De vez en cuando pasa: un concepto, una categoría del que apenas has tenido tiempo de leer demasiado, se convierte en mainstream, anda en boca de todo el mundo. Me fascina como en el siglo de la ultrainformación y la tecnología aún la transmisión oral sigue siendo relevante, como cuando vivíamos alrededor de la hoguera. Pasó, de hecho creo que sigue pasando, con el concepto ESG (Environmental, Social, corporate Governance). No eres nadie si no aplicas alguna política ESG. Y con las ODS. Y empieza ya con el Impacto.

ESG sirve como fuente de inspiración, medición y referencia en cumplimiento de criterios de sostenibilidad y buen gobierno. Toda gran corporación internacional sigue hoy políticas, cumple con programas, enfoca inversiones, en base al cumplimiento de políticas ESG. La ola llega paulatinamente al consumidor y a las pequeñas empresas desde el impulso inicial a principios de los 2000 por parte del mundo financiero global y las Naciones Unidas. Un poco más tarde, en 2015, las mismas Naciones Unidas lanzaron un concepto complementario, los ODS (SDGs en inglés; Objetivos de Desarrollo Sostenible; Sustainable Development Goals), 17 campos en los que incidir, medir la actuación de entidades económicas y por tanto profundizar en las políticas ESG. De repente el mundo institucional se llena de Agendas 2030 a partir de perseguir la consecución de los ODSs. La ola y el ejemplo suelen empezar por arriba, y el impulso de las grandes corporaciones públicas y privadas genera la fuerza para que tengan el efecto adecuado.

Aún estamos midiendo cómo vamos. Algunos de los retos para los que estas guías de política económica se crearon parecen lejos de conseguirse – el cambio climático es un hueso duro de roer-, pero ciertamente los conceptos se generalizan y expanden. Como todo movimiento transformador, hay detractores e insatisfechos. Medir el impacto es un reto en sí mismo. Pero se puede constatar, que no es poco, que de repente el ESG es imprescindible. Cumplir con algunas ODS es un must. Incluso aquellos que su día a día queda un par de escalones por debajo de los dictados de las grandes firmas del mundo, hoy ya pueden haber notado perfectamente que los conceptos deberán aplicarse en su compañía, por obligación y por convicción. La sostenibilidad de las empresas a largo plazo y un impacto positivo en ESG deberían generar rentabilidades superiores, mayor aceptación de los clientes, satisfacción del equipo, mejor reputación de la marca, etc.

Hace unas semanas, en el marco del IX Impact Forum organizado por Ship2B, una fundación referente en España en el desarrollo de la economía de Impacto, se habló mucho de ESG. Y de la capacidad de generar impacto positivo sobretodo de las empresas en los retos globales que crearon el movimiento. Queremos salvar el planeta, sí, pero empezando desde la actividad de cada uno, de uno mismo. Entender e incorporar los conceptos ESG y ODS en todas las actividades económicas ayudará a mejorar, puede que a salvar, a nuestro  planeta  y pronto, si no nos ha pasado ya, nuestros clientes, los proveedores de financiación y otros stakeholders de nuestras actividades económicas nos van a exigir que cumplamos con estos principios. La ola es imparable.

De la misma manera, la economía de impacto, que era un nicho para iniciados hace poco, empieza a ser un objeto de deseo universal. ¿Qué es la economía de impacto? Pues una complementaria evidente y necesaria de los indicadores ESG. Hace unos años cuando aterrizó en España el concepto, hablábamos de emprendimiento social. Jose Luis Rodríguez Zapatero regaló en 2005 a sus primeros ministros Cómo cambiar el mundo de David Bornstein, y fue un detalle innovador. Hoy aquel libro centrado en ejemplos de impacto en el mundo en desarrollo nos parece entrañable y remoto.

La realidad ha superado y mejorado los casos varias veces. Impact investment es un fenómeno amplio y global que recibe mucha atención y, en economía aún más importante, mucha inversión y recursos. En España Ship2B ha levantado su segundo fondo de inversión Ship2B Ventures con más de 50M€, algo que en 2010 cuando empezaron probablemente parecería una quimera. Y muchos otros fondos especializados han emergido y, aún más interesante, los fondos institucionales más tradicionales abren espacios propios dedicados al Impacto.

Como todas las cosas interesantes de verdad, la definición de impacto es objeto de debates infinitos; tras tanto tiempo, ya un poco circulares: ¿dónde tiene sus fronteras?, ¿qué le define?, ¿no son sectores como la educación o la salud, de impacto todos ellos, por definición?... En el acotamiento encontraremos escuelas diversas... pero para los que quieren entender y no sacar una tesis podemos decir que la economía de impacto es aquella que persigue y mide el beneficio social y ambiental de la actividad a la vez que su capacidad de generar rendimiento financiero. Uno de los gurús de referencia, Sir Ronald Cohen, tiene algunos libros recomendables ("Impact", "On Impact" o "The Second Bounce of the ball", pionero en 2007). De la suma de conceptos que ayudan a medir y a dar a conocer, me quedo con un mensaje en esencia, el impacto de las empresas en el entorno social y ambiental será fundamental para la consideración de toda actividad económica en los próximos años.