Esta semana tuve el honor de impartir la conferencia de apertura del 26º Congreso AECOC de Ferretería y Bricolaje, un sector esencial de nuestro sistema económico. Durante la misma, introduje dos bellos animales que han sido utilizados por la física y la economía, respectivamente. Me refiero a la mariposa y el cisne. La primera la empleó, entre otros científicos, Antoon Lorentz, para ilustrar la teoría del caos. El batir de alas de una mariposa podría crear una ligerísima perturbación en el aire que, en otro universo, sin dicha mariposa, bien pudiera resultar en un efecto final sobre la atmósfera distinto. En uno de los universos, ese pequeño desequilibrio produciría otro mayor y, así, sucesivamente, desembocando en un vendaval. En el universo donde no hubo batir de alas, el clima siguió plácido. En resumen, pequeños eventos sin importancia pueden derivar en grandes consecuencias.

Por otro lado, tenemos al cisne, que fue utilizado como parábola por Nassim Taleb en su laureado ensayo El cisne negro: el impacto de lo altamente improbable. El ensayista libanés describe un suceso inesperado de gran impacto socioeconómico y que, una vez pasado el hecho, se racionaliza por retrospección (pasando a parecernos predecible o explicable, y dando impresión de que se esperaba que ocurriera). Sin embargo, no es así. Los cisnes suelen ser blancos. Los cisnes negros son pocos, inesperados, pero de elevado impacto.

La mariposa y el cisne maridan bien para describir la situación socioeconómica actual. Cuando me preguntan cómo pienso que puede evolucionar la economía, la verdad es que recurro a los dos animales. Porque la verdad que, por lo menos en España, a excepción de costes de materias primas e inflación (nos falta por recorrer la última milla), la mayoría de indicadores macroeconómicos están bien. Cierto es que los contratos fijos discontinuos maquillan en cierta manera el empleo, pero no podemos negar que hay más afiliados que nunca y que en sectores como la construcción, hostelería o turismo cuesta encontrar personal.

Ahora bien, llevamos unos años en que lo que ha desestabilizado o afectado a la economía no han sido las decisiones macroeconómicas de los primeros ministros o presidentes de turno de los países occidentales, incluido España. Han sido los aleteos de mariposa, convertidos en cisnes negros: la pandemia de la covid-19, la crisis de la cadena de suministros, la guerra de Ucrania, la crisis de materias primas, la inflación…

Y eso nos lleva al tercer animal, no tan delicado y refinado como la mariposa y el cisne, pero tan elegante y magnífico como ellos: el elefante. Pero no un elefante cualquiera, sino el elefante en la habitación.

Como se sabe, el elefante en la habitación es aquello que todo el mundo sabe que está, pero nadie reconoce su presencia abiertamente porque puede estropearlo todo.

Y el elefante apareció durante mi intervención en AECOC durante el turno de preguntas y respuestas, a tenor de que en mi introducción, hice un pequeño comentario para ver si los asistentes le daban al elefante la importancia que había que darle. Cuando hay un elefante en una habitación no se puede mirar hacia otro lado, y los directivos presentes, con valentía y determinación, me pidieron que hablase del elefante.

El elefante Trump dejará de apoyar a Ucrania, lo que situará a la UE al borde del abismo económico, y tomará decisiones contundentes en comercio para proteger su industria

El elefante en la habitación se llama Donald. Tiene nombre de pato, que sería el cuarto animal, pero no es un palmípedo. Es un elefante y su apellido es Trump. En efecto, Donald Trump es el elefante en la habitación del gran edificio que es la Unión Europea. La pregunta fue: ¿cómo afectará a Europa si gana Trump las próximas elecciones a la presidencia norteamericana?

Actuará muy deprisa, porque ya aprendió en su primera legislatura que lo que no haga los primeros seis meses, después se pone mucho más cuesta arriba. Y actuará en tres frentes: (1) dejará de apoyar a Ucrania tanto económica como militarmente, lo que situará a la UE al borde del abismo económico. O Europa dobla su presupuesto militar, afectando a la demanda interna por la parte del sector público, o trata de firmar la paz con Rusia. Si lo segundo no llega, podemos asistir a un gran frenazo económico. Y no quiero ni pensar el impacto si Trump realmente lleva a término su idea de salir de la OTAN.

En segundo lugar (2), Trump tomará decisiones contundentes en materia de comercio internacional para proteger y dinamizar su industria, especialmente la automovilística. Pero no será la única. Las exportaciones europeas se resentirán y la presión de los excedentes asiáticos nos presionará, afectando a la actividad industrial doméstica.  En tercer lugar (3), China. Ahí lo tiene más difícil porque todavía el gigante rojo atesora mucha deuda estadounidense. Pero, sin duda, la tensión geopolítica se disparará con consecuencias imprevisibles.

Todo eso, de suceder, pasará en 2025. Así que, si ninguna otra mariposa bate sus alas y nos trae otro cisne negro, el 2024 debería ser un buen año para la economía española.