Los votos de cinco diputados de Cataluña Sí que es Pot (CSQP) a favor de la investidura de Carme Forcadell como nueva presidenta del Parlament, además de los de la mayoría independentista de Junts pel Sí (JxSí) y la CUP, han provocado una significativa vibración en el hemiciclo del parque de la Ciutadella.

La geometría de la Cámara es tan sensible que ha habido bastante con el movimiento de estos escaños para provocar un pequeño seísmo. Y el leve temblor incluso se ha sentido en Madrid, donde Pablo Iglesias, secretario general de Podemos, ha tenido que salir a garantizar que “nunca” darán apoyo a un gobierno donde se siente ni Artur Mas ni ningún conseller de CDC.

El apoyo a Carme Forcadell no es extrapolable a la investidura de Artur Mas. Y este mensaje lo ha repetido una vez y otra Lluís Rabell y los diputados de CSQP, así que ha acabado el pleno. No fuera que alguien cavilara más de la cuenta y diera alas a la idea que un diputado podemita podría abstenerse en la votación de investidura. Una abstención de los diputados de Rabell evitaría que ningún miembro de la CUP tuviera que votar a favor del presidente.

La investidura es el próximo capítulo de esta largo culebrón en el que se está convirtiendo el proceso. Pero hoy en el hemiciclo tocaba hablar de la constitución del pleno.

El derecho a decidir

De momento, los diputados de CSQP han demostrado con su movimiento lo que hace semanas que predican: nadie los puede alinear con ninguna de las mayorías salidas de las urnas el 27S. Entre el sí y el no todavía se mueve un espacio que sostiene la bandera del derecho a decidir.

No han sido los únicos que han tenido que buscar puntos de equilibrio. También Junts pel Sí, a través de Carme Forcadell, ha querido expresar la voluntad de hacer una presidencia para todos los catalanes “voten lo que voten” y ha abierto la puerta de la Mesa del Parlament –con voz pero sin voto– al grupo del PP y al de la CUP.

No obstante, la voluntad de buscar equilibrios de la nueva presidenta no han impedido el “Visca la República catalana!” con que ha acabado su parlamento. Eso después de dar por cerrada la etapa autonómica, explicar que el Parlament representa a “un pueblo libre” y anunciar que empieza a caminar para poner en marcha “el proceso constituyente”.

Rajoy convoca el 20D

Los gestos tienen también límites. El compromiso de Junts pel Sí para sacar adelante el proceso no tiene espacio para la duda.

Incluso un trámite rutinario como es el juramento del cargo de parlamentario ha tenido esta vez su historia. Los diputados de JxSí han tomado posesión del acta prometiendo respetar la Constitución por imperativo legal y poniéndose a disposición del presidente y el Parlament para “ejercer la autodeterminación de nuestro pueblo y proclamar el Estado catalán libre y soberano”.

También el PP ha marcado sus límites. Xavier Garcia Albiol ha jurado cumplir las obligaciones de diputado con lealtad al Rey y “defender la unidad de España y la unidad de los catalanes enfrente de los que quieren dividir a nuestra sociedad".

Mientras en la Ciutadella se escucha el pequeño seísmo, Mariano Rajoy firma en la Moncloa el decreto de convocatoria de las elecciones generales del 20D asegurando por enésima vez que nunca se ha negado a “dialogar, escuchar y negociar propuestas” con Artur Mas y que el desafío soberanista “no tiene más fundamento que la deslealtad”. También, que no piensa llevar al programa del PP una reforma de la Constitución porque no ve suficiente "consenso" para abordarla.

Ausencias significativas

La tensión ha hecho saltar incluso el protocolo. La delegada del gobierno español en Catalunya, María de los Llanos de Luna, no se ha presentado en la Cámara como en anteriores sesiones constitutivas. Tampoco el líder de Unió, Josep Antoni Duran y Lleida. Ni la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau. Ni los dirigentes de la patronal y el empresariado catalán, presentes en otras ocasiones. Este estreno de legislatura ha sido diferente también en eso.

El pequeño seísmo que se ha producido en el Parlament tiene unos efectos de momento limitados, pero recuerda que la nueva legislatura tiene todavía muchos flecos por resolver.

Entre las emociones de unos y la irritación de otros, quien se lo miraba más fríamente era Albert Rivera. Desde la primera fila de invitados, conversando con la exconsllera Marina Geli. Tranquilo y pensando ya en la campaña de las elecciones generales.

Cuando Forcadell intervino, Rivera ya no ocupaba el asiento que tiene reservado.