El cohete Starship, proyecto estrella de la empresa SpaceX propiedad de Elon Musk, ha protagonizado su segundo vuelo de prueba con un despegue exitoso desde la base espacial de la compañía en Boca Chica, en el sur de Texas, Estados Unidos. En la compañía había un especial estado de nervios, especialmente después del intento fallido de despegar la aeronave el pasado 20 de abril, que acabó con una explosión del cohete justo al tomar el vuelo y que llevó a SpaceX a realizar significativas reformas tanto en la plataforma de lanzamiento como en el mismo cohete. La nave Starship es la más grande que se ha creado nunca, si se cuenta también la altura del propulsor, y está destinada a dominar el sector espacial en un futuro cada vez más próximo. A modo de comparación, la Torre Glòries de Barcelona mide 142 metros de altura, y el cohete de Elon Musk 121 metros.

En este nuevo intento, SpaceX ha conseguido tres hitos sin precedentes hasta la fecha. En primer lugar, los 33 motores que propulsan la gigantesca nave han funcionado correctamente durante el despegue, marcando un hito significativo para el proyecto. Además, la plataforma de lanzamiento ha resistido sin sufrir los considerables daños que se registraron en el primer intento. Finalmente, la separación exitosa de los dos módulos que conforman el cohete se ha desarrollado correctamente, se trata del propulsor Booster 9 y la nave en sí, la Ship 25. A pesar de estos éxitos iniciales, el entusiasmo en el centro de control se ha visto empañado cuando, aproximadamente ocho minutos después del despegue, se ha perdido la señal de la nave, que estaba previsto que realizara casi una vuelta completa a la Tierra, pero según ha confirmado SpaceX se ha autodestruido justo antes de conseguir la altitud máxima prevista de 250 kilómetros sobre la superficie terrestre. Además, poco después de la separación, el propulsor también ha explotado.

SpaceX ha confirmado la autodestrucción de la nave y la explosión del propulsor, que ha rebajado los ánimos después de un despegue exitoso. Sin embargo, desde la empresa aeroespacial han valorado muy positivamente la prueba de este sábado, ya que aseguran que las modificaciones que se han llevado a cabo en la nave Starship desde el despegue fallido de abril han funcionado en gran manera. Sin embargo, ahora la empresa propiedad de Musk tendrá que seguir buscando nuevas soluciones a los problemas que este sábado se han hecho evidentes. El equipo de SpaceX ahora se sumergirá en un análisis exhaustivo de los datos recopilados durante el vuelo para identificar las causas exactas de la explosión. Este proceso es fundamental para perfeccionar la tecnología y garantizar que futuros intentos estén mejor preparados para superar los desafíos que la exploración espacial presenta.

La NASA confía en SpaceX para llegar, de nuevo, a la Luna

Las naves Starship son muy especiales, porque son reutilizables gracias a un innovador y revolucionario sistema que permite que tanto el módulo de propulsión como la misma nave puedan aterrizar de nuevo en la Tierra. El plan de vuelo para esta prueba se preveía que, mientras que el propulsor ya habría caído al mar, la nave Starship tenía que seguir volando durante aproximadamente una hora y diez minutos más, hasta empezar su maniobra de reentrada a la atmósfera y acabar cayendo sobre el océano Pacífico. La gran ventaja de Starship respecto a los cohetes que ha utilizado siempre la NASA para ir a la luna, que son de un solo uso, es que estos pueden usarse en repetidas ocasiones minimizando los costes.

Con su proyecto de cohetes reutilizables Starship, Musk pretende aumentar exponencialmente la capacidad humana de subir toneladas de carga a la órbita terrestre, y eso es un paso imprescindible para poder establecer bases en la Luna y también para viajar a Marte en un futuro. Pero mucho antes, las naves Starship ya están llamadas a tener un importante papel en el retorno a la Luna. La NASA utilizará como módulo de aterrizaje en la Luna, para que la primera mujer pise la superficie lunar, una versión modificada del módulo superior del Starship. Esta misión está prevista para finales de 2025 y, cuando faltan dos años, la gigantesca lanzadora espacial de Musk todavía no ha conseguido completar un vuelo, aunque ya se haya elevado con éxito.