Tres años después del discurso del rey, Felipe VI, en respuesta al referéndum del 1-O, el president Carles Puigdemont aborda en una entrevista en ElNacional.cat el efecto de aquella intervención pública. Lo hace por videoconferencia desde su despacho en el Parlamento Europeo, en Bruselas, en una pausa entre comisiones y reuniones. Puigdemont, que hace unas semanas ha publicado su segundo libro sobre el procés, La lluita a l'exili, analiza también el papel que ha asumido Felipe VI en la tensión entre el ejecutivo de Pedro Sánchez y el poder judicial. Por lo que respecta a las próximas elecciones al Parlament, subraya la necesidad de que la superación de la barrera del 50% del voto independentista tenga "consecuencias políticas" y apuesta por concretar en la próxima legislatura el reconocimiento internacional de la República de Catalunya. El líder de JxCat explica que podrá volver a Catalunya cuando la República sea reconocida y que la amnistía forma parte de una solución política que tiene que incluir el derecho a la autodeterminación.

El discurso del Rey el 3-O aparece en su primer libro, donde explica que no lo quería ni ver porque decía que lo afectaría demasiado y necesitaba tener la cabeza despejada. ¿Al final lo vio?
Lo leí. Vi fragmentos de su lenguaje no verbal. Estaba advertido, por la Casa Real, que el discurso no nos gustaría. Me preocupó mucho, no por lo que pudiera decir sobre nosotros sino porque rompía, había un elemento disruptivo en relación a lo que había sido hasta entonces el papel del jefe de Estado, un jefe de Estado neutral, que tendría que ser jefe de Estado de todo el mundo, y que tiene un papel reservado en la Constitución que aquel día decidió saltarse. No observarlo.

No pensaba que el Rey fuera tan poco inteligente. Era un paso de gigante hacia su abdicación

En este segundo volumen explica que confiaba en el Rey, que creía que cumpliría el papel de árbitro que le reserva la Constitución y que el 3-O Felipe VI optó por hacer política y "perdió Catalunya".
Yo no pensaba que el Rey pudiera ser tan poco inteligente, tan elemental, como para meterse a hacer política. Y, además, política de derecha y ultraderecha. Porque, si hacía eso, como efectivamente acabó haciendo, era evidente que era un paso de gigante hacia su abdicación y su destronamiento. Es evidente que perdió Catalunya aquella noche. Y lo decidió él. Desde entonces, Catalunya ya no tiene Rey. Aquel día decidió abdicar en directo. Y decirle a una gran parte de los catalanes que no quería ser su Rey. Es más, que iría a por ellos.

 

Desde entonces, las visitas del Rey a Catalunya han sido muy complicadas. De hecho, la semana pasada hubo una fuerte polémica por su ausencia en el acto de entrega de despachos a los nuevos jueces que se celebraba en Barcelona...
Es normal. Él decidió dejar de ser el jefe de estado de los catalanes. No sólo eso, insisto, autorizó el a por ellos contra una parte de la sociedad catalana que quería votar. Incluida aquella parte que quería votar no. El Rey se puso a la cabeza de un golpe de estado perpetrado sobre todo por jueces en que ha participado también la policía de una forma partidista y contraria a lo que es la Constitución. Por lo tanto, ¿qué espera? Sólo hay que mirar las encuestas que se han publicado —las del CEO porque el CIS no se atreve a preguntar por el Rey—. Desde entonces la puntuación de la monarquía es bajísima.

El Rey decidió salir del armario como una persona de partido, de ideología de derecha y ultraderecha, nostálgica en gran parte del anterior régimen

