Primer aviso: las bolsas chinas estarán toda la semana cerradas, celebrando el Nuevo Año del Conejo. Y el dato, aunque no lo parezca, tiene su importancia porque los analistas se han puesto a recomendar los mercados del gigante asiático, región que superará en rentabilidad a la eurozona y a Estados Unidos durante este 2003. Y además de las bondades de la acelerada apertura de su economía, poniendo fin a la estricta política de Covid cero, hay tres argumentos a favor de estas inversiones tan lejanas: se prevé que la economía china crezca en torno al 5% este año; el banco central chino no tiene problemas con la inflación y por tanto se descartan tensiones en los tipos de interés y, por último, la salida de flujos de dinero de todo el mundo que acompañó a la caída de sus mercados, ha dejado los activos baratos.

Y volviendo a las orillas menos exóticas de los mercados occidentales, estos lograron cerrar la tercera semana con subidas a pesar de unas lógicas recogidas de beneficios que asientan lo ganado y permiten dar salida y entrada a los inversores. Pero se detecta un fondo muy positivo, de optimismo. En la sesión del pasado viernes los mercados fueron de menos a más y la entrada de dinero no distingue mucho de sectores y hace una apuesta global por la recuperación de los precios. Destaca la subida del Nasdaq Composite del 2,66% en la última sesión de la tanda que ya supera en rentabilidad al propio S&P500 en este comienzo de año. Las noticias de despidos sientan bien al dinero, confiado en que supondrá más rentabilidad en las cuentas: la cruda realidad.

Y hablando de cuentas se van conociendo resultados empresariales en Estados Unidos, mientras que en España se estrenó Bankinter con un aumento del beneficio del 28% respecto al pasado año. Los beneficios, en general, están siendo positivos salvo para sectores muy concretos como la banca de inversión que vio reducidos los ingresos por la caída de operaciones. Y con una de estas macrooperaciones, al menos con su expectativa, cerró el IBEX 35 por los rumores de OPA sobre la firma de telecomunicaciones Cellnex. Si como decíamos la semana pasada, el gran temor del inversor es perder el carro de las ganancias, los precios castigados en 2022 animan a hacer operaciones antes que estos se desmadren. Es probable que continúen los rumores sobre operaciones corporativas que siempre alegran el mercado.

Y la agenda de la semana viene cargada de datos macroeconómicos europeos sobre confianza del consumidor como el IFO alemán que marcará su tercer mes de recuperación con los 90 puntos esperados y otros ligados a la evolución de la actividad económica como la primera publicación de los Índices de Gestores de Compras (PMI) que ofrecerá el indicador más amplio de actividad de negocio de la zona euro al iniciarse el año, en donde se esperan resultados más modestos.

Aunque el dato más reseñable vendrá desde Estados Unidos ya que se conocerá el PIB del cuarto trimestre que, según el consenso de los analistas se moverá en torno al 2,6%. Un dato muy positivo que los más temerosos volverán a aprovechar para realizar ganancias acumuladas ante la posibilidad de que el futuro inmediato del 1 de enero la Reserva Federal deduzca que puede apretar al alza los tipos de interés sin deteriorar mucho una economía que ya despega. Sin adelantarnos a la semana próxima, los inversores ya tienen puesta la mirada en las reuniones de la Fed del 1 de enero y del 2 de enero en el BCE. Por eso cualquier resultado pasará por el tamiz de su efecto en las decisiones de política monetaria.

Aunque el dato más decisivo deberá esperar hasta el viernes para ser conocido: el deflactor del consumo americano, es decir, la inflación que se espera baje al 5% para la general y al 4,4% para la subyacente. Si se cumple esta previsión de los analistas, el mercado reaccionará probablemente con fuerte alza ya que, aunque alejado del objetivo del 2%, son niveles razonables de precios que, por fin, han entrado en el redil marcado por la Fed.

Como segundo y último aviso, atentos a los movimientos en los mercados de deuda que pueden pecar de excesivo optimismo. Lo hemos visto esta semana cuando el bono a 10 años español llegó a situarse por debajo del 3%. Rápidamente repuntó hasta el 3,10% y este movimiento de ida y vuelta también se vio en el bono americano a igual plazo que terminó en el 3,48%. Un buen indicador para tomar decisiones unido al precio del petróleo que por sí solo explica si las economías van hacia delante o hacia atrás.