Valentín Pich (Barcelona, 1953) está licenciado en Economía por la Universidad Autónoma de Barcelona y es doctor honoris causa por la Universidad a Distancia de Madrid (Udima). Como profesional es auditor de cuentas, administrador concursal y socio-director del despacho BNFIX PICH, con sede en Barcelona. El listado de cargos ocupa dos folios, incluyendo el de profesor de Universidad o el de presidente de la Comisión legal de la CEOE, aunque en primer lugar aparece el de presidente del Consejo General de Economistas de España que agrupa a 48 colegios y 55.000 profesionales.

Su principal petición es “que se diga la verdad y que se hable claro a los ciudadanos”, algo que Pich reitera durante la conversación con ON ECONOMIA porque, según opina el presidente de los economistas de España, los altos niveles de deuda pública precisan medidas que exigirán que los políticos tengan que pedir “sacrificios” a los ciudadanos. Entre ellas, impuestos altos. Por eso le preocupa la crispación política, pues las reformas estratégicas exigen “tranquilidad institucional”. Sobre la competencia fiscal entre comunidades autónomas, considera que la Comunidad de Madrid “tiene mucho mérito” y considera que cada autonomía debe ser consecuente con el camino fiscal que elige. De Catalunya, su tierra, considera que “se crean impuestos porque parlamentariamente queda bien y después nos quejamos porque tenemos impuestos”.

¿Cree que se puede cumplir la previsión del Gobierno de crecer un 2,1% este año?
Es un poco absurdo fijarnos en estos matices, lo digo por relativizar las cosas. Primero, porque en una economía tan digitalizada que ha salido de una pandemia nos cuesta mucho entender lo que está pasando. Pero es verdad que lo razonable era pensar que estaríamos peor de lo que estamos y, sin embargo, los datos son positivos y nos están sorprendiendo a todo el mundo. Dicho esto, llevamos viviendo muchos años de una manera un poco extraña, remontándonos a 2008 cuando arranca la crisis financiera, y se arrastran ayudas de todo tipo que cuando estábamos a punto de dejarlas llegó la pandemia y cuando íbamos a dejar estas ayudas, ha llegado la guerra de Ucrania. Y no debemos olvidar que Europa es una sociedad muy tranquila, que no quiere conflictos y que vive demasiado entre algodones. Es un situación que dura mucho tiempo. Y ahora tenemos el conflicto financiero y la realidad es que después de tantos años, cualquier cambio en los tipos de interés tiene derivadas que no somos capaces de prever.

¿La inflación es el principal problema que tiene ahora la economía?
El principal problema que tiene la economía española, y la europea, es la competitividad, que  necesita mucha flexibilidad y que está ligada a que cuando las cosas van bien, van bien para mucha gente, pero cuando van mal, lo va para mucha gente. Porque es muy difícil introducir esta flexibilidad que tiene Estados Unidos. Evidentemente, me preocupa la inflación real, que es la subyacente, y me sorprende que no pase nada. Porque los que tenemos la suerte de estar más o menos instalados, la comida es una parte muy pequeñita de nuestro presupuesto, pero hay muchas persona que gastan mucho en comer. Y, a mí, esto me inquieta mucho, porque la sociedad española está aguantando muy bien, pero me preocupa que hayan conflictos porque habrá que hacer reformas y nuestros administradores públicos tienen mucho miedo a los conflictos. Me preocupa, porque tenemos que introducir competitividad y flexibilidad. Y la otra gran preocupación, es que como hemos vivido tantos años entre ‘algodones’, la deuda pública ha subido. Y éste no es un tema de ‘virtudes’: una empresa o una familia sabe que si no está endeudada, si tiene un imprevisto y tiene que pedir créditos, podrá endeudarse, pero si ya lo está, las capacidades de reacción se reducen. Quizá para los ultraliberales, esto de la deuda es un tema moral, y podría haber un tema moral, pero el problema fundamental es que te quita capacidad de reacción. Y debemos ser humildes. En muy poco tiempo hemos visto tres grandes problemas. Lo que está pasando estos días en el tema financiero demuestra que siempre puede pasar alguna cosa más.