Cuando ve, tres años después de aquel 3 de octubre, que hay situaciones de tensión entre poderes del Estado, como la que se produjo la semana pasada entre el poder judicial y el Gobierno porque el Rey no asistió al acto judicial en Barcelona, ¿qué piensa? 
Que se confirma nuestra teoría. Aquí hay un golpe de estado en marcha hace mucho tiempo en que el Rey decidió ponerse al frente; un golpe de estado que en lugar de tener, como históricamente era, la Acorzada Brunete y rumor de sables, en este caso movilizan la Brigada Aranzadi y el rumor de sables lo substituyen por rumor de togas. Pero el Rey es uno de ellos. Y decidió salir del armario, en este sentido, como una persona de partido, de ideología de derecha y ultraderecha, nostálgica en gran parte del anterior régimen. Y si tiene en frente un gobierno que circunstancialmente está participado por un grupo de izquierdas como es Podemos y eso irrita especialmente el ala más dura de la judicatura, es normal que quiera seguir haciendo política. Se siente de alguna forma avalado por instancias judiciales que se hacen portavoces de la Casa Real, del malestar que tienen porque hay un gobierno que no les acaba de gustar. Esto invalida al jefe de estado e invalida al poder judicial como parte de la solución, porque es parte clara del problema.

 

La respuesta que tuvo en Catalunya y situaciones como esta tensión con el gobierno que describe, ¿ha afectado a la imagen de Felipe VI en el exterior?
Por supuesto. Fue un gravísimo error. No lo ha entendido nadie. No lo compra nadie. Consideran que la monarquía española se equivocó. Si además añadimos los errores que ha ido cometiendo la monarquía, los miembros de la Casa Real, todo el escándalo del rey Juan Carlos, que también involucra a Felipe VI, hace que haya una actitud un poco prudente en relación al Rey de España. Este es un problema que han provocado ellos solitos. Hoy día no es, evidentemente, una Casa Real modélica de las monarquías parlamentarias de Europa.

En el libro recuerda que uno de los problemas para su restitución después de las elecciones del 21-D era que el Rey no estaba dispuesto a firmar su nombramiento si lo votaba el Parlament. El hecho de que Felipe VI no haya firmado el cese de Quim Torra, hace que eso cambie. ¿Podría haber un nombramiento aunque el Rey no lo quisiera firmar?
No. No nos hagamos ilusiones, abandonemos toda esperanza, el estado español retorcerá su propia ley con el objetivo de impedir cualquier oxígeno o legitimación del independentismo democrático catalán. A mí me han aplicado como candidato a las elecciones europeas unos criterios que no han aplicado a otros. Por lo tanto, cuando convenga el Rey firmará, cuando convenga el Rey no firmará. Es su particular cruzada, su obsesión. Hacen y deshacen el derecho a conveniencia, lo cual es la señal de que no hay garantías jurídicas en el estado de derecho español.

El Gobierno de Sánchez no firmó el cese de Torra porque son conscientes de que su inhabilitación es bastante extravagante

En cualquier caso, el Gobierno español no ha querido firmar el cese de Torra. ¿A qué lo atribuye?
Creo que todos son conscientes, o una parte del gobierno lo son, que todo es bastante extravagante. Primero inhabilitar al president de la Generalitat, representante ordinario del Estado en Catalunya, por ejercer la libertad de expresión. Segunda, esta prisa por ejecutar la sentencia, también haciendo a medida el procedimiento. Y tercera, el hecho de que hay una ventana —que en España no pasará pero técnicamente existe— donde existe la possibilidad de que el TC aceptara las medidas cautelares que restituyan al president Torra en su sitio. En esta eventualidad me imagino cuál habría sido el papel del Estado si hubiera publicado el decreto en el BOE.

Por lo tanto, el hecho de que el Gobierno no quisiera firmar este decreto de cese también hace evidente una grieta entre dos poderes del Estado...
Estamos observando que últimamente hay algunas discrepancias. El Gobierno parece que se da cuenta de que hay un problema muy serio en la democracia española, que se llama poder judicial, y que eso está carcomiendo el estado de derecho. Que esto no es sólo cambiar un nombre de un juez por otro, es un problema estructural, de cómo funcionan las relaciones de poder y los equilibrios de poder. Esta es una batalla que también nos afecta a nosotros, es un obstáculo serio para cualquier solución política. Tienen el poder si quieren cambiarlo. Pueden movilizar a una mayoría parlamentaria si quieren hacer cambios profundos en una de las estructuras más carcomidas y que menos ha evolucionado desde la muerte de Franco, que es el poder judicial.

