Este mes de agosto vence el plazo legal para la sustitución obligatoria de los contadores de agua fría y caliente con más de doce años de antigüedad, tal como establece la Orden Ministerial ICT/155/2020. La normativa, aprobada hace cinco años, fijaba este periodo para renovar unos aparatos considerados obsoletos.

A pesar de eso, solamente un 17% de los dispositivos afectados han sido cambiados hasta ahora. Se calcula que cerca de dos millones de contadores instalados en viviendas y locales comerciales siguen funcionando fuera del marco legal. Su no sustitución puede comportar sanciones de hasta 5.000 euros, según recoge la Ley de Metrologia.

La normativa también prohíbe la reparación de los contadores averiados, exigiendo la instalación de nuevos dispositivos. Esta medida, ya vigente en países como Alemania, busca una mayor precisión en la medida del consumo y una mejor eficiencia en la gestión hídrica.

"Con equipos nuevos, se reducen los errores de medida y se controla mejor el gasto", apunta Eduardo Echarren, director comercial de la compañía Ista en el portal Climatización y Confort. Según datos de esta empresa, una familia que gasta anualmente 250 euros en agua puede llegar a ahorrar en torno a un 15% gracias a la instalación de contadores nuevos, cosa que supone un ahorro de cerca de 37,50 euros el año.

Los escapes de agua, un problema estructural

En España, entre el 20% y el 30% del agua potable se pierde antes de llegar a los hogares, empresas o edificios públicos. En algunas zonas con infraestructuras envejecidas, esta cifra puede superar el 40%. Estas pérdidas implican un doble impacto: ambiental y económico. Además del despilfarro de un recurso escaso, especialmente en periodos de sequía, también generan sobrecostes para las administraciones y las compañías de suministro.

La solución pasa por una estrategia integral que combine inversión pública y privada, mejoras tecnológicas y una conciencia ciudadana reforzada. Renovar las infraestructuras, detectar antes los escapes y fomentar el uso responsable del agua son pasos clave para un modelo sostenible y resiliente ante el cambio climático.

Cambiar el contador es un proceso sencillo que no requiere obras. Además, los nuevos dispositivos, a menudo digitales, permiten una lectura más precisa y transparente del consumo individual. "Los usuarios pueden consultar su consumo diario en tiempo real a través de la plataforma Calista, disponible las 24 horas los 365 días del año", señala Echarren. Esta tecnología favorece que cada vecino pague exactamente por lo que consume, evitando desviaciones y conflictos.

La implantación de contadores de agua digitales es una tendencia en alza que promueve un consumo más inteligente y responsable de este recurso esencial. Esta innovación tecnológica no solo mejora la gestión de los recursos hídricos, sino que también ofrece beneficios económicos y medioambientales significativos.

Lecturas precisas y en tiempo real

Los contadores digitales evitan errores humanos y estimaciones inexactas. Gracias a la telemedida, las compañías y los usuarios pueden acceder a datos en tiempo real, facilitando la detección de pérdidas o consumos anómalos. Eso reduce el riesgo de facturas desproporcionadas y favorece una mayor transparencia.

La digitalización ayuda a identificar rápidamente escapes en la red, tanto en infraestructuras públicas como a nivel doméstico. Según estudios especializados, esta tecnología puede disminuir las pérdidas de agua hasta un 25%, cosa que se traduce en un ahorro importante para municipios y consumidores. Además, optimiza los recursos de las empresas gestoras, reduciendo costes operativos.