Lo de experimentar con sistemas alternativos de propulsión para vehículos de cuatro ruedas no es cosa de ahora: los coches eléctricos, que nos parecen ahora de lo más modernos, se comercializaron incluso antes que los de combustión y, aquí en España, la carestía de la posguerra nos llevó a construir coches que se movían gracias a un artefacto, el gasógeno, que permitía generar quemando madera, carbón o cualquier cosa que se tuviera a mano, gases que los motores podían usar como combustible. Incluso, allá por los años 70, un señor llamado Arturo Estévez presentó un motor que, aunque se anunciaba que funcionaba con agua, carburaba con hidrógeno que se generaba mezclando agua y boro. Inventos alternativos al motor de combustión ha habido muchos, tanto en España como en otros países, pero los motores eléctricos actuales son, de momento y con sus limitaciones, la única alternativa medio seria ya que, otra idea revolucionaria, la de mover coches con reactores nucleares, acabó desechándose. Antes, eso sí, Ford llegó a presentar hasta un prototipo en miniatura.

Nucleon
 

Ford Nucleon

El vehículo se llamaba Ford Nucleon, se presentó en forma de maqueta en 1958 y era, como todos los Ford de aquella época, impresionante y extraño al tiempo: una cabina acristalada, un pequeño capó ocupaban el tercio delantero y, detrás, la inusual estructura de los dos tercios traseros evidenciaba que aquel Ford biplaza no era un coche cualquiera: se iba a mover gracias a un reactor nuclear que alimentaba dos turbinas.

Uranio

El sistema iba a ser el mismo que el de una central eléctrica: la fisión del uranio liberaría vapor de agua y este vapor movería una turbina que, en este caso, iban a ser dos: una para alimentar el motor y otra, para el resto de dispositivos del coche. Parte del vapor, además, se reaprovecharía mediante un circuito interno. Con una sola cápsula de uranio había bastante, o eso dijeron, para rodar durante 8.000 kilómetros. Al final, la cosa no pasó de la maqueta que fue presentada en 1958 y, supongo, se acabó desechando por los evidentes peligros que entrañaría una colisión entre un coche con ese sistema de propulsión y otro vehículo. De las consecuencias posibles del choque de dos Ford Nucleon, mejor ni hablar pero, la verdad, no se me ocurre un coche mejor para rodar por las carreteras de nuestra Piel de Toro escuchando esa maravillosa canción de Aviador Dro que es Nuclear sí.