Vivimos una etapa de nuestras vidas donde la tecnología ocupa el centro de nuestras relaciones: nuestros días son cada vez más digitales en la forma en que compramos, solicitamos un empleo o realizamos transacciones financieras. Coexistimos en una sociedad donde exigimos constantemente tres cosas: inmediatez, alta calidad y personalización.

Las fintech han revolucionado el mundo bancario, y esta transformación junto con nuevas necesidades, han permitido la aparición de una nueva clase de competidores para la banca tradicional: los neo banks y challenger banks, entidades exclusivamente digitales que operan en línea sin sucursales físicas y que se espera que en los próximos años crezcan de forma astronómica. En España son ya conocidos challenger banks como Revolut o N26, o neo banks como Bnext, Wise, Rebellion Pay, Vivid Money, Qonto o Monese.

Y es que siempre hay espacio para nuevos modelos de negocio si se consigue un segmento específico de mercado y se es capaz de diferenciarse de la competencia. Este nuevo tipo de intermediarios financieros buscan su segmento en un mercado cada vez más digital, con un perfil de cliente altamente tecnológico. Y su diferenciación la encuentran en ofrecer productos a precios más competitivos, con mejores tipos de interés de depósitos y mejores condiciones en el mantenimiento de una cuenta bancaria. Tanto neo banks como challenger banks ofrecen servicios más competitivos que la banca tradicional, proporcionando un catálogo de productos moderno y siguiendo una política de tarifas low cost, tan de moda en épocas de crisis. Gracias a su modelo de negocio 100% online, pueden ofrecer pagos internacionales y transferencias monetarias a tarifas muy bajas, difícil de competir para la banca tradicional.

Su principal ventaja se basa en ser organizaciones jóvenes, ágiles y de dimensión más pequeña, lo que permite incorporar rápidamente cambios tecnológicos. Y es que a veces, ser pequeño también tiene sus ventajas en el mercado. Su objetivo es ganarse la confianza mediante un mejor servicio al cliente, ser intensivos en tecnología y captar clientes por recomendación.

Y es que estas nuevas entidades tienen aquello que tanto gusta a las nuevas generaciones digitales: pueden ofrecer servicios digitales las 24 horas del día, todos los días de la semana. Los queridos “24/7”, que encajan a la perfección con el estilo de vida de los millenials y que, además, son servicios que la banca tradicional no puede ofrecer por el diseño actual en su modelo de negocio.

La banca convencional se ve amenazado por un modelo de negocio demasiado enfocado a los productos financieros en lugar de las necesidades de sus clientes

No obstante, hay que tener claro que challenger banks y neo banks no son exactamente lo mismo y algunos de ellos, a pesar de su confuso nombre, no son “bancos” en el sentido estricto de la palabra. Hay pues, que prestar atención a sus características. Los challenger banks, a diferencia de los neo banks, cuentan con una licencia bancaria y como tal, están cubiertos por los fondos de garantía de depósitos (FGD) de sus respectivos países y sometidos a la misma regulación que un banco tradicional.

Sin embargo, los neo banks, aunque parezcan bancos, en realidad no cuentan con una licencia bancaria y operan normalmente como entidades de dinero electrónico (EDE) con su debida autorización, que les permite ofrecer medios de pago como son las tarjetas, y emitir dinero digital para realizar operaciones de pago con terceros. No obstante, podemos encontrar también compañías que carecen tanto de licencia bancaria como de EDE, e igualmente ofrecen operaciones bancarias a través de ellas. Esto es posible gracias a las alianzas comerciales que establecen con otras entidades o bancos que sí cuentan con licencia.

Además, estas startups tienen todavía que demostrar su rentabilidad, puesto que la mayoría de los casi trescientos neo banks del mundo no fueron capaces de obtener beneficios. Resultado preocupante donde se espera que después de cierta regulación, sólo sobrevivan los más fuertes.

Y a pesar de que aún les queda muchos aspectos legales que superar y mucho camino que recorrer, quizás en los próximos años podamos ver cómo el sector bancario se transforma completamente. Lo que sí parece claro es que el futuro de la banca convencional se ve amenazado por un modelo de negocio demasiado enfocado a los productos financieros en lugar de las necesidades de sus clientes. A ello se suman dos factores clave: la seguridad y la tecnología. La mezcla de estas variables puede resultar un modelo de entidades financieras lejos de lo que entendemos hoy en día por ello. A medida que las innovaciones tecnológicas sigan irrumpiendo en el mundo digital, este nuevo modelo de intermediario financiero podría desplazar algún día a los bancos tradicionales y convertirse en el futuro de la banca.