La crisis del coronavirus se está ensañando con las residencias de personas con discapacidad intelectual, un colectivo que suplica ser considerado de extrema "fragilidad" y que ha lanzado un grito de auxilio ante la falta de material sanitario y tests para detectar los contagios de Covid-19. La emergencia que ha causado la pandemia, castigando los sectores más vulnerables de la población, no deja margen de maniobra para los centros de personas con discapacidad intelectual, que están desbordados, con plantillas cada vez más reducidas y sin los equipos de protección necesarios para hacer frente al virus.

"Tenemos muchísimas dificultades y nos sentimos invisibilizados. La realidad es mala, de abandono. Necesitamos más coordinación con el sistema de salud público y un plus de apoyo para este tipo de personas".

Enrique Galván, el director de Plena Inclusión, la organización española de referencia que aglutina más de 900 entidades de personas con discapacidad intelectual y gestiona un millar de residencias y pisos tutelados en todo el país asegura en Efe que necesitan más recursos y que están al límite de sus capacidades, tratando de adquirir equipos de protección personal (EPI) con dinero que no tienen: "Estamos gastado centenares de miles de euros y ya veremos cómo lo podemos pagar", ha señalado.

"Desabastecimiento total"

Ha lamentado así que la administración no les ofrezca una respuesta, lo que está llevando al "desabastecimiento total" en residencias y pisos, dónde la ausencia de pruebas de diagnóstico está disminuyendo los equipos asistenciales a un ritmo vertiginoso. De hecho, a falta de cifras oficiales, Plena Inclusión estima que en las últimas semanas han muerto "decenas de residentes" a causa de la Covid-19 y exige por eso que se les considere "un colectivo especialmente frágil dentro de los vulnerables".

Y es que a la precariedad de recursos, que también afecta otro tipo de centros, se suman las complicaciones que la pandemia está causando en las personas con discapacidad intelectual, que a menudo no entienden ni qué es lo que pasa ni por qué cambia su rutina.

Un sector tensionado

Así lo ha puesto de manifiesto el director de DINCAT, Carles Campuzano, a quien ha destacado que se trata de un sector "laboralmente mucho tensionado que estos días lo está dando todo sin EPI y sin tests, dado que a duras penas llegan "a cuentagotas" cuando hay casos graves de personas afectadas.

Campuzano, cuya federación aglutina alrededor de 300 entidades, ha tildado la situación de "crítica" y ha recordado que las residencias de personas con discapacidad intelectual no suelen ser espacios "medicalizados" ni están pensados para tener apoyo sanitario: "Es, quizás, una de las debilidades del sistema".

Ha señalado también que cuentan con la ayuda de voluntarios, que les envían material sanitario imprimido con 3D, pero que infelizmente sólo les permite "aguantar unos días" hasta obtener los equipos de protección homologados.

Por eso, profesionales y residentes siguen a pie del cañón lanzando el "Mayday": esperan, más temprano que tarde, recibir finalmente EPI y tests .