Ara abre su portada este jueves con una primicia que levanta muchas dudas sobre la rectitud e imparcialidad del Tribunal de Cuentas en el informe sobre la acción exterior de la Generalitat de 2011 a 2017, por la que reclama 5,4 millones de euros en fianzas a 34 ex altos cargos del Govern. Dice el diario que el órgano fiscalizador, en un informe de 2016, no cuestionó la acción exterior catalana entre 2011 y 2014 ni tampoco vio malversación contable alguna. Es un simple hecho. Este hecho, sin embargo, corrobora el voto particular de una de las consejeras del organismo, que cuestiona las conclusiones del informe sobre (¿o contra?) la acción exterior de la Generalitat de 2011 a 2017, al afirmar que la Generalitat no excedió sus funciones y que el tribunal no hizo bien su trabajo. Cuanto más se conoce la actuación del Tribunal de Cuentas, más obvio es el carácter arbitrario, infundado y tendencioso del informe —que parece una fabricación más de la causa general contra el independentismo— y más se pone en solfa la misma existencia y actuación de ese ente, como ha razonado el Institut d'Estudis de l'Autogovern en un estudio reciente.

Fantasías sobre Puigdemont y Junqueras

La foto del reencuentro de Carles Puigdemont y Oriol Junqueras en la Casa de la República Catalana aparece en casi todos los diarios. La excepción es La Razón, que escoge una imagen de la recepción del Rey a Isabel Ayuso (¿o es al revés? Con este diario nunca se sabe). En fin. El abrazo de Waterloo —según Junqueras los abrazos fueron tres— parece que escuece mucho al Trío de la Bencina, que ha optado por dejarse ir con varias fantasías de lo que ha pasado en la casa. Fantasías porque la prensa sólo ha sido autorizada a hacer un "mudo" (una foto del momento sin que los protagonistas hablen) en las escaleras y no a estar dentro de la casa ni presente en la comida.

Todo el mundo sabe que las relaciones entre ambos políticos se acercan más a La Guerra de los Rose que a Love Story, pero deducir de ello lo que ha pasado en la Casa de la República... Quizás sea una costumbre tan arraigada cuando hablan de Catalunya que ya no pueden evitarlo. Según La Razón, el encuentro "evidencia la ruptura". Es un comportamiento político muy extraño ponerse en evidencia voluntariamente en una situación que te perjudica, pero eso no es obstáculo para La Razón, donde deben considerar que Puigdemont y Junqueras son cortos. El Mundo habla de "frío cara a cara" y presenta la foto como una cesión improvisada para que no se note la mala onda entre los dos. En realidad, el "cara a cara" fue una comida, los postres de la cual había preparado Puigdemont (a quién gusta bastante cocinar, no es ningún secreto), y la prensa estaba avisada desde el día anterior de que sólo podrían hacer un mudo. Para El Mundo debe ser demasiado presentar a Puigdemont y Junqueras como políticos normales y ordinarios, así que aprovecha para humillarlos: repite la mentira de que Puigdemont huyó en el maletero de un coche y trata a Junqueras de presidiario. En fin. ABC hace una cosa parecida y titula Tenso encuentro entre el preso y el fugado. Junqueras no es un preso (ha sido indultado) ni Puigdemont un fugado (sigue a disposición de la justicia) ni el diario sabe cómo fue el encuentro dentro de la casa, pero la realidad nunca es un obstáculo si lo que quieres es herir y denigrar.

El País describe el encuentro con distancia y estrictamente. No esconde la frialdad entre sus protagonistas ni la exagera ni la enjuicia ni deja ir indirectas (tipo el fugitivo o el huido, que también les gusta decirlo). Las portadas de los cuatro diarios de Barcelona, en cambio, pasan de puntillas sobre el ambiente de la reunión y se ahorran ir más allá del acta notarial: se han encontrado en tal sitio casi cuatro años después (después de qué?); estaban Fulanito, Menganito i Zutanita. Punto. Más que contención y prudencia, parece que no quieren sufrir un calambre. El Periódico aun quiere decirnos alguna cosa y apunta que Junqueras y Puigdemont evitaron "la política". Seguramente quieren decir que no tocaron ningún asunto conflictivo para no echar sal en la herida de 2017, pero que no hablaron de política... es difícil de creer.

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