Sánchez, si quiere, puede hacer cambios profundos en una de las estructuras más carcomidas y que menos ha evolucionado desde la muerte de Franco, que es el poder judicial

¿Ve disposición a hacerlo?
La experiencia dice que son muy frustrantes las expectativas que se pueden tener con el Gobierno sobre cambios realmente profundos. Porque al final, cuando están al fin de la calle, siempre acaba saliendo la sacrosanta unidad de la patria, los más republicanos loan al Rey y la Constitución queda intocable. Cuando llegan aquí, siempre hacen marcha atrás. Pero objetivamente, los recursos están y movilizarlos solo es cuestión de voluntad política. Si quieren, mañana mismo tendrían la mayoría para el cambio radical en uno de los grandes problemas que tiene la democracia española, que es el poder judicial.

¿Qué le pareció que el gobierno catalán sí firmara el decreto de sustitución de las funciones del president?
Son cosas diferentes, el gobierno catalán no ha publicado la destitución del president Torra. Ha hecho lo que era un acto debido. Tengo entendido que dentro del propio gobierno ha habido un amplio consenso, del mismo president Quim Torra y los consellers, que al margen de lo que es la defensa de los derechos de las instituciones y del president, que continúa intacto, lo que hacía falta era que el gobierno no tuviera una parálisis provocada por esta intervención torpe de la justicia sobre nuestras vidas.

Pero se ha criticado la decisión. ¿El Govern podía haber esperado hasta conocer, por ejemplo, la decisión del TC?
El decreto tiene una cláusula de reversibilidad. Es una muestra de responsabilidad.

 

Ayer en la declaración que hizo con motivo de la conmemoración del 1-O dijo que ha llegado el momento de ir "más allá" y completar la ruta marcada por el referéndum, en lugar de limitarse a guardar la posición que marcó aquella votación. ¿Qué quiere decir esto?
Completar la ruta quiere decir que Catalunya tiene que ser reconocida república a nivel internacional. Este es el objetivo de un proceso de independencia, el final del camino. Hoy tenemos mucho más claro cómo se tiene que pavimentar este trayecto. Es un trayecto cargado de incertidumbres, riesgos, amenazas. Pero es el único camino. Todos nos tenemos que vincular en la resolución definitiva de este camino, y tenemos que utilizar todos los medios democráticos que tenemos al alcance para conseguirlo.

Ahora toca concretar en una legislatura los pasos para el reconocimiento internacional de la República

¿Como se tendría que concretar? Plantean estas elecciones como plebiscitarias, ¿qué proponen hacer? ¿Una nueva hoja de ruta?
Tenemos que hablar más de ratificación de un resultado y ha de tener consecuencias políticas. Tenemos que establecer cómo continuamos el proceso que iniciamos, que es un proceso que no se ha detenido. A veces quizás conservando la posición es suficiente para mantenerlo. Pero ahora toca que sea activo, propositivo y que concrete en una legislatura toda una serie de pasos que planteen el reconocimiento internacional de la República catalana. Creo que tenemos tiempo para hacerlo si hay la fuerza política suficiente.

A partir del 50% hay consecuencias políticas, si no no sé por qué discutimos de la necesidad de superarlo

¿Esto quiere decir que en las próximas elecciones JxCat planteará este recorrido para que tenga consecuencias políticas?
JxCat hará el programa que tenga que hacer y propondrá lo que tenga que proponer. Lo que digo es un mensaje dirigido al conjunto del independentismo. Si nosotros estamos diciendo desde hace muchos años que tenemos que superar el umbral del 50%, eso es porque le dan un valor político, porque decimos que no es lo mismo tener el 47,5 que tener el 50,1 o el 51%. Si no es lo mismo, es porque a partir del 50 se hace política diferente y hay unas consecuencias políticas. No le diremos a la gente que ahora haremos lo mismo que cuando teníamos el 47,5%. Lo que planteo al conjunto del independentismo, institucional, político y social es que nos pongamos de acuerdo en esta estrategia de tratarnos como aliados, qué valor político y qué consecuencias políticas le damos al hecho de ser más del 50%. No me vale decir que haremos lo mismo que cuando somos el 47,5, porque entonces no sé por qué estamos discutiendo de la necesidad de superar el 50%.