La sociedad está aguntando bien. Me sorprendre que con el nivel de inflación real que hay no haya conflictos

Reforma de pensiones. ¿Habrá que retocarla porque los ingresos puedan no ser suficientes?
Yo miro mucho los medios de comunicación, sobre todo determinadas personas que saben de lo que hablan. Me está sorprendiendo que esta reforma está levantando bastantes dudas. Vamos a ser realistas: la vida es muy dura y la naturaleza es muy dura. Entonces, es un poco raro todo esto. El sistema de pensiones que tenemos no es de capitalización, sino de reparto y lo que queremos es que haya más ingresos y menos gastos. Con los datos de demografía y nuestra productividad, debemos hacer reformas para afrontar la jubilación del baby boom y en esta transición tenemos que pedir sacrificios que se pueden hacer de varias maneras. Debemos ver cómo crecerá la economía y las noticias que tenemos es que estamos mejor de lo que podíamos estar, pero en los próximos años las tasas de crecimiento del PIB no van a ser del 12 o el 10 por ciento. Con la información que tenemos hoy, estaríamos muy contentos si estuviésemos en tasas del 2 y el 3 por ciento y va a ser difícil tener más ingresos porque haya más actividad y gente trabajando. Por otro lado, hay que ser realistas y reconocer que el modelo de subir costes, digamos incrementar las cotizaciones, en un país con la cifra de desempleo que hay, no parece lógico. Por esto mismo, chirría un poquito que se hayan introducido los dos nuevos impuestos [el de los beneficios extraordinarios a la banca y a las empresas energéticas] sobre el factor trabajo. Y, por otro lado, la financiación de la Seguridad Social desde los impuestos: resulta que aparte de las pensiones tenemos una población muy envejecida que necesita más y, además, es más exigente. Con todo esto, a mi me da la impresión de que no acabamos de hablar claro y, nos guste o no nos guste, todo lo que sea que la pensión se cobre en función de lo que se ha cotizado y que alarguemos las bases de cotización, supone pedir sacrificios, más tarde o más pronto. Y esto es así.

Entrevista Valentín Pich / Foto: Pablo Blázquez
Entrevista Valentín Pich / Foto: Pablo Blázquez

¿Qué opina de los ataques que el ministro Escrivá está haciendo contra economistas que critican la reforma de pensiones?
Creo que nos hemos instalado todos en no decir la verdad. La sociedad, la clase política, tiene miedo a decir la verdad. Insisto en que la naturaleza es muy dura, nacemos y nos morimos y lo que es redondo, no es cuadrado. Resulta que si tenemos menos ingresos que gastos y con el crecimiento económico podemos mejorar poco, pues habrá que pedir sacrificios. Y hay que decir que esto es lo que hay y lo que debemos ver es cómo lo hacemos lo más rápidamente posible, intentando que afecte lo menos posible. Todos hemos llegado a la conclusión de que debería haber unos ingresos mínimos para las personas que por la razón que sea no pueden seguir y que hay que alentar la virtud del ahorro y que cada uno sea consecuente; pero no acabamos de hablar claro. Hay una serie de virtudes que se están perdiendo: una es la del trabajo, que no es un problema moral porque llevamos siglos de existencia de la humanidad, pero ya nadie habla de la virtud del trabajo y hay que alentar a la gente mayor que quiere trabajar si, además, le va bien para su salud. Otra virtud de la que ya no se habla es la del ahorro. Y luego está la virtud de que las cuentas públicas es un bien a proteger. Pero no hablamos de estas cosas. Por ejemplo, la sequía en Catalunya, de la que se tiene información desde hace meses. Pues con esa información y con los medios que tenemos, se podría intentar hacer alguna obra; pues parece que cuesta. Y como éste, puedo poner otros ejemplos. Cada vez hay más miedo a decir la verdad y a explicar a las personas que la vida es muy dura.

¿Cree que los tres nuevos impuestos aprobados por el Gobierno de España, que son temporales, han venido para quedarse?
No sé lo que va a pasar. Vienen ahora elecciones autonómicas y luego generales. Pero lo que creo es que vamos a ver impuestos altos en el futuro, porque hemos multiplicado desde 2007 nuestra deuda pública por dos y medio o tres (desde un 34% al 113% del PIB). Si una familia un año no debe nada y al otro mucho porque se ha comprado una casa, no pasa nada, porque tienes mucho y debes mucho. Pero si eres una familia que año a año incrementas la deuda tendrás que plantearte que, o trabaja alguien más de la familia, o tendrás que cambiar de ritmo. Por esto, veo que vamos a seguir teniendo impuestos altos. Hay argumentos a favor como la presión fiscal (recaudación de impuestos sobre PIB). Además, si no pasa nada grave, van a volver las reglas fiscales impuestas por Bruselas, relajadas, pero van a volver. El tema es cómo ponemos impuestos que perjudiquen lo mínimo a los más necesitados y que no compliquen la atracción de capital y talento y la actividad económica. Y este equilibrio siempre es difícil.

