Se lo habían preparado a conciencia y algunos han afinado más que otros en un debate que se les ha acabado haciendo largo a la mayoría. Sólo dos de los seis cabezas de lista repetían, casualidad o no, son los dos con más opciones de ganar las elecciones generales del domingo en Catalunya, Gabriel Rufian (ERC) y Meritxell Batet (PSC). De hecho, conscientes de qué dicen las encuestas, una de las grandes batallas ha sido entre ambos. En cambio, JxCat y ERC han firmado un pacto de no agresión, igual que han hecho las candidatas de PP y Cs.
También ha sido el primer debate de la historia con más mujeres que hombres, cuatro candidatas por dos candidatos. Es sin duda la buena noticia, aunque por decirlo todo, durante las dos horas y media de debate no se ha hablado de feminismo. Y por encima de todo, un color dominante, el amarillo. El del vestido fetiche de Laura Borràs (JxCat), el trozo de plástico de un lazo que Inés Arrimadas ha arrancado antes de llegar a TV3 para exhibirlo durante el programa y también el del jersey de Cayetana Álvarez de Toledo, que indudablemente es quien con su actitud desafiante ha marcado el tono crispado durante buena parte del tiempo. Un clima que ha incomodado al representante de los comunes, Jaume Asens.
Cayetana, aznaritzada
Ha entrado en tromba. Cumple a la perfección el papel para el cual la escogió Pablo Casado. De la escuela Aznar, tenía clara la misión: fuego a discreción. Tan pronto como ha abierto la boca ha cargado con contundencia contra el moderador, el director de TV3 Vicent Sanchis. Venía con el repertorio habitual de sus mítines: adoctrinamiento en las aulas, golpe de estado, supremacismo independentista, Torra xenófobo. Con su tono provocador ha irritado a todos sus rivales sin excepción. Especialmente contundente con Rufian, Borràs y Batet. A Arrimadas y a Asens prácticamente les ha ignorado. Ha tendido la mano a un pacto con Cs.
Arrimadas, pasada de vueltas
Fuera de juego con la presencia de Cayetana Álvarez de Toledo. Acostumbrada a tener campo para correr y jugar prácticamente en solitario, la líder de Ciutadans ha perdido la exclusiva de la lucha contra el independentismo. Y hoy ha ido a rueda de la candidata del PP. Como le ha pasado a Rivera en los dos debates a cuatro con Pedro Sánchez, Pablo Casado y Pablo Iglesias, ha pecado de histrionismo. Y como él, venía con atrezzo. Un trozo de lazo amarillo arrancado de un parque infantil y una propuesta de carta de dimisión para el director de TV3. A lo largo de las más de dos horas y media de debate se ha dedicado a interrumpir en varias ocasiones las conversaciones del resto, apuntando comentarios a pie de página. l mensaje que ha dejado más claro es que de ningún modo Cs hará presidente a Pedro Sánchez.
Rufián, con el freno de mano
Con la marcha de Joan Tardà, Gabriel Rufián ha asumido que tiene que adoptar una actitud distinta, más moderada, que tiene que dejar de ser el punki, tal como él mismo verbaliza en círculos más íntimos. Durante el debate de hoy se ha detenido para coger aire en más de una ocasión para no no pasarse de frenada y proyectar así una imagen serena y de confianza al electorado. El jefe de filas de ERC ha tratado de pescar voto a comunes y al PSC y por eso ha focalizado el intercambio de reproches con Asens y, sobre todo, con Batet. Rufián ha dirigido varias preguntas a la candidata socialista que han quedado sin respuesta.
Batet, amarrategui
La ministra de Pedro Sánchez ha hecho de Pedro Sánchez. Aguantar la posisció, fortalecer la línea de defensa y desviar los atacss. La candidata del PSC ha evitado responder claramente las preguntas directas que le han formulado sus rivales. ¿"Indultará a los presos golpistas"?, le ha pedido a Cayetana. Respuesta de manual, de manual de resistencia de Sánchez. "Tenemos que respetar la separación de poderes". ¿"Qué le parece el encarcelamiento de Jordi Cuixart"?, ha preguntado Rufián a Batet, y ella ha tocado el violín, igual que ante la eterna pregunta sin respuesta de esta campaña electoral: ¿"Pactará el PSOE con Cs"?. Arrimadas se ha encargado de responder por ella.
Borràs, prudente
Debutaba en un debate electoral de esta trascendencia y ha preferido no hacer experimentos. La exconsellera de Cultura ha tratado de ser didáctica y no alejarse del guion de las consignas de campaña. La frase que mejor lo sintentitza es la que pide prestada a menudo de Muriel Casals, "para tener un estado del bienestar primero tenemos que tener un estado" ha sido el denominador común en todas sus intervenciones. Conciliadora, ha evitado el cuerpo a cuerpo con ERC y ha dirigido las críticas al PSC, el PP y Cs para denunciar la represión contra el independentismo. No ha perdido la sonrisa en todo el rato y se la ha visto pasar frío.
Asens, desdibujado
De memoria. Incluso el moderador le ha agradecido pasadas dos horas del debate que "me haya recordado de que usted estaba". Por la tarde, el candidato de los comunes ha plantado a Pablo Iglesias, que hoy ha viajado hasta Barcelona para darle su apoyo en un míting. Se ha quedado estudiando para el debate y la tenía bien aprendida. Educado, esperaba más suavidad en las formas de sus contrincantes. Se le ha visto nervioso y, sobretodo, incómodo ante la agresividad de algunos de sus rivales.
