La empresa tecnológica SAS, en colaboración con la startup BeeInventor, especializada en seguridad laboral, ha desarrollado un sistema de cascos inteligentes equipados con sensores para prevenir golpes de calor en trabajadores al aire libre.

La solución, que integra datos fisiológicos y ambientales con algoritmos de inteligencia artificial, busca mitigar un problema creciente. En 2025, las muertes atribuibles al calor en España aumentaron un 1.035% respecto al año anterior, según el Instituto de Salud Carlos III.

Los cascos monitorizan en tiempo real la frecuencia cardíaca, la temperatura corporal central y variables ambientales como humedad, radiación solar y temperatura externa. Los datos se transmiten mediante IoT a una plataforma central que utiliza SAS® Viya® y Python para calcular un índice de esfuerzo fisiológico. Si el sistema detecta riesgo crítico, emite una alerta inmediata para que el trabajador o su supervisor actúen —interrumpiendo la actividad, hidratándose o buscando sombra—.

Un problema de salud pública

El calor extremo afecta especialmente a 1,5 millones de españoles que trabajan en sectores como la construcción, agricultura y transporte, según datos oficiales. La AEMET alerta de que las olas de calor son ahora más frecuentes y duraderas, agravando condiciones como enfermedades cardiovasculares.

Organizaciones como Salud por Derecho han exigido medidas urgentes. "No es solo una crisis ambiental, sino de salud pública y justicia social", afirma su directora, Vanessa López. Su campaña Small Talks denuncia la falta de acción política ante el impacto climático en la salud mental —con casos de ecoansiedad en jóvenes— y física.

La innovación de SAS y BeeInventor representa un avance frente a un desafío global, pero los expertos insisten en que se necesitan políticas integrales para proteger a los grupos vulnerables. Mientras la tecnología salva vidas, el debate sobre el clima y la salud sigue esperando respuestas estructurales.

El Plan Nacional para hacer frente a las altas temperaturas está en vigor desde el 16 de mayo y permanecerá activo, al menos, hasta el 30 de septiembre. No obstante, su calendario es flexible, por lo que podría ampliarse 15 días antes o después de ese periodo si fuera necesario.

Esta estrategia se basa en un mecanismo de alertas que combina previsiones meteorológicas con estadísticas de mortalidad, permitiendo detectar riesgos con antelación y activar medidas específicas según la gravedad de las olas de calor y su posible impacto en la salud pública.

A través del Plan, España se divide en 182 zonas de meteosalud, una novedad que se introdujo el año pasado para dividir el territorio nacional en aquellas áreas que tienen unas condiciones meteorológicas más o menos similares a lo largo del año. 

Un nivel de riesgo amarillo supone riesgo leve para personas mayores de 65 años con otros factores de riesgo. Un nivel de riesgo naranja supone riesgo leve en población general sin factores de riesgo, riesgo moderado para personas mayores de 65 años o menores de 65 años con múltiples factores de riesgo, y riesgo elevado para mayores de 65 años con otros factores de riesgo adicionales.

Por su parte, en nivel de riesgo rojo supone riesgo moderado en población general sin factores de riesgo, riesgo elevado para personas mayores de 65 años y menores de 65 años con algún factor de riesgo, y riesgo extremo para mayores de 65 años con otros factores de riesgo adicionales.