Las críticas de títere de Carles Puigdemont que ha recibido el president, Quim Torra, desde el mismo momento en que asumió la presidencia no parecen preocuparlo especialmente. Así lo aseguraba el jefe del ejecutivo catalán a El Nacional durante el recorrido por el Palau de la Generalitat para elaborar este reportaje.

"Me equivocaría mucho si no contrastara con Puigdemont todo lo que estamos haciendo. Trabajamos para que vuelva", explica, al tiempo que subraya el interés por "su consejo y sus directrices".

Es más, Torra confiesa que el retorno de Puigdemont se ha convertido en una imagen a la cual incluso ha dado forma: "Pienso siempre en una escena de Barcelona colapsada con un millón de personas y entrar en una plaça Sant Jaume llena hasta los topes el president Puigdemont y yo recibiéndolo en el Palau a Generalitat. Sueño con esta escena".

¿Y ve esa imagen posible? "Ganaremos, si no, no estaría aquí", asegura.

Torra argumenta que el discurso del Govern tiene que "virar hacia dar esperanza a la gente, de manera muy realista" pero también advierte que eso requiere "un enorme esfuerzo por parte de todos los catalanes y unos grandes sacrificios".

"La población tiene que tomar conciencia de lo que supondrá sacar adelante el proceso a la independencia, los esfuerzos y sacrificios. Pero al mismo tiempo estoy seguro de que si existe la determinación, nosotros seremos libres", sentencia.

El president, que ya explicó el martes en la entrevista con Mònica Terribas en Catalunya Ràdio que había confesado al presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, que no tiene nada que perder en su pulso político con el Estado, asegura que por la lucha por sus ideales seguirá "hasta donde haga falta" y que aceptó esta responsabilidad porque no podía rechazar la propuesta ante un momento tan extraordinario como el que vive Catalunya y con la existencia de presos políticos.

"Yo podría haber sido Jordi Cuixart, en la prisión", evoca, recordando que después de la muerte de Muriel Casals fue él quien asumió la presidencia de Òmnium hasta que Cuixart fue escogido presidente.

Dos meses después de entrar en el Palau de la Generalitat, Torra admite que asumir la presidencia de la Generalitat "impresiona mucho", que le ha sorprendido hasta qué punto esta condición en ningún momento le abandona, y que resulta complicado "asumir este rol tan expansivo" las 24 horas del día.

Compara la presidencia con vivir en el ojo del huracán, recuerda la dificultad de los primeros días, a raíz de los tuits y artículos que dieron pie a acusaciones de supremacista y racista, pero sostiene que ya ha ofrecido todas las explicaciones que tenía que dar y ahora ya replica a los insultos con querellas.

También valora positivamente la reunión con el presidente Sánchez, pero advierte que si bien esta vez difícilmente podía haber ningún resultado concreto de la cita, "en la siguiente reunión sí que se tendrá que ir más allá".