El sector porcino catalán se encuentra inmerso en un estado de inmovilización forzosa y de incertidumbre tras la confirmación de un foco de Peste Porcina Africana (PPA) en jabalíes de la zona de Collserola (Barcelona). La detección ha desencadenado inmediatamente la aplicación del protocolo de emergencia, que ha comportado el confinamiento total de todas las explotaciones ganaderas ubicadas dentro de un radio de vigilancia de 20 kilómetros alrededor del epicentro del brote. Ante este escenario, la Asociación Agraria de Jóvenes Agricultores (Asaja) ha hecho un llamamiento urgente a las administraciones para que habiliten, con la máxima rapidez y bajo estrictas condiciones de bioseguridad, los “movimientos normales” imprescindibles para el funcionamiento básico de las granjas.
En un comunicado oficial emitido este lunes, la organización ganadera ha querido poner de relieve la situación límite que viven los afectados. “Una granja tiene unas necesidades mínimas que no podemos desatender, siempre bajo una serie de estrictas medidas sanitarias”, recoge el documento. Entre estas necesidades urgentes, Asaja señala especialmente el vaciado de los depósitos de estiércol, una operación crítica para el bienestar animal y la higiene de las instalaciones que, en estos momentos, se encuentra totalmente paralizada. “Las granjas del radio han quedado inmovilizadas y sin poder hacer nada”, ha denunciado la entidad, subrayando la necesidad de un equilibrio entre el control sanitario inflexible y la viabilidad cotidiana de las explotaciones.
La gravedad de la situación ha motivado que la Generalitat, a través de la Conselleria d’Acció Climàtica, Alimentació i Agenda Rural, solicitara ya el domingo la intervención de la Unidad Militar de Emergencias (UME). La unidad especializada en control cinegético del ejército ya se ha desplegado en la zona para reforzar las tareas de rastreo, vigilancia y control de la población de jabalíes, considerada el principal reservorio y vector de propagación del virus en esta primera fase. Esta medida refleja la voluntad de actuar sobre el reservorio salvaje para crear un cordón sanitario eficaz y evitar, a cualquier precio, el salto del virus a los animales de producción. Hasta el momento, todos los positivos confirmados corresponden a jabalíes, y los controles analíticos realizados en las explotaciones porcinas de la zona han resultado negativos, según ha confirmado Asaja.
La alerta más allá de Cataluña
No obstante, el eco de la alerta ha trascendido ampliamente las fronteras catalanas y ha disparado todas las alertas en el núcleo de la producción porcina extensiva en España. Felipe Molina, presidente de la Asociación Nacional de Ganaderos y Ganaderas en Extensivo (Anggex), ha expresado su “mucha preocupación” porque la enfermedad se pudiera extender a otras comunidades autónomas y, especialmente, llegar al ecosistema único de la dehesa, donde el cerdo ibérico de bellota comparte territorio de pastura con jabalíes y otras especies silvestres.
“Es muy preocupante, porque llevamos 30 años sin tener peste porcina en España”, ha afirmado Molina durante la presentación de unas jornadas de su organización en Córdoba. El representante ha trazado **un paralelismo directo con la reciente crisis de la gripe aviar**. “La peste porcina significa lo mismo: que si sale un animal contagiado en una granja, hay que sacrificar toda la granja”, asegura Felipe Molina. Esta perspectiva es la pesadilla de cualquier productor. El corazón de su inquietud reside precisamente en el modelo extensivo, el mismo que da calidad y singularidad al producto estrella. “Donde más miedo nos da es abajo, en las dehesas, donde los cerdos ibéricos comparten el territorio donde hay jabalíes. Ahí sí que da miedo, porque estos animales no están en una granja cerrada, no puedes controlar el contagio y ahí está el peligro”, ha explicado. La convivencia en abierto con la fauna silvestre, esencial para la denominación de origen, se convierte ahora en su punto débil más grave ante una amenaza vírica de esta magnitud.
Mientras, en Cataluña, el reto inmediato es contener y erradicar el virus en la población silvestre con todas las herramientas disponibles (incluida la UME) y, al mismo tiempo, encontrar fórmulas para mantener vivas las explotaciones confinadas sin comprometer la seguridad. La petición de Asaja de reanudar las operaciones básicas con garantías marca el primer debate de una crisis que puede alargarse y que pone a prueba la coordinación entre administraciones, la resiliencia del sector ganadero y la eficacia de los protocolos sanitarios ante una de las amenazas más temidas por la ganadería europea.