¿Y en referencia a los tres nuevos impuestos (energía, banca y grandes fortunas)?
De estos tres impuestos, se puede criticar, en la parte técnica, que se hayan implantado en una enmienda a otra ley, a final de año y con carácter retroactivo. Es un poco extraño. Y luego, hay una cosa que no me acaba de gustar, porque aunque pueda parecer teórico, nos interesa que los bancos tengan muchos beneficios para que paguen mucho en el impuesto sobre sociedades. Y también queremos que si un banco tiene dificultades, sea problema de los accionistas. Lo que no puede ser, es que parece que con estos impuestos, sea malo tener beneficios. Y estos impuestos van a traer problemas. El de las grandes fortunas va a crear mucha conflictividad y creo que es extraño cómo se aprobó. Y también el de los bancos, es un tema de imagen. Insisto en que nos interesa que estén bien capitalizados, que ganen mucho dinero y repartan mucho dinero y que paguen mucho por el impuesto sobre sociedades. Como los mensajes de que el sector de distribución usa los impuestos para mantener los márgenes. Parece que están especulando, y las empresas deben intentar mantener los márgenes y lo que interesa es que haya una máxima competencia. Pero dar esta imagen de que los beneficios son malos…. Es que las empresas pagan más en el impuesto sobre sociedades cuando ganan más.

¿Cree que estos impuestos van a afectar la competitividad?
Yo no exageraría, pero no es bueno. Este país ha mejorado mucho, pero seguimos siendo un país pobre que todavía tiene mucho recorrido. Entonces nos interesa que las inversiones que vengan sean lo más serias posibles y, para ello, necesitamos que las reglas de juego sean claras y los cambios de ritmo sobre la marcha, pues ¡no se termina el mundo!, pero hay que ir con cuidado. Hay cosas que me chocan. Por ejemplo, en la crisis financiera cuando se quedaron tantas promociones inmobiliarias sin vender y los ayuntamientos dejaron de recaudar, vinieron unos fondos que terminaron esas promociones. Y ahora, son fondos buitres; pues que no se les hubiesen vendido esas promociones. Como el problema de la vivienda, que no tiene solución sencilla, aunque algo se puede paliar. ¿Cuánta promoción pública hay? Para hacer promoción pública, las administraciones deben tener capacidad para desahuciar inquilinos que no pagan. Pero como no se quiere hacer, pues no hacen promoción pública de alquiler. Pues plantean que se meta el sector privado, pero no hacen unas normas fiscales especiales a los fondos de inversión inmobiliaria para que invierta la gente a treinta años vista. Hay que decir la verdad, que problemas como la vivienda no tienen solución fácil, y hay que pedir la concurrencia de muchas voluntades para intentar paliarlo.

Cualquier persona con sentido común sabe que el Impuesto de Patrimonio nos lo tenemos que cargar.

¿Se necesita una reforma fiscal?
Estas palabras tan rotundas, me gustan poco, aunque creo que habrá que hacer algo. Existen dos grandes corrientes: una socialdemócrata tranquila y una liberal conservadora que se entrelazan. Esta segunda va a requerir impuestos altos, pero intenta siempre dejar que el Estado juegue un poquito menos, muy relativamente, y los socialdemócratas a lo otro. Pero no puedes aceptar a los radicales. Se pueden hacer cosas, como políticas de fomentar la reinversión, y si esto es una reforma fiscal, pues bien. Pero las capacidades son limitadas. Cualquier persona con sentido común, que no esté loco o no sea un cínico, sabe que el Impuesto de Patrimonio nos lo tenemos que cargar. Pero tenemos que mantener un impuesto de sucesiones a unos tipos bajos sin ningún tipo de bonificación. Pues hagámoslo, que se podría hacer, al margen de la demagogia, con sentido común. Yo no entiendo, que con el lío que tenemos montado con el Impuesto de Patrimonio, los partidos políticos no nos expliquen sus posiciones. O con el sistema de financiación autonómica. ¿Tan difícil es decir cómo lo quieren? Pues que lo expliquen. Pero aquí hay una conflictividad institucional que no es buena, porque se va enredando, y nunca es el momento de abordar los problemas. Que nos digan que con nuestro sistema autonómico, que es un marco federal, y con nuestra peculiaridad de los regímenes forales, qué sistema de financiación debemos tener. Con una cesta de impuestos para que la gente sepa qué paga y a quién paga. ¡Ya sería una revolución! Pero como no lo hacemos, hay una conflictividad que se va retroalimentando, lo que complica la gestión de lo público que supone el 50% de la economía.

