La tecnología siempre supone cambios en el modelo de producir y también en la forma de consumir. La tecnología cambió intensamente los mercados financieros con la aparición de internet, y también pronto va a cambiar el sistema bancario y otros intermediarios.

Los pagos por móvil, los monederos o billeteras electrónicas, el "tap to pay" y, por supuesto, las tarjetas de débito y crédito son ahora los medios de pago más utilizados en todo el mundo. Es un hecho que el uso del efectivo está desapareciendo, y ya solo lo utilizan un número limitado de comerciantes y, en general, un grupo demográfico cada vez más envejecido.

Estamos en una etapa que pasamos de lo real a lo digital: desde la compra por internet hasta su pago. Y si bien todavía podemos ir al banco y sacar dinero en efectivo de nuestra cuenta bancaria, en pocos años esto ya no será posible. Pasaremos a un entorno donde el dinero va a ser digital y lo vamos a guardar en billeteras o wallets digitales (ewallets). Ya no será necesario llevar un monedero físico ni dinero en efectivo. Con tan sólo nuestro smartphone, tendremos acceso a nuestra billetera digital que guardará nuestro dinero en formato digital.

El Banco Central Europeo (BCE) lleva un tiempo trabajando en el proyecto del euro digital. Será una moneda distinta al euro físico que conocemos hoy en día, y durante un periodo vamos a convivir con ambos sistemas: el euro físico y la moneda digital en euro. A pesar de ser monedas distintas ambas son monedas fiduciarias y están respaldas por el BCE. Además, van a cotizar a la par, lo que implica que su valor va a ser exactamente el mismo.

Dos factores afectan a la adopción de la nueva tecnología del euro digital: el uso más intensivo de pagos digitales; y la aparición del bitcoin y otras criptodivisas. Por un lado, la pandemia consiguió que cada vez más ciudadanos y comercios realizaran transacciones digitales y el dinero en efectivo tuviese un uso cada vez menor, acostumbrando rápidamente a muchos ciudadanos a la aceptación del pago digital. Por otro lado, si bien, el bitcoin y otras criptodivisas tuvieron una mayor acogida en la época de pandemia, su volatilidad, falta de regulación y problemas técnicos han perjudicado su aceptación y uso a nivel global. Y aunque las criptodivisas y el euro digital u otras monedas fiduciarias digitales son cosas distintas, los ciudadanos tienden a confundirlas y esto pueda afectar negativamente a su adopción.

Países como Suecia, Noruega, Finlandia, China, Hong Kong o Países Bajos, son países muy cercanos al uso del pago 100% digital y la retirada total el efectivo. Con la transformación digital, el panorama de las transacciones está dejando atrás el concepto de efectivo y poco a poco, la mayoría de los países se irán sumando a esta nueva realidad. Pero para ello primero es necesario garantizar el acceso global a internet y el uso de smartphones, minimizar el hacking o piratería de los ewallets y un desarrollo y buen funcionamiento de la nueva moneda fiduciaria digital.

Pros y contras de las monedas digitales

Como ventajas para los ciudadanos, a parte de no tener que llevar efectivo encima y evitar ir a los cajeros incluso cuando se viaja al extranjero, el pago con monedas digitales es mucho más rápido, menos costoso y más seguro.

Actualmente, el pago con una tarjeta de crédito o débito supone una transacción digital e implica que enviamos dinero de nuestra cuenta corriente a la cuenta corriente del comercio a través de un sistema electrónico de pagos donde las tarjetas de crédito o débito también interactúan. Es decir, al pagar con una Visa, Mastercard, American Express u otros procesadores de pago, estamos enviando dinero de nuestra cuenta corriente a otra cuenta corriente de la misma entidad u otra, a través de un procesador de pagos que garantiza la conexión entre el banco o la entidad emisora y el comerciante.

Sin embargo, si usamos monedas digitales ya no necesitamos de un procesador de pagos. Nuestro dinero se guarda directamente en un wallet o monedero digital que equivaldría a guardar el dinero efectivo en un monedero físico, pero esta vez todo es digital. Y pagaríamos de monedero a monedero, al igual que cuando pagamos en efectivo.

No obstante, este nuevo paradigma también tiene su contra y es que la moneda digital está emitida directamente por el Banco Central de un país y dado que usan una criptografía para proporcionar transacciones seguras, eso también las hace tener mayor trazabilidad. Lo que implica que en realidad los bancos centrales tienen control absoluto sobre como los ciudadanos usan y gastan cada céntimo de sus ingresos. Y si bien el BCE ha mencionado que no tiene por ahora el objetivo de establecer ningún control, esto es preocupación suficiente para leer entre líneas que el control es posible y que quizás en el futuro puedan controlar y restringir el uso del dinero de los ciudadanos. De modo que podrían bloquear el pago de los euros digitales de un ciudadano para poner gasolina si quienes estén en el poder consideran que su coche contamina demasiado. Y es que las revoluciones siempre vienen con su lado bueno y con su lado no tan bueno.

Un nuevo paradigma financiero

Esta nueva forma de pago plantea la duda de cual va a ser el lugar de los bancos y, principalmente, los grandes procesadores de pagos si en realidad con esta nueva configuración de pagos ya no son necesarios. Otra cosa es que no podemos olvidar que son entidades con mucho poder y quizás no hay interés ni por parte de los gobiernos ni por parte del sistema financiero en quedar reemplazados en este nuevo paradigma.

Sin embargo, su función no está justificada, dado que no será necesario hacer uso de una tarjeta de débito para realizar pagos. Otra cosa es si queremos aplazar pagos y realizar compras o pagos a crédito, donde sí será necesario el uso de una tarjeta apropiado para aplazar el pago. Pero si lo que queremos es hacer pagos instantáneos con dinero digital, simplemente será necesario una billetera digital.

Y quizás este nuevo panorama futuro justifica la estrategia de algunas entidades financieras para desplazar las tarjetas de débito asignando un coste de mantenimiento de estas y ofreciendo una alternativa gratuita llamada “híbrido” que responde a una tarjeta de crédito por 48 horas. Es decir, el pago no aparece reflejando de inmediato en nuestra cuenta bancaria, sino que aparece a las 48 horas. Aspecto un poco peligroso para aquellas personas que acostumbran a tener a veces su cuenta en negativo dado que durante 48 horas no sabrán cuanto han gastado exactamente y cuando dinero les queda exactamente en su cuenta bancaria.