El FC Barcelona es campeón de la liga por sus méritos propios y su regularidad, a partir de un equipo en transformación que ha sabido competir en un contexto poco propicio, derivado de la crisis financiera y reputacional de la entidad, junto a la ausencia del mejor jugador de la historia del club.

Tres son las claves del éxito: el liderazgo de Xavi, el compromiso del equipo, y un excelente proceso de transformación.

Xavi es un líder inspirador que aceptó el compromiso de gestionar un equipo debilitado y poco competitivo, con una inadecuada plantilla, pero también con un bajísimo nivel de motivación. Desde el primer día, transmitió a su equipo y a la afición una clara convicción ganadora, siendo fiel a un estilo de juego, y que como deportista aportó grandes éxitos, tanto en el FC Barcelona como en la selección española. Este liderazgo visionario junto a una adecuada planificación ha permitido transformar, en un corto espacio de tiempo, a un equipo poco competitivo en un grupo respetado y con un nivel de juego que en algunas ocasiones ha rozado la excelencia.

Se han superado todas y cada una de las fases de transformación de un equipo de alto rendimiento: I. Formalización (incorporación de nuevos jugadores), II. Conflicto (gestión de egos y relevo generacional), III. Normalización (se acepta un determinado patrón de juego) y IV. Desempeño (el equipo está cohesionado y todos trabajan juntos para alcanzar su máximo potencial).

Un equipo de alto rendimiento es la suma de cohesión, confianza, compromiso, calidad de ejecución, innovación y propósito común. Xavi ha priorizado la confianza y la cohesión del grupo, que siempre ha considerado como una familia, animando a unos jugadores con talento que estaban desmotivados como Frenkie de Jong, o desubicados como Dembélé, pero también convenciendo a sus excompañeros, amigos y capitanes del equipo, a ceder protagonismo y minutos de juego en favor de los más jóvenes. Una clara apuesta por la meritocracia, donde los partidos los juegan quienes están más en forma, por delante de algunos fichajes millonarios.

Pero un líder, además de ser un referente para un equipo, tiene que ser capaz de empoderar a sus jugadores para que asuman un determinado autoliderazgo en las diferentes fases del partido. Esto implica que, además del talento y las habilidades requeridas como jugadores de primer nivel, es necesario que surjan unos determinados patrones de comportamiento denominados roles de equipo, que son fruto de la propia dinámica interna. De forma que, todo éxito, requiere de una adecuada combinación de estos roles, mediante unos jugadores que dinamicen a sus compañeros a través de su pasión y entrega (Araujo y Gavi), aporten creatividad (Pedri), coordinen el juego (Busquets, Frenkie), transmitan seguridad en la realización de sus acciones (Ter Stegen), cohesionen al equipo (Jordi Alba), sean metódicos en su trabajo (Cristensen) y que sepan analizar la mejor opción (Lewandowski). El éxito de un equipo no se ha cimentado en la suma de las estrellas, como el Paris Saint-Germain, sino en la combinación de todos sus miembros.