España y Portugal nunca han sido potencias energéticas: ni cuando mandaba el carbón, ni cuando el petróleo se convirtió en Rey, la Península Ibérica ha podido dejar de importar energía ajena. En las nucleares nunca se ha confiado cómo si se ha hecho, por ejemplo en Francia pero, ahora, parece que hay una oportunidad que tiene que ver con las renovables y el hidrógeno verde. Hay, como mínimo, cinco factores que permiten que la vieja Iberia pueda, por fin, convertirse en una potencia exportadora de energía. Aquí las detallamos.

Renovables, agricultura y una buena red

Actualmente, Portugal cuenta con una producción de energía renovable equivalente a 16 GW y España, con unos 64. Entre los dos países, disponemos de unos 36 GW de potencia eólica, 24 de hidroeléctrica y unos 16 GW de fotovoltaica. También se dispone de centrales térmicas de biomasa que producen unos 2,5 GW, pero el aprovechamiento de la energía geotérmica y mareomotriz es mínimo. En el horizonte inmediato, se dibuja un desafío: el de aprovechar las potencialidades eólicas de las aguas territoriales de ambos países. Queda camino por recorrer, pero estos 80 GW de renovables pueden perfectamente multiplicarse en los próximos años y, si queremos producir hidrógeno, verde, es imprescindible hacerlo. España y Portugal disponen, además, de sendos potentes sectores agroganaderos capaces de producir biometano, aunque actualmente el aprovechamiento de este potencial es mínimo. Por último, la red eléctrica que sirve a la Península es moderna, flexible y capilar, por lo que, si somos capaces de producir más energía, vamos a poder transportarla sin problemas.

hidrógeno

Demanda interna, buenas infraestructuras portuarias y redes de gasoductos

L demanda interna que ofrecen sendos países industrialmente maduros como son España y Portugal justifica ya de por sí la construcción de plantas productoras de hidrógeno verde. Disponemos, además, de capital humano y un buen entramado profesional en el sector de las renovables y de una extensa red de gasoductos que, como nuestra red eléctrica, nos unen con Europa. En ambos países, además, disponemos de puertos modernos y bien conectados como los de Valencia, Barcelona, Algeciras, Bilbao, Las Palmas, Viana do Castelo, Lisboa y Portimao. En contra, tenemos la proverbial desconfianza que cualquier proyecto de desarrollo industrial despierta en sectores con capacidad de bloqueo como el ecologismo radical, pero eso se soluciona con cambios de mayorías políticas. Por último, y no menos importante, es crucial recuperar la posición de vanguardia que, en su momento, tuvimos en relación a los sistemas de captura de CO2, que permitirían que muchas fuentes de energía hoy inexplotadas pudieran considerarse aceptables en el nuevo marco productivo. La oportunidad está ahí. ¿Sabremos aprovecharla?