Este domingo vienen los diarios impresos que los comprarías casi todos porque todos tienen una o dos piezas en portada que pican el ojo, el corazón o el cerebro. El País quizás se lleva el récord de historias atractivas —todo es muy opinable, por supuesto. La más graciosa no es la principal, sino la columna de al lado, por el titular: "Nadie pregunta en Davos por Puigdemont y la amnistía". Después resulta que tampoco es eso, pero es fácil imaginar que el diario no lo hace tanto para hacer rabiar al españolismo de faria y carajillo —que también— como para menospreciar al president exiliado. La noticia principal es que los españoles están contentos, pero creen que están mal pagados. Dan ganas de leerlo solo para saber cómo combina una y otra cosa. Anuncia también dos entrevistas que no sabes por cuál empezar. Una a Timothy Snyder, quizás el principal experto occidental en Ucrania, que explica qué hacer para que Rusia no gane la guerra. Y otra a Naomi Klein, respetable intelectual y activista progre antiglobalista, que se juega la cancelación: "La pasión censora de la izquierda asfixia a muchos jóvenes".

La Vanguardia publica dos historias del mundo de las que no se habla mucho y nos afectan. Una es la crisis alimentaria derivada de la subida del precio del arroz, que encarece la dieta de la mitad de la población mundial. Las migraciones que tanto preocupan ahora tienen causas como esta. La otra historia es los miles y miles de alemanes de todo tipo que salen a la calle a protestar contra la ultraderecha de Alternativa por Alemania a raíz de un encuentro de este partido con grupos neonazis para promover la expulsión de los extranjeros. Quizás esta reacción se desborde más allá de Alemania. Ara abre con un asunto paralelo: los otros catalanes del siglo XXI, que no tienen la misma mirada sobre Catalunya que los del siglo XX. También publica una entrevista al economista Joan Mas Cantí, el fundador del Círculo de Economía. Se queja de que su mundo no tiene partido que lo represente. La entrevista hará mella, previsiblemente, en Junts. También en los partidos que piensan que han ocupado el espacio de que habla Mas Cantí y... parece que aún no. El Punt Avui anuncia un reportaje de cuatro páginas cuatro donde explica que las universidades privadas "ponen contra las cuerdas" a las públicas. Dicho así parece que no pueda ser y ese es precisamente el anzuelo del reportaje.

No todos los diarios de este domingo van tan bien servidos. La Razón abre con unas "encuestas de Moncloa" que otorgan la mayoría absoluta al PP en las elecciones gallegas. En un concurso de portadas poco atractivas, esta ni calificaría para la final por aburrida —perdón por el tópico. El resto de asuntos de la portada son chatarra aun peor. El Mundo va con otra entrevista a Isabel a Díaz Ayuso, que habla de la Fórmula 1 en Madrid y repite que la capital española celebrará un gran premio, etcétera. Las alternativas a este título son —un suponer— los tres subtítulos, en los que la presidenta regional dice Pedro Sánchez caca, los indepes caca y soy muy amiga de Feijóo... pero diferente. Caray. Ayuso nunca había dicho nada parecido en los últimos tres años. También sale un torero que se declara pansexual, la enésima historia donde fuentes anónimas y secretas del PSOE dicen que el PSOE lo hace muy mal, y propaganda de Ouigo, una operadora de alta velocidad ferroviaria francesa que parece partidaria de volver a poner peajes. El Periódico abre con las cifras de la delincuencia en Barcelona —muy interesante— y titula que cuantos más delitos se cometen, más sensación de inseguridad tienen los barceloneses. ¡No puede ser! Qué extraños son estos barceloneses ¿verdad?

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