Valencia y Catalunya tienen una parte razón al decir que a Madrid le beneficia la capitalidad

¿Qué se debería hacer con el cupo vasco y navarro?
Si miras lo que era la sociedad española en 1975 y lo que es ahora uno no se lo acaba de creer. Y hay un pacto constitucional con los regímenes forales que son las reglas de juego, aunque otra cosa es el cupo que se ha de negociar, que son dos cosas diferentes. Pero se tomaron unas decisiones que nos han ido bien. Lo que se tiene que hacer es determinar cómo se financian las comunidades autónomas, que no es fácil, y después hacer un sistema impositivo que permita una cierta competitividad entre autonomías, que está bien. Que en Madrid, un taxista me diga que está muy bien que no se pague el impuesto de Patrimonio, me hace mucha gracia. O que haya otras autonomías, como la mía, que crean impuestos porque parlamentariamente queda bien y después nos quejemos porque tenemos impuestos. Si juegas a crear impuestos que prácticamente no recaudan, después no nos quejemos.

Pero hay comunidades autónomas que acusan a Madrid de dumping fiscal.
Madrid tiene mucho mérito, porque que tú cojas una tarjeta de presentación fiscal, que consigas mantenerla en el tiempo y que en el conjunto de la sociedad, el taxista diga que está muy contento porque paga menos impuestos, tiene mucho mérito. Ya está y eso es así. Y hay otras autonomías que han jugado a otra cosa, aunque se puede matizar el efecto capitalidad. Pero cada uno debe ser consciente del camino que coge. No se puede decir que las reglas de juego son estas, pero como me están ganando, pues cambiemos las reglas.

La capitalidad genera muchos ingresos fiscales.
Ciertamente no se puede decir blanco o negro. Lo que digo es que Madrid tiene mucho mérito por haberlo vendido muy bien y haberlo mantenido en el tiempo. En política se puede hacer un día un espectáculo, pero se ha creado una complicidad de la sociedad. Que el taxista diga que en Madrid no se pagan muchos impuestos, o que en Madrid se pueden tomar cervezas, pues fantástico. Si tú te lo crees, es porque es verdad, ¿no? Pero hay otras zonas que han querido jugar otra carta. Yo creo que tenía que haber un impuesto de sucesiones mínimo y se acabaría con este lío. Porque la manera en que se ha hecho el impuesto de las grandes fortunas, es hacer trampas entre administraciones. Por eso sería muy importante un nuevo sistema de financiación autonómica con un sistema fiscal que permitiese una competencia más ordenada y clara, es de sentido común. Y lo que sabemos del actual sistema de financiación autonómica es que perjudica a Valencia y a Murcia. Sabemos que a Baleares le va mal cuando la economía va mal, y bien cuando la economía va bien. Valencia y Catalunya tienen una parte razón al decir que a Madrid le beneficia la capitalidad...Pero parece que nadie tiene interés en ordenar.

