"Los maricones no deberían estar en la Guardia Civil", "Arriba España y muerte a los maricones" o "Prefiero tener un hijo muerto o drogadicto que maricón". Así asediaron, humillaron e insultaron durante años a cuatro agentes de la Guardia Civil a un compañero homosexual en la localidad gallega de Noia (A Coruña). Ahora, once años después de que empezaran los hechos que se alargaron durante cuatro años, un juzgado militar ha condenado a los policías por sus insultos homófobos

Según consta a la sentencia, el tribunal expone que los procesados actuó de manera "concurrente, conjunta y persistente". Por este motivo, los condena por "abuso de autoridad", aplicándoles el Código Penal Militar, a diez meses de prisión y 10.000 euros de indemnización por daños psíquicos y morales a la víctima.

Trastorno mental severo

Los hechos empezaron en el 2010 y se desarrollaron "de manera ininterrumpida". Este acoso y los insultos solamente acabaron cuando la víctima abandonó el servicio. Eso sucedió en el 2014, cuando el agente fue atendido en un centro de salud "por una crisis de ansiedad". Posteriormente, se le tuvo que derivar a la Unidad de Psiquiatría del Complejo Hospitalario Universitario de Santiago de Compostela, después de un incidente con un compañero. Desde entonces, según recoge la sentencia e informa eldiario.es, el guardia civil está de baya con diagnóstico de trastorno mental severo. Antes de ser asediado por sus compañeros, la víctima "no presentaba antecedentes personales de problemática mental", añade el tribunal militar.

Este odio por parte de los agentes condenados empezó antes que la víctima llegas en el cuartel. Uno de los condenados "advirtió" al resto que empezaría a trabajar con ellos un "maricón". Desde entonces, recoge la sentencia, empezaron a difundir rumores sobre su orientación sexual y se empezaron a referir a él con insultos o seudónimos como: "prima", "perla", "la mujer del lugar". Posteriormente, empezaron a poner en duda su trabajo y su capacidad como agente, tildándolo de "perezoso, incompetentes y mal profesional". Esta decisión judicial del tribunal militar no es todavía firme y ya se ha recurrido delante del Supremo.

También fuera del cuartel

Estos insultos se fueron prolongando durante toda la estancia del agente en el cuartel, con constantes rumores, bromas y desprecio por su orientación sexual. Como acostumbra a suceder, esta situación se extendió por todo el municipio de Noia, que tiene unos 14.000 habitantes. En la sentencia se recogen algunos momentos en que los insultos a la víctima traspasaron la frontera del cuartel. Uno de estos tuvo lugar en un bar, cuando un camarero le comentó a uno de los condenados delante al agente insultado si aquel era "el guardia civil homosexual, que si se lo quería follar, le arreglaran una cita con él".

El agente se dirigió en varias ocasiones a sus superiores, pero por ejemplo su sargento se limitó a decirle que ignorase los insultos. Según consta a la sentencia, la víctima empezó a percibir que sus superiores cuestionaban su trabajo, en la línea de lo que manifestaban los condenados, ya que también le reprochó que era "poco competente y perezoso". Por su parte, durante el juicio el sargento negó que la víctima le hubiera denunciado su situación