El asentamiento de barracas de Glòries, uno del mes grandes de Barcelona, se ha desalojado esta mañana después de que un juez lo autorizara. Esta mañana, un dispositivo formado por agentes de la Guàrdia Urbana, equipos de limpieza y servicios sociales ha empezado a desmantelar el campamento situado entre las calles de Bolívia, Àlaba, Tànger y Pamplona.

El espacio está ocupado desde marzo del 2016 y cuenta con una parte privada, que ya fue desalojada en mayo, y una parte pública, que el Ayuntamiento intenta recuperar desde el 2017 para evitar problemas de seguridad e "insalubridad" y para disponer de suelos públicos.

En el asentamiento vivían de manera fija una sesentena de personas a quienes se les ha ofrecido un alternativa, ya sea en un centro de primera acogida o en pensiones. Existe también un número fluctuante de personas que guardan material o pasan el día allí, que han rechazado la intervención de los servicios sociales. En el momento del desalojo había 46 personas, el resto ya hace días que habían abandonado el solar. Según la concejala de Drets Socials del Ayuntamiento de Barcelona, Laia Ortiz todas las personas "llevan semanas avisadas".

La mayoría de los sintecho que viven en este asentamiento son hombres adultos. También hay tres familias con un menor cada una. Dos de ellas han aceptado alojamiento municipal; en cuanto a la otra, se está "trabajando" para darle alguna solución.

Según datos del Ayuntamiento al finalizar la actuación, una quincena de personas han aceptado alguno de los recursos de alojamiento ofrecidos por los Servicios Sociales. Las familias con menores han aceptado estar en una pensión y se ha habilitado un servicio de guardamuebles por sus pertenencias. Dos hombres con perfil vulnerable también estarán en una pensión y cuatro hombres han sido derivados a un centro de primera acogida. En el asiento había también dos menores no acompañados que se les ha trasladado a Fiscalía.

Aumenta la llegada de rumanos

Desde el Ayuntamiento se ha confirmado que en los últimos meses se ha producido un incremento en la llegada de familias que se instalan en campamentos, muchas de ellas expulsadas de países como Francia e Italia, pero también de Rumania, donde la etnia rom sufre unas condiciones muy duras; "hay una exclusión muy dura", ha destacado Ortiz.

Según datos del primer trimestre del 2018, en Barcelona viven 536 personas en 77 asentamientos diferentes, cuando en el 2012 —año en que se creó la Oficin del Pla d'Assentaments Irregulars (Opai)— eran 735 en 62 solares.

El mínimo se registró en 2015, con 412 personas durmiendo en 50 asentamientos, y hasta el 2017 la cifra se ha mantenido estable, aunque durante los últimos meses se ha incrementado, especialmente después de la llegada de familias de etnia gitana procedentes de países de Europa del Este.