La última batalla contra las sombras del Upside Down está a punto de comenzar, y con ella, una de las épocas doradas más definitorias de Netflix llega a su epílogo. La quinta y última temporada de la serie Stranger Things no solo cerrará la puerta a un universo de misterio y nostalgia de los años ochenta, sino que también pondrá el punto final a una extraordinaria escalada económica que ha convertido a su elenco, de unos ignotos adolescentes a auténticas estrellas globales con cuentas bancarias de dimensión sobrenatural.

Las cifras, recogidas por fuentes especializadas como IMDb y The Direct, son la constatación más tangible de la transformación de un fenómeno cultural en un verdadero imperio industrial. Este reto final no es solo el más ambicioso a escala narrativa y de efectos visuales, sino también el más costoso en cuanto a las nóminas de sus protagonistas, un reflejo de una negociación de poder que ha evolucionado paralelamente al éxito de la serie.

En lo más alto de la pirámide salarial, como era de esperar, se encuentran los rostros más veteranos y reconocibles del universo de Hawkins. Winona Ryder y David Harbour, los padres de la tribu en su doble papel de Joyce Byers y el entrañable jefe Hopper, encabezan la lista con una cifra que hace temblar la tierra: 9,5 millones de dólares cada uno por esta décima temporada. Esta cuantía monumental representa la culminación de un viaje ascendente que comenzó, según las mismas fuentes, con unos 2,8 millones por la primera temporada.

El núcleo duro del reparto, esos chicos que cautivaron a la audiencia con sus bicicletas y sus aventuras contra el Demogorgon, alcanzan ahora una compensación que rivaliza con la de los veteranos. Finn Wolfhard (Mike), Noah Schnapp (Will), Gaten Matarazzo (Dustin), Caleb McLaughlin (Lucas) y Sadie Sink (Max) percibirán 7 millones de dólares cada uno por esta última aventura. Es un salto cuantitativo respecto a los 20.000 o 30.000 dólares por episodio que cobraban al debutar en 2016. Este increíble progreso no solo refleja su crecimiento artístico y la centralidad absoluta de sus personajes, sino también el poder de negociación colectivo que adquirieron cuando la serie se convirtió en un fenómeno sin precedentes.

El papel de los hermanos mayores

Una de las grandes sorpresas de la serie fue cómo personajes inicialmente secundarios, como el egocéntrico Steve Harrington o la inteligente Nancy Wheeler, cautivaron al público y ganaron protagonismo. Esta popularidad también se ha visto plasmada en sus sueldos. Joe Keery (Steve), Natalia Dyer (Nancy), Charlie Heaton (Jonathan) y Maya Hawke (Robin) reciben 6 millones de dólares por temporada, una cuantía que certifica su estatus como piezas indispensables del universo expandido de Hawkins y un reconocimiento a su papel para conectar con un público un poco mayor.

En este panorama, el caso de Millie Bobby Brown (Eleven) es único y apunta a un modelo de carrera diferente. La actriz, que se convirtió en la cara internacional de la serie, no solo negociaba por Stranger Things, sino que lo hacía desde una posición de fuerza como nueva estrella contratada de Netflix. Aunque las estimaciones por episodio de la serie (entre 250.000 y 350.000 dólares) podrían ser inferiores a la tarifa plana de sus compañeros, su acuerdo global con la plataforma es mucho más lucrativo y estratégico. Proyectos como la franquicia de Enola Holmes, la cual según informaciones le reportó unos 10 millones por la segunda película, le garantizan una carrera estable y un poder creativo más allá de los confines de Hawkins. Es, en esencia, una apuesta de futuro: consolidarse como icono de la plataforma, no solo como heroína de una sola saga.

Un legado más allá de las nubes tóxicas

La llegada de esta quinta temporada es, pues, mucho más que el clímax de una historia. Es la ratificación de un modelo de éxito en el que Netflix invirtió en talento joven y desconocido, y vio cómo este talento crecía junto a su creación, reclamando legítimamente sus frutos. Los sueldos multimillonarios son el epílogo de un fenómeno que trasladó a unos adolescentes de unos platós de Atlanta a las portadas de todo el mundo, convirtiéndolos en estrellas de cine, modelos de moda e influenciadores globales. Cuando los fans cierren finalmente el círculo y vean el destino final de los personajes, lo harán sabiendo que, fuera cual fuera el destino de los habitantes de Hawkins, el viaje real de los actores que les dieron vida ha sido una auténtica historia de éxito. Y, en la economía del entretenimiento global, ninguna historia de éxito se completa sin un final dorado que, en este caso, se mide en millones de dólares.