España dejará de vender a los extranjeros la ciudadanía por 500.000 euros. Esta es la noticia que abre las portadas de El País y La Vanguardia aunque lo titulan con menos sal y pimienta. Ara y La Razón también la publican, más pequeña y con la misma poca gracia. Técnicamente, el gobierno dejará de regalar permisos de residencia —llamados golden visas, visados de oro— a los millonarios extranjeros que gasten más de medio millón de euros en vivienda. Es una medida aprobada por el gobierno de Mariano Rajoy en 2013 con el pretexto de que era un incentivo para atraer inversiones y talento del exterior. Han beneficiado a unas 11.000 personas, el 35% de nacionalidad china y rusa. La nacionalidad del resto de galardonados está muy repartida, como la lotería.

El visado-obsequio, sin embargo, se mantendrá para los que gasten más de dos millones de euros en deuda pública española o un millón en acciones o participaciones de empresas españolas, en fondos de inversión o cuentas corrientes en bancos españoles. En el fondo, el gobierno español solo elimina el precio más barato de la ciudadanía. Ahora, ser residente permanente saldrá más caro. Se ha dicho con malignidad canalla que la derecha española, en general, tiene la patria donde tiene la cartera. Ahora resulta que es verdad. Y no solo la derecha. Al gobierno de Pedro Sánchez no le ha temblado la mano al restringir este canal de entrada de inversiones y de talento —cuando menos talento inmobiliario, del que España no carece— con la excusa que ayudará a abaratar el precio de la vivienda, visto que los inversores y gente de talento forasteros invertían en "zonas de precios tensionados", es decir, barrios caros o muy caros pero disimulando.

Los diarios de Madrid están poco o muy enfadados con el president Pere Aragonès, que ayer se batió con Isabel Díaz Ayuso, la presidenta de la Comunidad de Madrid, y otros cabecillas autonómicos del Partido Popular, en una comisión del Senado montada para reprobar la amnistía. Aragonès dijo que el referéndum llegará inevitablemente, igual que la amnistía, que saldrá adelante, aunque no gusta a la mayoría del Senado, que está controlado por el PP.

El País lo titula de manera agresiva y acusa al presidente de "hacer campaña y dar pie al PP a atacar la amnistía". Como si fuera culpa de Aragonès que la comisión hayan sido convocada en plena precampaña electoral o como si él tubvera manera de apaciguar el furor pepero contra la amnistía. Señores de El País, piden demasiado. Pobre president. ¿Encima que recibe, lo culpan de los palos? No hay derecho. La Razón dice que Aragonès "se envalentona ante Sánchez para desgastar a Illa", contorsión mental que, leída más de dos veces, provoca un esguince cerebral. El Mundo va por la misma línea, menos complicado y con una foto de Aragonès muy presidencial. El presidente tendría que estar contento porque todas las portadas de Madrid, salvo ABC, lo dan grande —y quizás no tan contento porque en las portadas de casa, donde él juega el partido, no ha tenido tanto impacto.

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