El Banco Central Europeo ha lanzado un aviso preventivo a los mercados: los elevados precios de las acciones de las empresas tecnológicas vinculadas a la inteligencia artificial pueden sufrir una caída pronunciada. Sin embargo, la autoridad monetaria descarta de plano que nos encontremos ante una burbuja especulativa comparable al fenómeno de las puntocom que estalló a principios del siglo XXI. Este análisis, recogido en el Informe de Estabilidad Financiera de la institución, se produce en un contexto de récords históricos en los mercados globales.
"Desde abril, los mercados de valores globales han alcanzado nuevos máximos históricos y los diferenciales de crédito son actualmente ajustados según estándares históricos", reconoce el documento. Precisamente en este escenario de euforia y valoraciones extendidas reside la vulnerabilidad. El BCE advierte que los mercados, y especialmente los de renta variable, son susceptibles de "ajustes agudos de los precios" debido a estas valoraciones persistentemente altas y al aumento de la concentración del mercado.
El motor de esta subida sin precedentes ha sido, en gran parte, el optimismo desbordante hacia las posibilidades de la inteligencia artificial. Sin embargo, el BCE alerta de que este espíritu podría desvanecerse de repente. "El sentimiento del mercado podría cambiar abruptamente debido al deterioro de las perspectivas de crecimiento, por ejemplo, o a noticias decepcionantes sobre la adopción de la IA", señala el informe. No obstante, durante la presentación del informe, el vicepresidente del BCE, Luis de Guindos, ha querido trazar una línea clara entre el actual frenesí inversor y la burbuja de las puntocom.
"Se pueden producir correcciones fuertes de precios sin que exista una burbuja", argumenta. La diferencia fundamental, según De Guindos, radica en los fundamentos económicos de las empresas implicadas. "Ahora las empresas tienen modelos de negocio muy claros, ingresos muy buenos y son muy rentables", asevera. Esta solidez contrasta vivamente con la realidad de las empresas puntocom de hace dos décadas, muchas de las cuales quebraron por falta precisamente de un modelo de negocio sólido y de rentabilidad.
El epicentro del riesgo
El informe del BCE pone el foco en el núcleo duro de este movimiento: Apple, Microsoft, Amazon, Google, Meta, Nvidia y Tesla. Compañías norteamericanas que acaparan la mayor parte de la inversión en IA. Una corrección en estas tecnológicas afectaría directamente a Estados Unidos, pero también repercutiría en Europa, ya que los inversores institucionales del Viejo Continente (como los fondos de pensiones y de inversión) tienen posiciones masivas en estas compañías.
Aun así, el BCE ofrece un análisis matizado que justifica sus altas valoraciones. "A diferencia de la inflación de los precios de los activos durante la burbuja puntocom de 2000, que impulsó las valoraciones de empresas no rentables a niveles que eran difíciles de explicar, estos hiperescaladores combinan márgenes de rentabilidad elevados, fuerte crecimiento de los beneficios, poca deuda y negocios subyacentes diversificados más allá de la IA". Es decir, su valor no se basa solo en expectativas futuras, sino en resultados presentes y una salud financiera robusta.
Más allá de las propias tecnológicas, el BCE identifica un factor de riesgo adicional que podría amplificar cualquier caída: el sector financiero no bancario. Entidades como compañías de seguros, fondos de inversión y fondos de pensiones, con su inmensa red de interconexiones, tienen el potencial de propagar las tensiones en los mercados. El informe señala peligros concretos como los desajustes de liquidez en fondos de inversión abiertos, el elevado endeudamiento de los fondos de alto riesgo y la opacidad de los mercados privados. En definitiva, el BCE dibuja un escenario de "calma vigilante".
La situación actual es benigna porque los inversores creen firmemente en el potencial lucrativo de la IA. Pero esta fe puede desvanecerse con la primera decepción importante. Cualquier noticia que cuestione el ritmo o el impacto real de la adopción de la inteligencia artificial podría desencadenar no solo una corrección en el sector tecnológico, sino también un efecto de contagio a otros activos y regiones, recordando a los mercados que, incluso sobre fundamentales sólidos, el exceso de optimismo siempre tiene un precio.
