La Presidencia española de la Unión Europea terminó con el año 2023. Fue una activa Presidencia, con buenos resultados en su haber, aunque sin alcanzar todos los objetivos que, con excesivo voluntarismo, se habían apuntado para un periodo de 6 meses.

Pero, salvo algunos artículos, este balance de la Presidencia no ha atraído gran interés por parte de los medios de comunicación y, por lo tanto, de la opinión pública. Son multitud las noticias que critican a Europa, sin tener en cuenta que muchas de sus insuficiencias se deben a los propios gobiernos nacionales y no a las Instituciones europeas. Son muchas menos las que destacan sus logros y los obstáculos nacionales con los que se enfrentan las iniciativas comunitarias.

Ahora, en junio, tendremos elecciones al Parlamento Europeo. Es una institución que tiene cada vez más poder efectivo, cuyas opiniones son decisivas sobre el desarrollo de un derecho y unas acciones de la Unión Europea del que depende en su gran mayoría nuestras leyes y la gestión de nuestros gobiernos.

Por solo poner unos ejemplos que tienen que ver con el ámbito de esta columna, estamos hablando de Doñana, del Mar menor, de la contaminación de las aguas, del etiquetado de los alimentos, de la información al consumidor, de la seguridad alimentaria y la garantía del abastecimiento, de la gestión del 75% del territorio, de las garantías brindadas a los consumidores con los productos, también importados, que puede adquirir en el mercado, de la protección del medio ambiente o del bienestar animal.

El Parlamento Europeo cada vez tiene más poder efectivo y sus opiniones definen la gran mayoría de nuestras leyes

Las elecciones europeas deberían ser un momento álgido para que estos temas se discutan, para que podamos oír las opiniones de nuestros partidos políticos al respecto, para que podamos votar a diputados que de estos temas sepan y estén decididos a asumirlos con interés.

Si hubiera escrito este artículo hace unas semanas, habría dicho que desgraciadamente, las cosas no parecían ir por este camino. Tradicionalmente, las listas de los distintos partidos no se han compuesto pensando en conseguir los miembros de las distintas comisiones parlamentarias más útiles para defender los intereses nacionales o las posiciones recogidas en el programa del partido.

Al menos hasta ahora, la elaboración de las listas ha respondido a distintos criterios: a veces cementerio de elefantes y a veces premio de consolación; otras veces también segunda oportunidad para políticos que se han de recolocar tras un fracaso electoral o en su gestión. Es larga la lista de eurodiputados con brillantes resultados que no han sido renovados, o que se han colocado en puestos con pocas (o ninguna) posibilidad de salir elegidos. Por solo poner unos nombres en el campo de la agricultura, podemos citar a Juan Colino, Mateo Sierra, Salvador Llovet o Esther Herranz.

En el caso de las elecciones que vienen, la cosa puede ir incluso a peor. Muchos partidos ven estas elecciones, por ejemplo, como la segunda ronda de las generales, una especie de referéndum sobre “amnistía sí o amnistía no”, o como la clave para definir el equilibrio y la relación entre Sumar y Podemos. El fenómeno no se limita solo a España: en otros Estados miembros, es muy habitual el voto de castigo al gobierno, sea el que sea.

Las elecciones europeas deberían ser un momento álgido de debate, pero muchos partidos las ven como la segunda ronda de las generales

Sin embargo, todo no está perdido. Por un lado, tenemos unos meses para poner encima de la mesa los temas que verdaderamente están en el centro del debate europeo. Somos muchos los que estamos cansados del clima político degradado que estamos sufriendo los españoles. A mi juicio, hablar de Europa, de sus políticas, de los retos que solo podremos abordar juntos los habitantes de este viejo continente, es la mejor manera de conseguir una participación electoral digna.

Por otro lado, son muchos los lideres mundiales que nos recuerdan que Europa debe pesar en el concierto mundial, desde Vladimir Putín a Benjamín Netanyahu pasando por Donald Trump o Alí Jamenei, líder supremo de Irán.

Por último, en nuestro país y en todas las carreteras de Europa, los agricultores y sus manifestaciones nos están recordándonos día sí y otro también que el 75% de nuestra legislación se cuece en Europa y que si queremos tener alimentos sanos a precios razonables, producidos de una manera sostenible, nuestras miradas y exigencias deben enfocarse a las Instituciones europeas.

El 9 de junio, tendremos en nuestras manos, con nuestro voto, una potente arma. No la dejemos en la guantera.