La progresiva despoblación del entorno rural ha tenido como consecuencia el abandono de muchas tierras de cultivo y la transformación de la superficie forestal de España, que se ha duplicado en los últimos 30 años. El aprovechamiento de esta masa boscosa y sus residuos, en forma de biomasa, será una clave para el desarrollo de las energías del futuro, y puede ser un revulsivo para la economía rural y la generación de empleo en zonas amenazadas por la despoblación. De igual manera, convertir ese exceso de energía renovable permitiría prevenir fuegos, reducir emisiones de CO₂ y reforzar la autonomía energética del estado.

Con 28,4 millones de hectáreas, España es el segundo país de la Unión Europa con mayor superficie forestal, solo superado por Suecia. Según el Inventario Forestal Nacional, los bosques no solo ocupan el 56% del territorio, sino que en ellos se está multiplicando la presencia de biomasa debido al abandono de las zonas rurales, lo que deja enormes superficies de terreno sin gestionar.

Desde los años noventa, la biomasa acumulada en los bosques españoles se ha duplicado, con un crecimiento anual de 47 millones de m3, de los que solo se aprovecha una media del 40%. El resultado es que cada año se acumulan 25 millones de toneladas de troncos, ramas y maleza en los bosques que, lejos de ser un recurso, acaban convertidos en combustible para los incendios forestales que cada verano asolan el país.

Gestionar la biomasa para generar energía renovable

Gestionar esta biomasa y darle un uso energético puede ayudar a la economía española a generar empleo rural, disminuir las emisiones de CO₂ y reforzar su autonomía energética. El motivo es que la tecnología ya permite transformar estos residuos forestales, pero también otros provenientes de la agricultura, la ganadería y la industria agroalimentaria en electricidad, calor, biometano y combustibles líquidos renovables.

"A pesar de que la energía solar y la eólica son más conocidas cuando hablamos de renovables, la realidad es que la biomasa es la gran protagonista en la generación térmica y supone del 70 al 80% en calefacción y calor industrial renovable", explica Javier Díaz, presidente de la Asociación Española de la Biomasa (Avebiom). "Además, frente a la tendencia actual de electrificar la generación de calor, la biomasa ofrece una solución rápida y renovable, que permite desacoplar a industrias y hogares del precio de la electricidad y evita la sobrecarga o saturación de la red eléctrica".

Oportunidades laborales para frenar la despoblación 

En Socuéllamos (Ciudad Real), la empresa de Agustín Nieto es un claro ejemplo de esta alternativa. Grúas Nilo trabaja para convertir la biomasa en fuente de energía renovable. Esta empresa castellanomanchega no se dedica únicamente al transporte por carretera, sino que también se encarga de recoger cepas y sarmientos de los viñedos de la provincia para trasladarlos a una planta en Puertollano donde generan electricidad a partir de biomasa. En total, su empresa da empleo a una quincena de personas en temporada alta, demostrando cómo la biomasa puede revitalizar territorios castigados por la despoblación.

Restos de poda / Foto: unsplash
Restos de poda / Foto: unsplash

Pero el caso de Grúas Nilo es tan solo un ejemplo de cómo la construcción de plantas de recogida y tratamiento de biomasa agroforestal cerca de las explotaciones genera empleo en la España rural. Según Avebiom, el sector generó en 2022 una facturación de 4.500 millones de euros y dio empleo a 50.000 personas directas e indirectas, alcanzando un 0,3% del PIB.

Impulsar combustibles renovables

A futuro, se espera que la biomasa agroforestal sea una de las principales materias primas utilizadas en la producción de biometano (que ya se está inyectando en la red actual como sustituto del gas natural) y de combustibles líquidos renovables, que van a desempeñar un papel clave en la reducción de emisiones de CO₂ del transporte, en especial de aquellos que, como el sector aéreo y el marítimo, son difíciles de electrificar.

Mar de olivares / Foto: Jorge Fernandez Salas/unsplash
Mar de olivares / Foto: Jorge Fernandez Salas/unsplash

"Obtenerlos a partir de la abundante biomasa que genera el campo español es el futuro de los combustibles renovables", suscribe Pedro Segovia, gerente de Desarrollo de Negocio de Biomasa en Repsol. La compañía ha construido en Cartagena la primera planta de la península ibérica dedicada a producir a escala industrial combustibles 100% renovables para el transporte. Actualmente, esta planta utiliza aceite de cocina usado y grasas residuales, materias primas con las que "técnicamente es más sencillo producir combustibles renovables, pero es un tipo de residuo más escaso. Cuando las tecnologías estén maduras —y en algunas ya se está cerca—, la biomasa será determinante para producirlos, ya que España dispone de enormes recursos".

Además de sus amplias extensiones de bosque, España es uno de los países de la Unión Europea con mayor superficie agrícola, así que posee un gran potencial para convertir la biomasa agroforestal en una alternativa energética real. De hecho, el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) prevé que la biomasa agroforestal alcance en 2030 una potencia de 1.409 MW en plantas de cogeneración, más del doble de lo que se generaba hace una década. Una parte de este incremento procederá de la valorización de restos agrícolas —como el olivar o el viñedo— y de la biomasa forestal obtenida en labores de prevención de incendios.

La biomasa orgánica que generan nuestros bosques, nuestras explotaciones agrícolas y ganaderas y nuestra industria agroalimentaria puede convertirse en una valiosa oportunidad para reducir las emisiones de CO₂. En lugar de verlo como un residuo, la biomasa representa una fuente de energía alternativa y una herramienta eficaz de gestión forestal. El reto ahora es pasar de la teoría a la práctica: aumentar los aprovechamientos de los residuos forestales y multiplicar las plantas de recogida y tratamiento.