La presión de la Guardia Civil en el sur de la Península, en todo el Campo de Gibraltar, ha hecho que los narcotraficantes tengan que encontrar otras zonas por donde entrar el hachís que importan, de manera ilegal, desde Marruecos. Uno de los puntos de entrada de esta droga en el Estado es las Terres de l'Ebre, un hecho detectado últimamente y que cada vez va a más, a pesar de las diversas operaciones policiales en la zona.

La guerra contra el narcotráfico, para mantenerlo a raya antes de que sea demasiado tarde, como ya pasó en el sur de España, se basa en cuatro patas: la investigación que hacen las brigadas de policía judicial de la Guardia Civil, las patrullas de Fiscal y Fronteras por tierra, el Servicio Marítimo y el servicio de vigilancia de la costa de Tarragona, el Sistema Integrado de Vigilancia Exterior (SIVE), instalado en la comandancia de la Guardia Civil de Tarragona.

Las cuatro patas permiten afrontar esta amenaza, sobre todo, después de haberse detectado que la zona de las Terres de l'Ebre parece la escogida por los narcotraficantes para entrar la droga, hachís, desde Marruecos a Europa. Desde el Ebro, después de pasar por almacenes, inicia el viaje hacia Europa. Visto el negocio, desde las mismas comarcas de la zona, el sector delincuencial vio potencial y decidió apostar en este creciente negocio.

"Empresa" de apoyo logístico a los narcotraficantes en el Ebro

Varios conocidos de la policía, con varios antecedentes por delitos de salud pública, crearon una organización criminal dedicada a ofrecer servicios logísticos a las bandas de narcotraficantes para conseguir lanchas, almacenes y seguridad en la zona para entrar, por las buenas condiciones de la desembocadura del río Ebro, la droga en tierra. Conocedores del terreno, se organizaron para ofrecer la venta y control de narcolanchas, dotando también, entre sus servicios, la vigilancia de la zona para favorecer la entrada de las lanchas en el agua, sobre todo por la zona de Deltebre, y también, después, la recogida de la droga que llega en varias calas y zonas con poca afluencia.

Narcotráfico Guardia Civil Tierras del Ebro - Marc Ortín
Un control de paso, en el exterior del Puerto de Deltebre / Foto: Marc Ortín

En la operación bautizada como Maius, la Guardia Civil pudo intervenir cinco lanchas nuevas que la organización había vendido a bandas de narcotraficantes por valor de 900.000 euros y también se pudieron intervenir más de 2.275 kilos de hachís, valorados en más de cuatro millones y medio euros. Además de la casi veintena de detenidos, en el Ebro y en Algeciras, la Guardia Civil asegura que con este golpe se pudo desmontar la red que da apoyo, desde tierra, a las organizaciones criminales que querían instalarse en la zona sur de Catalunya, un hecho, sin embargo, que no permite bajar la guardia. Los investigadores de la Guardia Civil tienen claro que otros querrán ocupar este espacio, teniendo en cuenta lo lucrativo que es el negocio, y cómo el terreno lo permite.

Las cuatro patas de la guerra contra el narcotráfico

El objetivo de la guerra contra el narcotráfico que libra la Guardia Civil es, pues, ponérselo más difícil. Para atacarlo, el trabajo policial se basa en cuatro patas. La inteligencia e información policial es la que estira y valida a la policía judicial, que investigan los hechos, por propia observación o por el análisis de información recogida u obtenida por terceros. Tres identificaciones de una persona con antecedentes policiales por la zona del puerto de Deltebre, de manera paralela con una identificación policial del mismo sujeto en la zona de Andalucía, pueden ser un buen inicio de una investigación. Muchas veces, sin embargo, la información llega también de informadores que confían sus sospechas a la Guardia Civil.

El trabajo de los investigadores, con dos grupos antidroga muy potentes en la zona del Campo de Tarragona y de las Terres de l'Ebre —bajo la dirección de la comandancia de Tarragona—, es confirmar y conseguir tener bastantes indicios para hacer que los jueces autoricen escuchas telefónicas y, en la fase final, también entradas y registros en casas. Las investigaciones son claves para poner nombres, caras y roles a los integrantes de estas bandas, que muchas veces, cuesta pillarlos con las manos en la masa.

Para hacerlo, en el marco de investigaciones en marcha o para abrir nuevas, la Guardia Civil tiene desplegadas varias unidades sobre el terreno, digitalmente, por tierra y por mar. Desde la comandancia de Tarragona, desde la sala de mando, agentes activados 24 horas al día, observan las cámaras de seguridad que dan imágenes de todo el litoral del Ebro y de Tarragona y permite detectar intromisiones en la costa. El servicio de cámaras, con la pericia de los agentes que las trabajan, permite detectar entradas en caliente y también el fondeo de embarcaciones sospechosas a distancia, esperando el momento idóneo para entrar. De una manera u otra, desde Tarragona se pueden activar en minutos patrullas de tierra para interceptar la lancha de los narcotraficantes o evitar que lleguen a tocar la playa.

