"El rodillo del Partido Popular" es como acostumbran a llamar algunas fuerzas parlamentarias a los cuatro últimos años de gobierno con mayoría absoluta del PP. De los 183 escaños de la anterior legislatura, los populares se habían quedado con 123 hasta la disolución de las Cortes este martes. Por ello, ya preparan una campaña de máximos, donde los esfuerzos vayan dirigidos a minimizar la posibilidad de pactos postelectorales y a alcanzar una mayoría estable. Su líder, Mariano Rajoy, ha dado órdenes claras y ha emplazado al partido, durante la reunión del comité ejecutivo, a "no hacer amigos con otras fuerzas", sino a buscarlos "entre los electores". 

Génova se resiste al cambio político, fruto de la fragmentación del bipartidismo con los resultados del 20 de diciembre. Después de renunciar al encargo del rey Felipe VI, Rajoy insistió en que el ejecutivo tenía que estar presidido por él. No aceptó sentarse con el PSOE y Ciudadanos, ni lo permitió a sus equipos, a la hora de hablar sobre programas de gobierno, si no era bajo la idea de aceptar su figura como presidente. Desde Moncloa, el presidente español observó cómo el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, se dejaba todos sus esfuerzos intentando formar gobierno.

El objetivo de Génova es sacar ahora más diputados que ninguna otra formación política, y evitar que los electores piensen en clave de coalición. Rajoy se ha encomendado a una de sus manos derechas, Jorge Moragas, que es el jefe del gabinete de la Presidencia del Gobierno español, y repetirá como jefe de campaña para el 26-J. "Tenemos discurso de sobra, tenemos historia", ha dicho el líder de los populares. En este escenario, el PP apelará al voto útil y a la gobernabilidad, después de los fracasos en la formación de Gobierno por parte de las otras fuerzas, encabezadas por Sánchez.

Los populares repiten una y otra vez que su opción de una mayoría con una gran coalición con el PSOE, o en solitario, era la más "segura", "fiable", "tranquila" y más "coherente". En consecuencia, el PP no considera ciertas las críticas que le dirige su rival político de C's, Albert Rivera. El líder de la formación naranja hace días que tacha "de inmovilista" la actitud de los populares, a la vez que les reprocha, en forma de crítica velada, que "a partir de ahora será necesario el diálogo y los pactos para llevar a cabo cambios estables".

Las acusaciones de la formación naranja solían tener un precedente estadístico: Rivera se nutrió de voto joven del PP en un 70%, según indica el CIS. Ahora lo recibe también de las filas del PSOE, según sondeos recientes. Pero en Génova, conscientes de que hay una brecha generacional de jóvenes que seguramente no vuelvan a las filas de los populares, quieren reaccionar en contra. María Dolores de Cospedal ha afirmado que "son los presidentes los que generalmente tienen que gobernar". "Puede insistir en lo que quiera, pero el candidato del PP es Mariano Rajoy", ha contestado Cospedal, ante las críticas de Rivera.

Precisamente, el vicesecretario general de C's, José Manuel Villegas, llegó a cuestionar que pueda ser Rajoy la persona "más indicada" para llevar a cabo reformas, cuando estallaron los escándalos de corrupción. A estos efectos, Cospedal ha reprochado a los de Rivera, desde la sede del PP, que el único discurso que han usado en los últimos cuatro meses haya sido "el de echar a Rajoy, al PP y derogar sus políticas".

Saludo frustrado

El vicesecretario de comunicación del PP, Pablo Casado, ha explicado que "no sabe" porque no se han saludado Rajoy y Rivera en la fiesta de la Comunidad de Madrid, el 2 de mayo. Según su opinión, allí donde el PP gobierna con el apoyo de C's, los pactos de investidura estan funcionando con normalidad. Sin embargo, Casado ha querido dejar claro que "es absurdo poner vetos previos, cuando después hará falta sentarse a pactar", ha dicho, en alusión al cuestionamiento que la formación naranja hace de su líder.