 

Ahora conocemos mejor nuestras fortalezas y debilidades, pero también las de los nuestro adversario, que hace tres años. Hemos de prepararnos mucho mejor

Estas consecuencias políticas tendrían que pasar, por ejemplo, por levantar la suspensión de la declaración de independencia. ¿Está pensando en una respuesta concreta?
Tenemos que huir de las concreciones y de los calendarios. Es más importante el objetivo, el marco y las vigas maestras, que si el día tal de aquí tres meses, o cuatro o dieciocho meses haremos exactamente un decreto que dirá aquello. Eso ya lo hará quien lo tenga que hacer. Pero antes, tenemos que identificar muy bien que compartimos el objetivo, una ruta para llegar y el inventario de acciones y trabajos a hacer y prepararnos para llegar. Para mí, es más importante eso. Tenemos un conocimiento de nosotros mismos, de nuestras fortalezas y debilidades, pero también de nuestro principal adversario que no teníamos hace tres años. Con esta información tenemos el deber de prepararnos mucho mejor.

Precisamente, en relación a los problemas internos entre las fuerzas independentistas, en el libro admite el impacto que han podido tener las revelaciones sobre las tensiones y conflictos con ERC. ¿Cómo ha afectado?
Ahora le estaba evocando la necesidad de un pacto y un acuerdo, porque lo creo posible y personalmente trabajo para ello. Y en cambio no hago una causa del hecho que durante tres años desde ciertos sectores del independentismo se haya ido cuestionando gravemente, a veces, el trabajo del exilio, o el mío en particular. No lo cuestiono. Porque creo que hay un objetivo más importante que nos supera como personas, o incluso como partidos políticos, que es la independencia de Catalunya. El 1-O lo hicimos aunque hubo muchas tensiones y si de nuevo hay un acuerdo será porque todos lo hemos buscado. Y evidentemente, por nosotros no quedará. Pase lo que pase, seguiré intentando restablecer la máxima unidad posible.

A partir del respeto por lo que somos y lo que representamos todo es posible, incluso una estrategia unitaria participando de candidaturas diferentes

Pero en este segundo libro tampoco esconde diferencias, por ejemplo, con el presidente del Parlament, Roger Torrent, que aplazó el debate en que lo tenían que investir, en una decisión que resquebraja las relaciones con ERC durante toda la legislatura. ¿Cómo se puede evitar que todo eso vuelva a pasar?
Primero explicando las cosas cómo han pasado y haciendo un esfuerzo por reconocer aciertos y errores. No intentar crear una cortina, una nube de tinta de calamar. De entrada se empieza así, que quiere decir tratarnos con respeto por lo que somos cada uno y lo que representamos de verdad y con reconocimiento de lo que somos y lo que hemos hecho y lo que podemos hacer. Se empieza por aquí y a partir de aquí todo es posible, incluso ir en una estrategia unitaria participando de candidaturas completamente diferentes que puedan ir competiendo en las urnas. Pero antes tenemos que restaurar sobre este principio, que las cosas se tienen que explicar. Por eso lo hago, porque aunque hay cosas que son desagradables, también para mí, a la gente, si le pedimos en un momento determinado que siga un acuerdo al que podamos llegar, le debemos explicaciones y un trato de sociedad madura, adulta, responsable, que puede discernir y llegar a sus propias conclusiones sin necesidad de grandes estrategias de narrativa comunicativa.

El hecho es que en el libro se explican situaciones duras, como el momento en que su esposa, Marcela Topor, no se le permitía desde la conselleria de Justícia entrar en una reunión prevista con los presos en Lledoners...
Creo que tengo el derecho a explicarme, aunque sea el último en hacerlo. Si se han explicado determinados episodios que me afectan directamente, que no corresponden con lo que vi y viví, creo que tengo el derecho a hacerlo. Y si me tenía que explicar, sólo lo podía hacer de esta manera. También hemos sido capaces de hacer grandes cosas y ganar muchas batallas. Sobre este camino que ya conocemos es donde podemos proyectar acuerdos y sobre todo victorias de futuro.

