Las exportaciones agroalimentarias demuestran su resiliencia ante el contexto de inestabilidad internacional y mantienen una trayectoria favorable para pasar del volumen al valor, según la evolución de los últimos datos referidos al tercer trimestre de 2023. Las ventas en el exterior del sector de la alimentación se han incrementado un 4,59% en valor en los primeros nueve meses de 2023, superando los 11.529 millones de euros y disminuido el volumen exportado (-10,33%) respecto del mismo periodo de 2022. Se trata de un aumento, en valor, superior a la media del Estado (donde han crecido un 3,85%) y de la Unión Europea que decrece (con una caída del 1,50%). En volumen, el Estado decrece un 10,57% y la Unión Europea un 8,14%, según los datos de Prodeca (Promotora de Exportaciones Catalanas).

Se deja notar, no obstante, el impacto de la inestabilidad internacional, del enfriamiento de la economía y de los impactos de los fenómenos climáticos, como la sequía. La comparación con los datos del conjunto de 2022, así lo demuestran. En aquel año, el sector agroalimentario superó por primera vez los 14.000 millones de euros (14.848,93 millones de euros), con un aumento del 15,30% en valor. "Pero el valor de las exportaciones va creciendo año tras año y eso tiene que ver con la resiliencia y la competitividad del conjunto del sector", destaca Ramon Sentmartí, director gerente de Prodeca.

"Es evidente, añade, que la inflación está teniendo un impacto global, transversal, en el valor de las exportaciones agroalimentarias, pero los datos muestran que el valor de la facturación ha crecido por encima de lo que son los indicadores de inflación," remarca, y recuerda que también sucedió en el 2022, cuando con una inflación media del 8% en Catalunya, la cifra del valor total de las exportaciones de 2022 comparada con la 2021, mostraba que el sector seguía teniendo un crecimiento considerable del 6,08%. "Este es un ejercicio que se tiene que hacer", insiste. También afianza la idea de que el incremento del precio tiene que acompañar a la calidad, la singularidad, el valor añadido de los productos que se venden en otros mercados, para plantar cara a la competencia y a las exigencias de la demanda. En este sentido, las tendencias alimentarias marcan mucho al consumidor final, asegura, y hace referencia a una dobla tendencia: el discurso de hacer valer la proximidad, que sucede por todas partes; porque el comercio mundial, también el agroalimentario va creciendo año tras año. Por lo tanto, hay una concienciación colectiva para preservar el territorio. Pero al mismo tiempo, hay una demanda creciente que quiere tener acceso a todo tipo de producto y en cualquier época del año y que también está interesado en los productos exóticos. "Parece que no, pero eso no es una contradicción y son tendencias paralelas en muchos lugares del mundo", que también se complementan con otros como la relación de la dieta con la salud,"que vemos claramente expuesta con el consumo el aceite de oliva en otros países", añade.

En los últimos 10 años (2012-2022) las exportaciones agroalimentarias catalanas han crecido un 89,88% en valor y un 28,40% en volumen, y han llegado a 198 países, principalmente europeos. "Es un sector con músculo para dar respuesta a los nuevos retos, entre otras cosas, porque también hay un ecosistema altamente estratégico y referente internacional que tiene que ver con un conocimiento y capacidad de producción, pero también en la transformación, la logística y el servicio", explica Sentmartí. Eso sin contar con que se retroalimenta también del sector de la distribución o de actores del sector como Mercabarna y de la restauración y la gastronomía.

El año 2023 ha sido un año complicado por algunos sectores, como lo fue en el 2022, pero "el cómputo global favorable del sector agroalimentario se mantiene". Comparado con otros sectores, el sector alimentario "ha sido el más resiliente y que mejor ha superado las crisis diversas", asegura al director gerente de Prodeca. A diferencia de otros sectores, el agroalimentario es un sector muy distribuido por el territorio catalán, de manera que ejerce también un papel social y vertebrador, donde predomina la microempresa y la pequeña y mediana empresa asentada en el territorio.

