Los actos vandálicos en el metro de Barcelona son cada vez más habituales y más agresivos. Ya no son grafiteros que hacen pintadas reivindicativas en el metro, sino que se trata de vándalos ferroviarios que van armados con piedras, que se encaran a los trabajadores y que para acceder a los convoyes rompen cerraduras, sierran rejas y hacen agujeros en las paredes. Cuanto más peligro, más emoción.

Los trabajadores del metro viven atemorizados porque la presencia de estos individuos —que ya no actúan solo de noche, sino también de día—, ponen en peligro su integridad y la del pasaje. El presidente del comité de empresa de TMB, Aitor García, asegura que la tensión "es constante" y que el personal, tanto conductores como mecánicos, van a trabajar con miedo: "Vas al trabajo pendiente de muchas cosas, que no me agredan y que no chafe a nadie". Una de las agresiones más graves la vivieron el mes de mayo cuando 20 encapuchados apedrearon un convoy de la L3 en la plaza de Catalunya.

Para García, el problema se agravó hace dos años cuando en la cochera de Santa Eulàlia unos grafiteros "retuvieron y encerraron" a unos trabajadores para poder hacer su pintada. Según García, que pertenece al sindicato mayoritario del metro, la CGT, "aquello no se castigó" ni desde un punto de vista penal ni tampoco económico. "Eso ha hecho que la escalada de violencia vaya en aumento. Son capaces de llegar donde haga falta". El objetivo de estos grafiteros es hacer la foto de su pintada y colgarla en las redes. "Es su trofeo", afirma García.

La semana pasada se produjeron dos ataques importantes y peligrosos. El lunes por la mañana, en la parada de Can Boixeres de la línea 5 del metro se tuvo que interrumpir el servicio porque un grupo de grafiteros huyó por las vías. Al día siguiente, en la estación de Badal, un grafitero encapuchado vació un extintor para escapar de los agentes de seguridad. El andén se llenó de polvo y desató el pánico entre los usuarios del metro. El resultado, tres mujeres embarazadas que se cayeron al suelo.


TMB es muy consciente del problema. "No es un fenómeno artístico, es vandálico", aseguran fuentes de la empresa. "En este acto no hay actitudes reivindicativas, no son grafitos con mensaje. Simplemente realizan firmas de grandes dimensiones, con su alias o el de su grupo, para reafirmar su personalidad".

Desde TMB tienen constatado que para los vándalos se trata de una especie de juego de rol: "Si la tensión está dada a 1.500 W, si se descuelgan de paredes, si hay trenes en circulación... les da excitación, buscan más emoción. Son actuaciones que requieren una planificación", dicen.

TMB asegura que está trabajando para encontrar una solución a un problema "complejo" que "sobrepasa" las responsabilidades y las competencias de la empresa. "Se está trabajando en el ámbito policial, judicial y administrativo", afirma. La empresa considera que es esencial un cambio legislativo porque con la última reforma del Código Penal del 2015, una pintada en el metro ha pasado a ser una infracción administrativa.

La seguridad privada en el subsuelo se ha incrementado pero para el Comité de Empresa, no es suficiente porque se trata "de una medida disuasiva" que les asusta pero que no lucha contra el problema.

Aitor García reclama una reunión con la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, y con la presidenta de TMB, Mercedes Vidal, que hasta ahora les ha comunicado que "no era su ámbito".

El problema del vandalismo en el metro afecta también a otros medios de transporte ferroviarios. El próximo jueves 28 de junio han convocado una manifestación de protesta en la plaza de Sant Jaume.

Un fenómeno presente en toda España

El Observatorio del Civismo en el transporte ferroviario destaca que en el último año los ataques aumentaron un 50% respecto al año anterior, detectándose hasta 27.000 agresiones documentadas. El organismo, que agrupa a los principales operadores ferroviarios del Estado, denuncia que estos actos los cometen grupos con un "alto grado de planificación" porque realizan acciones preparatorias previas como "robar planos, emisoras, uniformes o llaves". Destaca además, que los individuos que las cometen son violentos y van equipados con "capuchas, barras y esprays irritantes".