No habrá distanciamiento con Mas. Nos hemos respetado en momentos muy difíciles y, por encima de otros, he notado lealtad honesta y sincera

Otra figura que aparece repetidamente en su libro es el president Artur Mas. Explica el apoyo que le ha dado, que le ha hablado con sinceridad. ¿Cómo valora la intervención donde explicó que no se sumaría a JxCat?
Coherente con lo que él mismo me explicó unos días antes. No hay ninguna sorpresa ni esperaba nada diferente. Mas sabe que tiene, y yo lo respeto y lo defiendo, la libertad de explicarse también. Se ha ganado este derecho.

¿Cree que puede afectar la campaña electoral a las relaciones entre ustedes?
Mas dijo que claramente que no participaría en la campaña electoral. No afectará ni a la lealtad que nos tenemos mutualmente ni al respeto institucional ni al respeto personal. Nada de eso, que abandonen esperanzas los que piensen que aquí hay una fisura o que esto nos distanciará. Estamos donde estábamos, porque nos conocemos hace años. Porque nos hemos respetado en momentos muy difíciles, y porque sobre todo en el caso del president Mas por encima de otros, he notado una lealtad honesta, sincera y auténtica.

¿Candidato? No puedo hacer planes más allá de una semana. No sé qué pasará con mi suplicatorio

Al final del libro también reflexiona sobre la posibilidad de repetir como candidato. ¿Qué previsión tiene?
No están convocadas formalmente las elecciones, no hay un proceso electoral en marcha todavía. Como partido acabamos el congreso fundacional este fin de semana y después acordaremos todo lo que es el proceso electoral interno de JxCat. La decisión hoy no la puedo tomar. Yo no puedo hacer planes más allá de una semana. Yo no sé qué pasará con mi suplicatorio.

La diputada Laura Borràs se ha postulado ya como candidata...
JxCat si una característica tiene es que tiene un plantel de liderazgos, algunos que empiezan a ser evidentes y otros en potencia, y además con una feminización del liderazgo de la cual tenemos que hacer bandera. Tenemos que huir de la idea de que este es un proyecto estrictamente de una persona. Se han sumado muchas personas. Y eso fomenta lo que para mí es indispensable, una hornada de líderes de los cuales estamos muy orgullosos, locales, nacionales...

¿Borràs? Si no he hablado de mi, no hablaré tampoco de los otros

Y en concreto el paso adelante de Borràs como candidata, ¿qué le parece?
Si no he hablado de mí, no hablaré tampoco de los otros. En el momento en que se plantee un mecanismo de elaboración de listas, los militantes de JxCat tendrán oportunidad de decir qué piensan hacer. Pero eso no ha sido planteado hasta ahora.

 

Aunque usted ha defendido la unidad del independentismo, el espacio de JxCat ha ido sufriendo muchas rupturas. Primero con la dirección del PDeCAT que encabezaba Marta Pascal, que finalmente ha ido al PNC; después el distanciamiento con el PDeCAT de David Bonvehí y la polémica por la marca...
Las rupturas no se han producido en JxCat, se han producido fuera de JxCat. JxCat de hecho ha sido el resultado de la suma de mucha gente, gente del PDeCAT, de otros partidos políticos, gente que no militaba en ningún sitio... Para mí, esta es la identidad de JxCat. En este camino hay gente que libremente decide no apuntarse, de acuerdo con su decisión. Yo sólo puedo respetarlos. A mí me gustaría que hubiera una sola alternativa electoral, de lo que representa JxCat. Hemos ido en cinco elecciones con JxCat. Hemos ofertado listas y programas electorales que forman parte precisamente de esta visión muy transversal, plural y participada de la política. Pero si alguien considera que este no es su espacio tiene todo el derecho del mundo.