A finales del tercer trimestre de 2023, el sector agroalimentario mantenía e incrementaba el superávit comercial hasta el 103,49%, cuando se empezó el año con una tasa de cobertura del 94,43% que fue creciendo para superar en abril el umbral del 100%. Así se aproxima también a los niveles de 2019 -la primera vez que se consiguió superávit- cuando la tasa de cobertura fue del 104,86%.

Los sectores más exportadores siguen siendo el cárnico y el fine food que representan en torno a un tercio respectivamente del global. El primer sector exportador es la carne, y lo lidera con más de la mitad del volumen el porcino, que "es una actividad que todavía tiene mucho recorrido al pasar del volumen al valor para el conjunto de mercados de destino", insiste Ramo Sentmartí. Se trata de un segmento de actividad en que hay desde grandes empresas, hasta "medias y pequeñas que hacen elaborados de gran calidad que se exportan".

El segundo sector, el fine food (elaborados, productos gourmet, bebidas, dulces...) está dominado por la empresa familiar, también media o pequeña, "que tienen una buena implantación en el exterior, y que se complementan con grandes empresas".

El segmento de las frutas y verduras y los aceites vegetales venden detrás. Son productos referentes en muchos mercados de Europa y del Asia, pero no han estado exentos de varios impactos. En el caso de la fruta, en el 2002, la baja producción a consecuencia de la climatóloga impactó de lleno en la capacidad exportadora.

En el 2023 se ha dado una situación similar con la cosecha de olivas y la producción de aceites. Según los últimos datos de Prodeca, en el 2022, la producción de aceite en Catalunya disminuyó un 60% y para el 2023 las previsiones daban un descenso en entre un 12% y un 50%. En todo caso, se sitúan en un decrecimiento del 40-60% con respecto a una campaña habitual. La tendencia son periodos de sequía más largos y lluvias más irregulares. Eso afecta tanto a la producción de los olivos (que necesitan lluvias a en abril y mayo durante la floración y el cuajado y en septiembre y octubre durante la maduración), como al rendimiento del aceite. Así, si el verano se adelanta y las olas de calor se intensifican (temperaturas de más de 35 grados en mayo) como ha pasado este año, queman la flor y estropean la cosecha. Los cereales y la molinería, el vino y el cava y el pescado y marisco son productos que también tienen un buen posicionamiento a los mercados exteriores.

Con respecto a las previsiones, el director gerente de Prodeca cree que se tiene que seguir trabajando en esta línea de aportar más valor, aunque se reduzca el volumen, para dar respuesta a las tendencias alimentarias. En este sentido, pide también que se trabaje en la mejora de la imagen de los productos catalanes. "Tenemos empresas no necesariamente muy grandes, pero sí muy dinámicas y muy abiertas, muy estratégicas, para seguir las tendencias agroalimentarias y hacerse un hueco en el exterior", explica. Ramon Sentmartí explica que países como Francia, con los vinos, o Italia, con el aceite, han sabido jugar mejor la partida de la imagen de país, cuando Catalunya no tiene nada que envidiar. Sin embargo, añade, que hay que empezar por el mismo mercado interior catalán: no puede ser, por ejemplo, que en Catalunya solo cuatro de cada 10 vinos que se consumen son catalanes.

Francia o Italia, para citar algunos, han sabido "atribuir unos valores a sus productos". En Catalunya hay mucho trabajo a hacer "para que los mercados entiendan la calidad de lo que se les vende, más allá de si un producto es más o menos elaborado". Sentmartí defiende que "el incremento de la facturación, del valor de las exportaciones, será causado por la excelencia de los productos, que ya la tienen, pero que no lo hemos sabido explicar. En definitiva, asumir y explotar como la imagen de país acaba repercutiendo en un producto en el exterior".