Centenares de heridos cuando la votación en Catalunya acaba con violencia, En Catalunya, uno caótico sí; Catalunya, el golpe de la fuerza. Son los titulares que llenaron las portada en papel de los diarios The Guardian, Washington Post i Libération del pasado 2 de octubre. Todos ellos acompañantes de imágenes de violencia policial contra votantes. No fueron los únicos. La represión de los cuerpos de seguridad españoles para detener el referéndum dieron la vuelta al mundo y llenaron las portadas de las principales cabeceras.

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Hace unos años nadie se hubiera podido imaginar que el caso catalán pudiera llegar a ser portada en la prensa internacional. Hubo un día, sin embargo, que lo cambió todo. Aquel 1 de octubre la cadena internacional de televisión CNN, así como gran parte de la opinión pública internacional, tuvo claro de qué lado posicionar. "La vergüenza de Europa" fue el titular escogido para abrir su página web.

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Un asunto europeo

Ya desde primera hora de la mañana de aquel 1 de octubre las imágenes de los golpes policiales empezaron a llenar las redes sociales. Acto seguido, los medios de comunicación, tanto de aquí como internacionales, empezaron a correr hacia los centros de votación donde había intervenciones policiales para poder captar sus propias imágenes. Poco después, las imágenes ya circulaban por todo el mundo, deteriorando a cada golpe de porra la imagen internacional del estado español y poniendo en una posición muy complicada la Unión Europea.

Las imágenes y vídeos de gente defendiendo colegios electorales con su propio cuerpo mientras agentes de la policía española les estiraba del pelo, les tiraba por las escaleras o les disparaba pelotas de goma (por cierto, prohibidas a Catalunya) corrían y hablaban por sí solas, por más que el gobierno español intentara esconderlo y lo tratara de fake newsnegando el millar de heridos de que dejó aquella actuación policial.

El hasta entonces "asunto interno" de España, aquella excusa que tantas veces habían utilizado la Comisión Europea y los principales actores internacionales para no posicionar, dejó de serlo. Todos se vieron obligados a mojarse.

Es cierto que el gran poder de España y las similitudes del caso catalán con otros conflictos independentistas europeos no hizo que los grandes poderes continentales posicionaran tan al lado de Catalunya como los independentistas hubieran deseado. Pero lo cierto es que todo el mundo tuvo que tomar partido y, aunque los principales estados europeos defendieron el Estado de Derecho y la Constitución, también rechazaron enérgicamente la violencia.

La UE, en contra la violencia

Antes del 1-O nadie se hubiera podido imaginar al presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, asegurando que había llamado al entonces presidente Mariano Rajoy y que le hubiera instado a "encontrar vías para evitar más tensiones y el uso de la fuerza". Tampoco que el portavoz de la Comisión Europea saliera al día siguiente a decir que "la violencia nunca puede ser un instrumento en política". Mucho menos que del Parlamento Europeo pudiera salir una declaración unánime contra la represión policial en Catalunya, incluso con el apoyo del PP Europeo.

También clamaron contra la violencia desde el el Partido Laborista británico, que pidió a la primera ministra ​Theresa May que intercediera para acabar la violencia, hasta el Consejo de Europa, hasta incluso intelectuales como la escritora J. K. Rowling. Además, aquesl dia trascendió que la canciller alemana Angela Merkel había llamado a Rajoy y le había dejado claro que Europa no puede aceptar la brutalidad policial. Así lo aseguró en aquel momento el diario Die Welt y lo reiteró meses después el Síndic de Greuges, Rafel Ribó, aunque nunca ha sido confirmado oficialmente.

Sea como sea, el 1 de octubre supuso un antes y un después por el proceso catalán en el ámbito internacional. Además, si el 1-O catapultó el proceso soberanista en las portadas de los diarios y se hizo un lugar en la opinión pública, los hechos posteriores, con presos políticos y exiliado, lo acabaron de afianzar. Alemania, Bélgica, el Reino Unido y Suiza han visto cómo el proceso catalán, ahora convertido en una cuestión de derechos humanos y democracia, impactaba dentro de sus países y sus jueces estaban obligados a tomar posiciones. De esta manera Catalunya ha dejado de ser uno "asunto interno", por más que España así lo quiera.