Que los aerogeneradores suponen un peligro cierto (es la segunda causa de muerte accidental) para las aves es una de las razón –junto al impacto sonoro y paisajístico- que las organizaciones ecologistas aducen para limitar los desarrollos eólicos. En breve, esta circunstancia –el citado peligro para la avifauna- dejará de servir como excusa. 

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La IA, al rescate

La solución, como casi todo últimamente, llega de la mano de la IA. La consultora española Minsait ha desarrollado, conjugando inteligencia artificial, radares 3D e imágenes en vídeo, un sistema automático capaz de detener las palas de cualquier aerogenerador cada vez que se presente una situación de peligro para un ave. Con ello, el sector podrá responder a una inquietud cierta que, incluso, llega en ocasiones a lastrar el desarrollo de proyectos.

Drones de apoyo

Minsait emplea también en su sistema drones. Estos dispositivos, que actúan como herramienta de apoyo, monitorizan mediante radares el vuelo de las aves de cierta envergadura. Al identificar un rapaz, por ejemplo, se envía una señal al sistema para que, combinando la IA y un algoritmo decida qué probabilidad de impacto existe. No es una solución específica para un aerogenerador solitario: funciona a escala de parque. Para lo que todavía no hay solución clara, eso sí, es para el ruido. Cualquiera que se haya acercado a un aerogenerador lo sabe bien. Por eso, desde la patronal europea del sector eólico, se aboga por medidas proteccionistas que impulsen el uso de aerogeneradores europeos y no asiáticos, ya que estos (aunque más caros) se construyen incluyendo mecanismos para que sean más silenciosos. Sea como fuere, hay que recordar también que los grandes desarrollos futuros son, casi todos, marinos. Y, aquí, los ecologistas también opinan y explican que los perjudicados serán los peces. No obstante, también hay soluciones.