Me gustaría una sola alternativa electoral de lo que representa JxCat, pero si alguien considera que este no es su espacio tiene todo el derecho del mundo

¿Todavía ve posible el acuerdo con el PDeCAT para compartir listas en las elecciones?
Hemos dicho que tendríamos siempre las puertas abiertas de par en par con quien quiera compartir este proyecto. No exigiremos a nadie ni que se disuelva ni que abandone su militancia. Siempre tendremos las puertas abiertas. Lo hemos dicho siempre en privado y en público.

¿Y la vía que proponen para el acuerdo sería la incorporación de dirigentes del PDeCAT dentro de las listas de JxCat, si no hay una coalición?
Hay vías posibles. De hecho esto ya ha sido así en las anteriores elecciones, siempre ha habido gente independiente o militante del PDeCAT o de otros partidos políticos. No nos crea ningún rechazo que haya personas independientes que provienen de otros partidos políticos que puedan engrosar JxCat. No afecta sólo al PDeCAT, afecta a otros. Forma parte de la cultura nuestra, mantener listas lo más transversales posibles, dentro de este marco estratégico ideológico.

¿Está por lo tanto a favor del doble militancia?
Si no representa ningún tipo de competición electoral, es evidente que no tendría ningún problema. De hecho he estado manteniendo doble militancia un tiempo. Y he pedido al PDeCAT que pueda mantener la doble militancia la gente de JxCat, para evitar un proceso de sanción o expulsión. Soy partidario de acuerdos y de sumar. No me genera rechazo, pero la decisión la tomará el conjunto de la asamblea.

No es fácil ni probable que a corto o medio plazo pueda volver como un hombre libre a Catalunya, pero sí lo es a largo plazo

De cara a su futuro personal, parece que en el libro hay cierto pesimismo sobre el retorno a Catalunya.
Pero el pesimismo sobre mi situación personal no tiene nada que ver con el optimismo y esperanza que tengo para el país. Reconozco, aplicando un principio de realidad, que no es fácil ni probable que a corto o medio plazo pueda volver como un hombre libre a Catalunya. Pero sí lo es a largo plazo. En este proceso que describimos, sí. Yo puedo volver a Catalunya una vez la República catalana sea reconocida. Todos los que estamos en el exilio, en la prisión, o, evidentemente, si hay una amnistía que forma parte de una solución política en que como ingrediente imprescindible haya el reconocimiento al derecho a la autodeterminación de Catalunya. Siempre en el marco de una resolución política del conflicto. Por eso fui al exilio. Para buscar una resolución política, no penal, del conflicto.

El ministro de Justicia ha dicho que empiezan a tramitar las peticiones de indulto.
El gobierno tiene la obligación de tramitarlas. Que no lo vendan como una gracia y un favor y un cambio de estrategia. La segunda cuestión es que todos los que están en la prisión saben que tienen mi apoyo para la manera de encontrar la libertad y las condiciones mejores para ellos. Y todos han reclamado que la solución es la amnistía como parte de una solución política, en que tenemos que discutir sobre el derecho a la autodeterminación de los catalanes.

Cada día que estoy en el Parlamento Europeo es un día para recordar que hay un camino por el cual podemos doblegar a un Estado autoritario

Sus dos libros explican un recorrido vital con momentos muy duros, con situaciones como la muerte del padre. Pero una vez consigue entrar en el Parlamento Europeo, cambia la perspectiva...
Ir al Parlamento Europeo fue una victoria rotunda, que el estado español quería evitar de cualquier manera, legal e ilegal. Y fracasó como fracasó el 1-O. Cada día que estoy en el Parlamento Europeo es un día para recordar que hay un camino por el cual podemos doblegar a un Estado autoritario. Soy feliz pudiendo defender esto, e interviniendo en los plenos y las comisiones y, cuando ocurre, situando el conflicto de derechos fundamentales que hay entre España y Catalunya, denunciar la existencia de presos políticos. Es lo que queríamos, traer esta voz a Europa. Sé que a algunos les molesta mucho. Ganamos las elecciones. Que aprendan a respetar la democracia. Esto nos ayuda también a ampliar el conocimiento de lo que está pasando. Y a denunciar ante muchas personas el abuso que está cometiendo el estado español.