¿Sabías que hay muchas mujeres que volviendo de fiesta solas, a las 3 de la mañana, hablan por teléfono con una amiga mientras cogen con fuerza las llaves de casa con la otra mano? Todo empieza cuando entran en la discoteca, con la única intención de bailar Rosalía sin descanso, pero se encuentran grupos de chicos que constantemente las intentan tocar. "Hoy beberé menos", piensa una, "que una de nosotras tiene que estar bien para vigilar que no nos pase nada cuando volvamos a casa".

Que te toquen el culo "es normal cuando sales a un sitio donde hay mucha gente", confiesan las jóvenes a Anna Almécija, una de las expertas que ha participado en el Protocolo de seguridad contra las violencias sexuales en entornos de ocio del Departament d'Interior. Criminóloga, jurista y especialista en seguridad, Almécija explica que cuando hace formaciones, se da cuenta de que mucha gente no es consciente de qué comportamientos son abusivos porque "están normalizados". Y es que, según datos del mismo Departament d'Interior, el 20% de las violencias machistas en Catalunya se dan en entornos de ocio, donde muchas veces se trata de violencias sexuales.

¿Qué son las violencias sexuales?

Se entienden como violencias sexuales aquellos comportamientos sexuales que no cuentan con el consentimiento de todas las partes implicadas. Y el protocolo de Interior es pionero porque sanciona a los que lo son pero que quedan fuera del Código Penal. Es decir, no solo se contemplan las conductas más graves, como son la violación y la agresión o abuso sexual, que actualmente están pendientes de un cambio legislativo, sino que se incluyen otras que constituyen infracciones administrativas. Hablamos de comentarios inapropiados, seguimiento obsceno, hacer fotografías de partes íntimas o exhibicionismo.

"Estas violencias sexuales están reguladas en la Ley Orgánica de Protección de la Seguridad Ciudadana, pero la redacción era tan genérica que no se aplicaba, y el Departament las ha desarrollado", explica Almécija. Ariadna Trespaderne, criminóloga e investigadora en Perfilación Criminal en la UB, subraya: "Hemos interiorizado muchos comportamientos que hacemos cuando nos relacionamos que pueden coaccionar, intimidar, molestar y que, sin saberlo y sin ser delictivos, nos afectan".

Las dos conductas que se repiten más en el ocio nocturno son los tocamientos sin consentimiento y las injurias verbales

Y eso se evidencia en cifras y en experiencias. Las dos conductas que se repiten más en el ocio nocturno son los tocamientos sin consentimiento y las injurias verbales, los comentarios groseros. El informe del año 2017-2018 del Observatorio Noctámbulas revela que el 97% de las mujeres encuestadas afirman haber recibido comentarios incómodos por parte de hombres, pero cuando se les pregunta a ellos, solo un 20% explican haberlo hecho alguna vez. Y así con cada tipología de violencia sexual. "A los chicos les explicamos que eso de invitar a copas 'a ver si hoy cae' tiene el trasfondo de intentar que la chica vaya tan bebida que no sepa qué hace", explica Almécija, "y nos encontramos con que poco a poco tanto ellos como ellas van abriendo los ojos".

 

Desde Noctámbulas hablan de este factor como los "agresores fantasma", ya que se ejercen violencias con un grado muy elevado de repetición, pero no se identifican a los hombres que las han realizado. Trespaderne lo tiene claro: "La educación es la prevención de cualquier conducta indeseable por parte de la sociedad".

¿La fiesta nocturna facilita la violencia?

"Los entornos de ocio, socialmente hablando, dan una sensación de normas diferentes: vinculamos la noche con el placer, la música, las drogas, los lugares oscuros, que la gente se arregla... Todo un cúmulo de estímulos cognitivos que conducen a unas formas de relacionarnos que pueden ser negativas", explica Trespaderne. A estas cuestiones se suma toda una retórica y un imaginario en torno al hecho de "ligar" que lo magnifica, identificable con frases como "salir de cacería" o "seguro que cae". Noctámbulas señala que este imaginario se construye en torno a la "sexualización de los cuerpos femeninos". Muchas veces, los locales privados fomentan esta hipersexualización utilizando el cuerpo de la mujer como reclamo publicitario.

