Antes de entrar en materia, haz una parada en las portadas de La VanguardiaAra, que cada Sant Jordi entran en competición —las hacemos entrar aquí, vamos— a ver cuál celebra la fiesta de forma más lucida. La Vanguardia suele encargar a Pedro Madueño una foto con los autores de moda y de siempre, escritores o no, reunidos en un particular vernissage. El diario exhibe potencia institucional, como Isabel II el Día del Estandarte cabalga por el Mall desde el palacio de Buckingham escoltada por la Household Cavalry. Ara, que juega el papel de diario insurgente dentro de un orden, como una princesa Margarita rodeada de artistas contestatarios en una fiesta en la isla de Moustique, vuelve a encargar un dibujo magnífico a Mari Fouz, su ilustradora de cabecera. Son dos, digamos, tradiciones de Sant Jordi sustanciadas en primera página. Es bonito.

El Punt Avui tiene una ocurrencia ingeniosa: encargar a "catorce escritores reconocidos" que acaben un cuento escrito por Najat El Hachmi. Hablan de escritores pero quizá deberían poner escritoras, pues son diez mujeres (once, con Najat) y cuatro hombres las encargadas de cerrar la narración. El Periódico, en cambio, parece un diario forastero, sin referencia alguna a la fiesta, salvo de un llamamiento mínimo minimísimo en el editorial y una rosa en el logotipo. Poca cosa. Es rarísimo que un diario catalán, hoy, no abra con Sant Jordi.

Valores de la monarquía

Ahora sí, vamos al lío con el tema del título, que es la portada de ABC. El economista Paul Samuelson, que en gloria esté, popularizó una dicotomía simple y eficaz que resume y simplifica las opciones del gasto público: Cañones o mantequilla. Gasto militar o bienes civiles. Cuanto más de uno menos de los otros y vice-versa. O se gasta en alimentos para tener buena salud, o en armas para defenderse. Ahora bien, sin salud no hay buenos soldados. Sin armas, sin embargo, tampoco. El Nobel de Economía de 1970 ilustraba así el coste de oportunidad implicado en la decisión de producir más cañones y, por lo tanto, reducir la producción de mantequilla —o viceversa. La portada de ABC de este jueves permitiría reformular el concepto de Samuelson: Submarinos o vacunas. Alemania habría escogido la mantequilla (las vacunas, aunque sean rusas) y España preferiría los cañones (el submarino S-81, ese que primero no flotaba, después tenía problemas de motorización, finalmente no cabía en los astilleros y ahora... que Dios los coja confesados).

La portada del tabloide monárquico tiene otras derivadas. Una chovinista es que entre miles de nombres posibles para el submarino han escogido uno muy discutido. Y dirán que no quieren pelea. Pobre Monturiol. Peor aun es presentar a la princesa Leonor, una chica de 15 años —una menor de edad—, rodeada de militares y festejando la puesta en servicio de un arma de destrucción masiva que ha costado mil millones (de momento). En horario infantil y día de escuela, además. Si la familia real quiere presentarse como referente de alguna cosa es discutible que este acto sea el más adecuado. ABC, sin embargo, pletórico y entusiasta, rebosante de fervor monárquico y castrense, habla del "bautizo militar de la Heredera", en mayúscula. Bautizo militar. Uf. El Mundo y La Razón son más discretos, especialmente el diario del Grupo Planeta, que lo lleva en portada pero sólo la puntita.

En cualquier caso, para estos diarios, ¿qué representa un acto de este tipo en pleno siglo XXI? ¿Qué valores promueve, qué tipo de institucionalidad describe, qué relación tiene con el momento que pasa el país? Deben considerarlo muy relevante por el espacio que le dedican y el tono celebratorio que usan. ¿Por qué creen que un acontecimiento así beneficia a la monarquía, a España, etcétera? ¿Por el mismo motivo que las corridas de toros son arte y cultura, por ejemplo?

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