¿Catalunya está también infrafinanciada?
La primera pregunta que debemos hace es qué se quiere financiar. Yo de lo que parto es de que vamos a seguir teniendo impuestos altos porque las necesidades son crecientes y como no hablamos claro, seguiremos teniendo impuestos altos. Lo que tenemos que hacer es que se perjudique lo mínimo a la competitividad internacional y fomentar al máximo el ahorro y las ganas de trabajar. Y poco más. Y tampoco debemos caer en la idea de que los gobernantes nos lo pueden solucionar todo: no es verdad. ¿Le parece normal que un estudiante pague el 50% de la tasa universitaria? El que está sirviendo en una gasolinera, que no estudia, ¿por qué lo tiene que pagar con sus impuestos? Habrá que acercar lo máximo las tasas universitarias al coste y tener una política de becas. Lo que se debe es hablar claro y eso no es ni de derechas ni de izquierdas, sino de sentido común. ¿Le parece normal, los pensionistas el ocho y pico de aumento? No digo que esté mal, pero hay que ser consecuentes. Si se parte evidentemente de que tenemos que garantizar las pensiones, se podía haber pedido algún sacrificio. Porque tampoco nos podemos pasar discriminando mucho con las pensiones altas, porque si te pasas desincentivaremos que, por ejemplo, los autónomos financien la Seguridad Social en función de lo que ingresan. Hay que hablar un poquito claro.

En el caso de la deuda acumulada de ciertas comunidades infrafinanciadas. ¿se debería condonar?
Seguro que alguna solución hay que buscar. Si partimos de que es un modelo que sirvió para un momento determinado y que es muy difícil de gestionar un nuevo modelo, alguna solución deberemos dar. Puede ser que esa deuda se quede ahí, se condone, o se den facilidades de pago, pero es un problema que tenemos. Por eso, es muy importante una cierta estabilidad institucional que permita abordar los temas con tranquilidad y que se diga la verdad.

Entrevista Valentín Pich / Foto: Pablo Blázquez
Entrevista Valentín Pich / Foto: Pablo Blázquez

El Gobierno llegó en 2020 diciendo que la financiación autonómica era una prioridad. ¿Por qué no se puede abordar?
Me sorprende mucho. Pero yo creo que la gente es mucho más normal y aunque todo el mundo hable de todo, las personas captan lo que es normal y lo que no. Por eso me pregunto si es tan difícil que digan ‘tengo este modelo’, aunque reconozcan que no se puede aprobar por falta de votos, pero por lo menos plantear las cosas. Pero no ha habido ningún intento del Gobierno, aunque no se pudiese aprobar. Estoy insistiendo mucho en el impuesto de sucesiones, pero los socialdemócratas podrían jugar esta carta, con tranquilidad. Y el sector liberal enredaría un poquito, pero aceptarían que es lo que pasa en el mundo civilizado.

También los liberales gobiernan comunidades autónomas.
Pero se avendrían si se plantea una cosa que es sensata. Cuatro informes de Universidades van creando un ambiente y se puede vender bien. Y si se tiene razón, al final caen. La Comunidad de Madrid se cabrearía, normal, pero también tienen derecho porque lo han hecho muy bien. Lo verdad es que lo de Madrid me sorprende cada vez más.

¿La crispación política tiene efectos negativos sobre la economía?
Es evidente que resta. Si en una familia, la pareja está bien avenida, puede tomar decisiones económicas mucho más acertadas que una familia que casi no se habla. Ya está. Es tan de sentido común que esta teatralización, que se ve en los Parlamentos, me resulta tan ridícula. Es más, creo que la mayoría de la gente lo encuentra ridículo. Pero, se está acelerando y me preocupa. Los italianos son más vivos que nosotros; nosotros somos más serios y trabajadores, en general, pero no somos tan vivos. Pero ir al modelo político italiano donde es muy difícil tomar decisiones, a nosotros nos iría peor. Por este motivo, todo este barullo no ayuda y está perjudicando.

Difícil gobernar así…
Si partimos de que habrá que tomar decisiones, que habrá que pedir sacrificios a personas porque hemos gastado tres veces más, pues si no se tiene una cierta tranquilidad institucional vamos mal. No me gusta criticar, pero creo que siempre tiene un poco más de culpa el que va delante que la oposición, aunque la oposición tampoco ha ayudado. Pero el que va delante tiene más obligaciones, ha de decir ‘yo lo intento, pero si no queréis es vuestro problema’. Aunque si se tienen frentes abiertos, hay cosas estratégicas que no te atreves a abordarlas, porque no tienes fuerza suficiente. Si se quiere hacer una reforma, tienes que pedir complicidad a mucha gente, no se puede hacer ordeno y mando, se precisa perder muchas horas. Hay una norma: un líder se puede equivocar, pero no mentir.