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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Todo eso es lo que Almécija denomina "violencia simbólica", y la define como "la antesala de las violencias sexuales: es lo que da pie a todo el resto. La cartelera, el tipo de lenguaje, las distinciones de vestuario en el personal, como que las camareras vayan en bikini y tacones, o que las mujeres entren gratis para atraer al público masculino". Como en el mediático caso de la discoteca Bailódromo Caña Dulce de Barcelona, que ofrecía alcohol gratis para mujeres que entraran sin bragas.

¿Cómo diseñar un espacio de ocio nocturno seguro?

El protocolo del Departament d'Interior incluye en los métodos de prevención la que denominan "prevención situacional", que viene a ser el análisis de las instalaciones para evitar zonas que puedan ser consideradas de riesgo. "Imagínate que hay una puerta mal cerrada, en un espacio poco iluminado y te empujan dentro", explica Almécija, "por mucho que grites no se te oirá, y son situaciones que se pueden prevenir". Una estrategia para que eso no ocurra puede ser situar a trabajadores en puntos clave como lavabos o iluminar mejor zonas estrechas y alejadas de donde se concentrará la multitud.

Lo mismo ocurre en espacios abiertos. En festivales o fiestas mayores se puede dar el caso de que estén rodeados de zonas vacías y con iluminación inadecuada o con una mala conexión de transporte público. "Te tienes que preguntar si la gente tendrá que desplazarse durante 2 kilómetros por una zona que no está bien iluminada para volver a casa", explica la experta en seguridad, ya que de ser así podría no ser un espacio seguro.

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El papel de la seguridad privada y de los controladores de acceso

Otra función que lleva a cabo el protocolo innovador son los mecanismos de coordinación que establece entre las diferentes partes implicadas y el papel que da a la seguridad privada. “¿Qué problema tenemos con las infracciones administrativas?”, comenta Almécija, y añade: “Cuando la policía llega, el agresor ya se ha ido sin poder ser identificado”. Una situación que puede reforzarse dando una competencia más a la seguridad privada, que en este caso es a través de la posibilidad de identificar tanto a la víctima como al agresor a través de un formulario que luego se envía a los Mossos d'Esquadra.

Se insiste en los lemas sexistas en camisetas: no se tendría que permitir ningún lema racista, homófobo o sexista

Algo parecido ocurre con los controladores de acceso a los acontecimientos, los cuerpos de seguridad que se encuentran en la entrada del recinto o del espacio. Si nos acogemos a la ley, estos no son profesionales de la seguridad, sino auxiliares cualificados, pero desde el protocolo se insiste en que también tienen que tener un papel activo. "Nosotros insistimos en los lemas sexistas en camisetas: igual que no se deja entrar a alguien con lemas racistas u homófobos, tampoco sexistas", explica Almécija. Los controladores también pueden activar el protocolo llamando a los vigilantes de seguridad o a la policía.

Un 80% de cifra negra: actitudes que no se denuncian

Las violencias sexuales, conjuntamente con otros delitos con un alto grado de exposición de la víctima, tienen las cifras de no denuncia muy altas. Hasta el 80% de los delitos no se denuncian, hecho que Almécija atribuye a múltiples motivos como no se detectan, "no saben que es un delito" o por "vergüenza y culpa", procesos en que la víctima se culpabiliza de la agresión que ha sufrido.

En casos mediatizados como La Manada, para Arianda Trespaderne se han roto muchos mitos en torno a este tipo de procesos. “¿Qué tiene que hacer la víctima después de ser agredida sexualmente? Yo recuerdo que intentaban estigmatizarla diciendo que 'seguía haciendo vida normal', y así hacer menos verídica su historia. Pero lo que se recomienda a nivel profesional para una correcta recuperación es precisamente mantener, en la medida de lo posible, su vida diaria".

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Trespaderne defiende que "no hay ninguna solución mágica" para erradicar estas violencias y fomentar que se detecten y se denuncien. Para la criminóloga, lo más importante es "tomar conciencia, sensibilización, formación y más sensibilización".

Para más información, no dudes en consultar el Protocolo de seguridad contra las violencias sexuales en entornos de ocio.