El Papa Francisco ha pedido este domingo durante su visita a Nagasaki (Japón) un mundo libre de armas nucleares y ha criticado el impacto "catastrófico" de su uso desde el punto de vista humanitario y ambiental.

"Con el convencimiento de que un mundo sin armas nucleares es posible y necesario, pido a los líderes políticos que no se olviden de que las mismas no nos defienden de las amenazas a la seguridad nacional e internacional de nuestro tiempo", ha indicado el Pontífice en su discurso en el Atomic Bomb Hypocenter Park de la ciudad nipona.

"Un mundo de paz, libre de armas nucleares es la aspiración de millones de hombres y mujeres", ha agregado, al tiempo que ha requerido la participación de "las personas, las comunidades religiosas, la sociedad civil, los estados que poseen armas nucleares y aquellos que no, los sectores militares y privados y las organizaciones internacionales" para este propósito.

De forma paralela, Francisco ha hecho un llamamiento a considerar el impacto humanitario y ambiental de las armas nucleares que, según ha denunciado, "desperdicia recursos valiosos que podrían utilizarse en beneficio del desarrollo integran de los pueblos y para la protección del medio ambiente".

Agenda 2030

"El estado actual de nuestro planeta reclama por su parte una reflexión serie sobre cómo estos recursos podrían ser utilizados en la compleja implementación de la Agenda 2030", ha sugerido Francisco, que también ha calificado de "atentado continuo que clama al cielo" el hecho de que millones de niños y familias vivan en condiciones "infrahumanas" mientras se gastan grandes cantidades económicas en la "fabricación, modernización, mantenimiento y venta de armas cada vez más destructivas".

En este contexto, ha hecho hincapié en que la posesión de armas nucleares y otro tipo de armas de destrucción masiva atenta contra el "anhelo" humano de "paz y estabilidad" y "parece continuamente ponerlo a prueba".

"Nuestro mundo vive la perversa dicotomía de querer defender y garantizar la estabilidad y la paz en base a una falsa seguridad sustentada por una mentalidad de miedo y desconfianza que termina por envenenar las relaciones entre pueblos e impedir todo posible diálogo", ha apuntado en su discurso.

"Confianza"

"La paz y la estabilidad internacional son incompatibles con todo intento de fundarse sobre el miedo a la mutua destrucción o sobre una amenaza de aniquilación total", ha continuado el Pontífice.

Así, ha insistido en el valor de la "confianza" para responder a la existencia de armas nucleares, y ha urgido a romper "la dinámica de desconfianza actualmente prevaleciente", que "hace correr el riesgo de conducir al desmantelamiento de la arquitectura internacional de control de las armas".

"Nunca podemos cansarnos de trabajar e insistir con celeridad en apoyo a los principales instrumentos jurídicos de desarme y no proliferación nuclear, incluido el Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares", ha concluido Francisco.

Tercera Guerra Mundial a pedazos

Posteriormente, durante la homilía de la misa celebrada en el estadio de béisbol de la ciudad, Francisco ha recalcado que Nagasaki, lleva en su alma "una herida difícil de curar" que es signo "del sufrimiento inexplicable de tantos inocentes": "Víctimas atropelladas por las guerras de ayer --ha dicho--, pero que siguen sufriendo hoy en esta tercera guerra mundial a pedazos".

En este sentido, según informa Vatican News, el Papa ha pedido no perder la memoria "de lo que significa cargar con el sufrimiento de tantos inocentes" y tampoco caer "en la atmósfera comodona del grito fácil e indiferente del 'sálvate a ti mismo'", pues, tal y como ha recordado, "estas tierras experimentaron, como pocas, la capacidad destructora a la que puede llegar el ser humano".

Ante este recordatorio, el Papa ha exhortado a los fieles presentes a alzar sus voces en una plegaria común por todos aquellos que hoy están sufriendo en su carne este pecado "que clama al cielo", y "para que cada vez sean más los que, como el buen ladrón, sean capaces de no callar ni burlarse, sino con su voz profetizar un reino de verdad y justicia, de santidad y gracia, de amor y de paz".

El Papa también ha citado el ejemplo de los miles de mártires que han marcado el patrimonio espiritual en el país, como San Pablo Miki y sus compañeros y cuyos pasos deben seguir para vencer "sobre todo tipo de odio, egoísmo, burla o evasión".

Por último, ha asegurado que la fe católica es "en el Dios de los Vivientes". En este sentido, ha subrayado que la misión como discípulos misioneros es ser testigos y heraldos de lo que vendrá.

"No podemos resignarnos ante el mal y los males sino que nos impulsa a ser levadura de su Reino dondequiera que estemos: familia, trabajo, sociedad --ha subrayado--. El Reino de los cielos es nuestra meta común, una meta que no puede ser sólo para el mañana, sino que la imploramos y la comenzamos a vivir hoy, al lado de la indiferencia que rodea y silencia tantas veces a nuestros enfermos y discapacitados, a los ancianos y abandonados, a los refugiados y trabajadores extranjeros".

Tras la misa, el Papa se ha desplazado a Hiroshima donde celebra un encuentro por la paz y, posteriormente regresará a Tokio, para continuar su visita durante dos días más.