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El sargento de la Patrulla de Fiscal y Fronteras, en el Ebro / Foto: Marc Ortín

Controles de carretera para pillar a las narcolanchas

Además de la investigación y de las cámaras, los controles de tierra también son claves para luchar contra el narcotráfico. Hay puntos muy calientes, como el Puerto de Deltebre. Queda escondido, tienes acceso directo al tramo final del río Ebro, tocando ya al mar, y no tiene vigilancia. Es el lugar ideal desde donde los narcotraficantes —y los que dan apoyo logístico— botan las lanchas, que cargadas de garrafas de gasóleo, sirven para recoger en alta mar cargamentos de droga. Por la capacidad de las embarcaciones detectadas, la Guardia Civil también tiene la certeza de que no solo, desde este punto del Ebro, se recoge la droga de otras embarcaciones mar adentro.

También se ha podido comprobar que las lanchas, de alta potencia, bajan hasta el sur, a la zona marroquí, y vuelven a subir cargadas. A cada avance que hacen los investigadores, los narcotraficantes, mucho más hábiles y con capacidad económica mucho más elevada, fruto de los ingresos que da este ilícito negocio, hacen dos.

También se nota en las narcolanchas. La Guardia Civil ha podido interceptar, durante la investigación del caso Maius, cinco embarcaciones listas para ser tiradas al agua. Son máquinas que valen miles de euros y de alta potencia. Dos de estas se interceptaron por azar, en esta zona, en el Puerto de Deltebre, en el Club Nàutic Riumar. Una fue detectada, en un trailer, en un control de carretera de una patrulla de Fiscal y Fronteras. Cuando inspeccionaron el cargamento del camión encontraron una lancha cargada con bidones de gasolina. En otra ocasión, el azar hizo que el conductor, que no sabía dónde iba, embarrancara el trailer. Cuando los agentes se acercaron para ayudarlo, confirmaron que la carga era una nueva narcolancha que el entramado de apoyo logístico estaba a punto de tirar al agua para empezar a trabajar.

Las vigilancias, parte clave de la guerra contra el narcotráfico, se tienen que hacer con mucho cuidado en esta zona del país. Es un terreno extremadamente plano. A kilómetros de distancia se ve una luz de color azul, un hecho que, a los malos, que tienen gente pendiente de todos los movimientos policiales, les facilita el "trabajo". La Guardia Civil conoce cuáles son los puntos calientes, e incluso los caminos por donde los narcotraficantes tiran las lanchas al agua, junto a la desembocadura del río Ebro.

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Imagen de la Río Francolí, en la costa del Delta del Ebro / Foto: Marc Ortín

Desde el mar

La cuarta pata de la guerra es el Servicio Marítimo. Activados las 24 horas, en diferentes turnos, y con dos embarcaciones para dar servicio al Camp de Tarragona y a las Terres de l'Ebro, esta unidad especializada de la Guardia Civil se encarga de la vigilancia en los puertos y en alta mar. Conscientes de que la potencia de las patrulleras Río Francoli y Río Martín poca cosa pueden hacer contra las potentes narcolanchas, la vigilancia se centra en la prevención y no en la reacción.

El Servicio Marítimo compagina sus competencias en la vigilancia del Medio Ambiente y el control pesquero, con la lucha contra el narcotráfico. Uno de los objetivos es la detección de embarcaciones que pueden ser el punto cero del inicio del desembarque de la droga en la costa. De manera coordinada con los investigadores, los agentes del Servicio Marítimo se activan según la localización, listos para reaccionar y dar apoyo a las patrullas de tierra desde el agua.

Evitar el descontrol del Campo de Gibraltar

Las investigaciones en marcha, las operaciones específicas para evitar entradas de droga y los patrullajes por la zona de las Terres de l'Ebre forman parte del objetivo de la Guardia Civil para evitar perder el control, como había pasado con el Campo de Gilbratar. La proximidad con la zona de Marruecos facilita el tráfico, pero la presión policial en el Estrecho, preocupa a la policía, que sabe que el narcotráfico no se acabará y, si tapan un agujero, buscarán otro.

Los especialistas en la lucha contra el tráfico de drogas incluso tienen nombre para este fenomeno: "el efecto cucaracha". Necesitan buscar otros espacios, otros escondites, para seguir con su rentable negocio. Los beneficios salen más a cuenta que los esfuerzos que tienen que hacer para adaptarse. De momento, parece que en el Ebro han encontrado un espacio, el trabajo de la Guardia Civil, que se dedica casi al 100%, y el trabajo de los Mossos d'Esquadra, en investigaciones también en marcha, sobre todo, de la estructura en tierra, y que tienen que combinar con todas las otras competencias que tienen, y la creciente y preocupante producción de marihuana, tiene que servir para evitar que las Terres de l'Ebro se acaben convirtiendo en el nuevo Campo de Gibraltar.

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Imagen de parte de la droga que dejaron los narcos en una cala del Ebro / Cedida

Fuentes de la lucha antidroga aceptan que las entradas de hachís por el sur de Catalunya han crecido, pero que todavía está lejos del tráfico del norte de África. Aquí en nuestra casa los desembarques se hacen de madrugada, con medidas de contravigilancia, y todavía no se han detectado entradas a plena luz del día, en playas de gente con toallas, como en Andalucía, ni tampoco la narcoestructura que impera en aquella zona, con mucha más violencia contra la policía y con muchos de los mecanismos de control, corrompidos por el dinero de la droga. Sabiendo que acabar con la droga es imposible, ahora el objetivo es evitar perder el control.