Llueve, poco, pero llueve, y las lluvias —si las previsiones aciertan— continuarán este miércoles y jueves con diferentes intensidades según el territorio. Pero solo harán cosquillas a la sequía, que sigue siendo un problema grave y que tiene un círculo rojo marcado en este mes de enero, que es cuando se prevé que se decretará el estado de emergencia. La cuenta atrás ha empezado y este episodio de lluvias solo retrasará unos pocos días lo que parece inevitable. Las reservas de agua en las cuencas internas se sitúan en torno al 16,57% y el límite que marca el umbral del estado de emergencia está situado en el 16%. Así que si la situación no da un vuelco radical, las restricciones llegarán en la última semana de enero.

Episodio de lluvias insuficiente

Los cinco embalses que forman parte del sistema Ter-Llobregat se encuentran con unas reservas de agua de 104 hectómetros cúbicos, según han explicado en El Món en RAC1, y la entrada en emergencia está prevista una vez bajen de los 100 hectómetros cúbicos. Haciendo una estimación basada en los datos de consumo de los últimos dos meses en esta área, se tarda entre tres y cuatro días en gastar cada hectómetro cúbico. Por lo tanto, en caso de mantenerse esta tendencia, el estado de emergencia llegaría en un plazo máximo de 16 días (hacia el 26 de enero), o de 12 (22 de enero) en el escenario más pesimista. Así que habrá que ver cómo afecta el actual episodio de lluvias a la entrada en vigor de las restricciones.

La previsión es que este miércoles se produzcan chaparrones dispersos en tramos de la costa y del prelitoral, y también en las comarcas de Ponent, y se espera que el jueves se mantengan sobre todo en las comarcas de Girona y de Barcelona, con una cota de nieve que bajará, y se situará entre los 600 y los 800 metros. De hecho, algunas esperanzas están puestas en que parte del agua que caerá en forma de nieve pueda llegar a los embalses dentro de unas semanas, aunque la nieve de las cotas altas no lo hará hasta dentro de unos meses.

Ahorro de agua

Por lo tanto, la medida más eficaz en estos momentos para aliviar la situación es el ahorro de agua, que pasa por la concienciación de los ciudadanos y el compromiso de las grandes ciudades. La Agencia Catalana del Agua (ACA) ha reiterado en varias ocasiones que la mayoría de las ciudades de la región de Barcelona tienen consumos que oscilan entre los 130 y los 180 litros por persona y día. Estos consumos son inferiores a los 200 que dictará el umbral de emergencia, pero quedan lejos del objetivo de los 90 litros que desde el ACA plantean en un contexto de ahorro excepcional por la falta de agua. El último año solo algunas ciudades como Manresa o Figueres han reducido el consumo de manera destacable (cerca de un 10%). La mayoría de ciudades gastan lo mismo o en cifras muy similares, y como reconoció el director del ACA, Samuel Reyes, en unas recientes declaraciones en RAC1, no castigan a los que tienen consumos desmesurados, lo que causa problemas, sobre todo en el área de Barcelona.

La fase preemergencia entró en vigor a finales de noviembre y el estado de emergencia estaba previsto inicialmente para mediados de diciembre, pero posteriormente, el conseller de Acció Climàtica, David Mascord, anunció que el sistema Ter-Llobregat de Catalunya entraría en fase de emergencia a partir del mes de enero si no llovía. Cuando se declare el estado de emergencia este enero se irá reduciendo gradualmente la dotación por habitante y día, de los 200 litros se pasará a los 180 y después a 160, y se aplicarán otras restricciones que afectarán a los sectores de la agricultura, la ganadería, la industria y el ocio.