La semana que comienza volverá a ser corta en la mayor parte de los mercados desarrollados, salvo las plazas de Nueva York que abrirán este lunes, tras la festividad de Semana Santa. Resulta curioso que los analistas tras sesudas explicaciones sobre la lectura de los datos económicos que se conocerán durante la semana acaben poniendo la coletilla de que abril es tradicionalmente un mes alcista en las Bolsas, solo superado históricamente por Julio. Un recurso a la tradición que da buena muestra del despiste reinante.

Y es que seguimos inmersos en medio del rompecabezas monetario. Cifras de desaceleración económica que animan a los inversores por cuanto se alejan las subidas de tipos de interés, mientras las inflaciones siguen altas y, especialmente la subyacente (no recoge alimentos frescos y energía) que lejos de corregirse registra nuevas subidas. El miércoles se conocerá el principal dato de la semana: la inflación de Estados Unidos del mes de marzo. Los pronósticos del consenso de analistas apuntan a una caída desde el 6% de febrero hasta el 5,2% en la general, en gran parte por el efecto espejo (las tensiones en los precios se tensionaron sobremanera en marzo del pasado año con la invasión de Ucrania por parte de Rusia). Sin embargo, estos mismos pronósticos apuntan a un alza de una décima en la inflación subyacente que se situaría en el 5,6%, frente al registro de febrero.

Y seguimos entre esas dos fuerzas de aterrizaje más brusco de las economías y de una inflación a la que le cuesta entrar en la vereda. Un nuevo elemento que dará color a la semana es el inicio de la presentación de resultados del primer trimestre en Estados Unidos que se inaugura con grandes bancos, entre ellos JP Morgan y Wells Fargo. Para ambos, el consenso del mercado habla de crecimiento del 30% en su beneficio por acción (bpa), un aliciente para demostrar que la crisis de las pequeñas entidades con la quiebra del Silicon Valley Bank (SVB) no alcanza a las entidades más capitalizadas.

Las cosas no serán tan sencillas para el conjunto del mercado ya que se espera una caída entre un 6% y un 8%, evolución que mejoraría al final del ejercicio, mientras que una Europa con un ciclo más retrasado vería la peor evolución de los resultados empresariales coincidiendo con los dos últimos trimestres del año.

También esta semana, los Estados retoman la celebración de subastas. En el caso de España se subastarán letras a 6 y 12 meses, así como bonos a 3 y 5 años. En Estados Unidos la subasta más importante será la de su bono de referencia a 10 años. Cabe preguntarse si en estas adjudicaciones de deuda pública se reflejará la caída de tipos que se está produciendo en el mercado secundario. A plazo de 12 meses, las letras a 1 año que ofrece el Tesoro se negocian al 2,96% y las de 6 meses al 2,94%. Pero dónde se aprecian mayores retrocesos es en los plazos más largos. En Estados Unidos el bono de una década se negocia al 3,41%, lejos de los niveles del 4% que rigieron en buena parte del comienzo del ejercicio. Una caída de rentabilidad en la negociación que habla de la expectativa de una desaceleración económica mayor de la esperada que podría terminar en una suave recesión.

Tras el importante dato inflacionario del día 12, el jueves 13 se publicarán los precios de producción estadounidenses de marzo, antes del gran acontecimiento del viernes 14, la combinación de las ventas minoristas y la confianza del consumidor de la Universidad de Michigan. En un mercado que busca entender de qué estarán hechos el crecimiento y la política monetaria en los próximos meses, esta semana traerá algunos datos de primer orden. Fuera de Estados Unidos, los inversores estarán atentos a la inflación china (martes) y a la producción industrial europea (jueves), explican los analistas de MarcketScreener.

Las próximas estadísticas esperadas (inflación, consumo, confianza) tendrán un peso considerable en la estrategia que la Reserva Federal (el banco central estadounidense) decida aplicar en su reunión del 3 de mayo, a la que seguirá el día 4 la del Banco Central Europeo. Frente al deseo del mercado de bajadas de tipos, la mayor parte de expertos apuntan a que aún es muy pronto.