La diada de Sant Jordi de este año será desde un punto de vista político totalmente anómala, con el Govern intervenido por el 155. Será una jornada sin el president Carles Puigdemont, pendiente en Alemania de la decisión del Tribunal de Schleswig-Holstein, y con la anunciada presencia de la vicepresidenta española, Soraya Sáenz de Santamaría, la encargada de gobernar ahora la Generalitat a petición del presidente Mariano Rajoy. Una situación política que chirría, con un estruendo cada día mayor, y con un temor creciente del Estado, ya no disimulado.

Desde 1978, con Josep Tarradellas el president de la Generalitat siempre había presidido la celebración de la diada de Sant Jordi en el Palau de la Generalitat. Fue uno de los símbolos ciudadanos de la recuperación del autogobierno después de la dictadura, cuando se veia como un punto aparte histórico. Pero este hilo, y esta lectura, se ha interrumpido por la aplicación del 155. Y ello ha hecho que este año no se hayan organizado los actos institucionales habituales. Tampoco estará presente el president Puigdemont, obligado al exilio y ahora a quedarse en Alemania. La situación política es totalmente excepcional. El Palau de la Generalitat, sin embargo, estará abierto a la visita de ciudadanos, y algunos intelectuales, como Xavier Sala-i-Martín, han propuesto que se lleven rosas, en apoyo a la institución, a los presos y a los exiliados.

La visita de Soraya

La vicepresidenta española, Soraya Sáenz de Santamaría, sí que asistirá a la diada de Sant Jordi en Barcelona, pero lo hará para participar en un acto unionista militante. Tiene previsto acudir a un acto de Sociedad Civil Catalana (SCC) en la capital catalana, donde se premiará al presidente del Parlamento Europeo, Antonio Tajani, y al exprimer ministro francés y posible candidato a la alcaldía de Barcelona por Ciutadans, Manuel Valls. Cuándo se convocó el acto todavía se desconocía que Valls fuera un fichaje del presidente de Cs, Albert Rivera, pero quizás alguien ya lo conocía. En todo caso no era Santamaría.

Este será el segundo año consecutivo que la vicepresidenta española acude en la capital catalana por Sant Jordi, pero el año pasado lo hizo con un perfil más institucional, que ahora ya no se practica. Asistió a un encuentro de los libreros que reclamaban la declaración de Sant Jordi como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, y allí coincidió con el líder de ERC, Oriol Junqueras, actualmente encarcelado en Estremera.

Este Sant Jordi encontrará la resonancia de la prohibición del color amarillo en la final de la Copa del Rey, un hecho inédito en las democracias europeas, que ha sorprendido a numerosos medios extranjeros una vez más.