, la farmacéutica danesa conocida por fabricar y vender el Ozempic, el popular medicamento para perder peso, ha visto que podía eliminar 9.000 puestos de trabajo, un 11% de su plantilla, y continuar operando como hasta ahora. La nota a pie de página aclara que el recorte le permitirá ahorrar 1,3 billones de dólares al año. La compañía ha justificado la decisión por la necesidad de racionalizar las operaciones gracias a una estructura organizativa simplificada y a ser más ágil en la toma de decisiones en un mercado cada vez más competitivo y centrado en el cliente. Un argumentario de manual.

El mercado de los medicamentos para perder peso está dominado por dos farmacéuticas, Novo Nordisk y Eli Lilly, que también deben competir con una especie de genéricos. La industria tiene dos retos: cómo pasar de la jeringa a la píldora y cómo llegar al consumidor directamente. La competencia es tan feroz que cualquier progreso de una de las empresas dispara su cotización bursátil y hunde la de la compañía rival.

La medida se ha tomado después del anuncio de unos resultados decepcionantes para el conjunto del año en crecimiento de las ventas y en beneficios. La cotización bursátil de la empresa se desplomó un 50% y el consejero delegado dimitió.

Una primera reflexión es obvia: o esos 9.000 trabajadores no hacían nada o realizaban tareas irrelevantes, o la afirmación de que la empresa podrá seguir operando como hasta ahora no es cierta. Recortar la plantilla para ahorrar es la receta fácil cuando se pierden dinero o cuando no se ganan los beneficios que los analistas creen que la empresa debería obtener. La otra receta, más complicada, es mantener la plantilla y crear nuevas fuentes de ingresos.

El principal detonante de las reducciones de plantilla es la impaciencia de los directivos ante la presión de los inversores tras los resultados

Hay otras cuestiones que empujan a las empresas a eliminar puestos de trabajo. Con el paso de los años, las compañías acumulan recursos que no necesitan. De vez en cuando, las empresas que sufren esta enfermedad tienen que eliminar grasa. Además del exceso de recursos, a menudo ocurre que la plantilla va envejeciendo y, por tanto, hay que rejuvenecerla.

Pero el principal detonante de las reducciones de plantilla es la impaciencia de los directivos ante la presión de los inversores tras la publicación de los informes trimestrales. Si la empresa anticipa unos resultados peores que las previsiones de los analistas, la dirección, que no tiene margen de maniobra para generar ingresos adicionales con la misma plantilla, opta invariablemente por anunciar recortes que disminuyan los costes. Pero la cuestión de fondo es cómo se formulan las previsiones de resultados por parte de los analistas; es decir, en qué medida los analistas elevan el listón que la empresa debe superar a partir de unas expectativas poco realistas.

La presión de los inversores a raíz de informes trimestrales que dan malas noticias tiene a menudo un efecto disfuncional en la gestión empresarial. Nos empuja a centrarnos en el corto plazo y nos obliga a tomar decisiones que quizá no son irreversibles, pero que pueden perjudicar la competitividad de la empresa a largo plazo. Sin que sirva de precedente, diré que por una vez estoy de acuerdo con el presidente Trump, que estos días ha manifestado que habría que pasar de los informes trimestrales a los informes semestrales; para reducir el trabajo que tienen las empresas, para evitar que se tomen decisiones precipitadas y para permitir a los directivos centrarse en la gestión.

Este fenómeno de recortes para aumentar la productividad y, por tanto, la rentabilidad de la empresa, va asociado a menudo a un círculo vicioso: las empresas despiden trabajadores hoy, tras las malas noticias, y vuelven a contratar trabajadores al cabo de poco tiempo, cuando el ambiente enrarecido se ha disipado. ¡En algunos casos, vuelven a contratar a los mismos trabajadores! La prueba de esta irracionalidad es que Novo Nordisk anunció hace menos de un año planes de expansión de la plantilla y de las instalaciones productivas.

Para matizar lo que decíamos al principio, 9.000 empleados, 5.000 en Dinamarca, irán a la calle porque la empresa ha anunciado que durante el segundo semestre del año el crecimiento de las ventas se ralentizará. La realidad es que durante el primer semestre las ventas han aumentado un 18% y el beneficio operativo un 29%. La venda antes que la herida.