Tres diarios no llevan nada en portada sobre el 1 de Octubre. ABC dedica el póster de primera a una exclusiva sobre el terrible accidente del AVE en Angrois de julio de 2013, que va a juicio este miércoles. Nadie esperaba del tabloide monárquico que hiciera el esfuerzo, aunque dicen alguna cosita del tema en la segunda portada de página 2. El País tampoco da espacio en portada al 1-O. Se hace extraño en el diario que más veces ha dicho en sus editoriales que el 1-O es el momento culminante de "la peor crisis constitucional" de la España contemporánea. Tiene gracia que le dediquen una columna a la entrevista al presidente del Chile, Gabriel Boric, que titulan con una frase que también serviría para la Catalunya actual: "Los motivos del malestar chileno todavía están presentes". Los motivos del malestar catalán también. Que el diario español de referencia ignore el quinto aniversario del 1-O es una decisión meditada, no casual ni un despiste. Después de tantas referencias en muchas portadas en la "fractura", la "división" y "desunión" del independentismo, aun es más extraño que no digan palabra del día que ha iluminado como nunca la división y el cabreo en el seno del movimiento independentista, desde las diversas entidades y partidos y hasta el Gobierno —a la crisis de la coalición sí aluden. Con qué afán se ha decidido ignorar el 1-O en portada es difícil de saber y fácil de imaginar. Para empezar, a nadie le gustan las derrotas.

El silencio que resulta más difícil de entender es el de El Periódico, que hoy más que nunca no parece un diario de Barcelona. No es la primera vezque pasa pero, este domingo, no decir nada en portada del estropicio del independentismo es como ignorar que hay un elefante en tu sala de estar. Aunque sea por la peste que hace. Hablan y hablarán, claro, pero la exclusión de cualquier referencia en primera página del acto de ayer en el Arc de Triomf de Barcelona cuesta de entender. Quizás reclama una inteligencia sublime que, desgraciadamente, no está disponible en este Quioscos & Pantallas. Si incluso El Mundo y La Razón lo llevan, y grande, en primera página, ni que sea para vender un, digamos reportaje, tan cipotudo, indocumentado y amateur como el del tabloide ultra. Como siempre, vamos a morir a la misma playa: cada diario es amo de su portada y hace con ella lo que quiere, claro que sí, en el bien entendido que el ejercicio de esa libertad también retrata sus aficiones y manías —sobre las que se escriben piezas como esta.

La Razón pone el dedo en la llaga, aunque lo haga con una encuesta que, como otras del mismo diario, no valen ni el papel en que se imprimen, pero le sirven como andamiaje de lo que de cualquier manera habría dicho: la irritación de la plebe independentista no es pequeña por lo que consideran "un engaño" de los partidos políticos, que "prometieron la ruptura y no lo cumplieron". No hacía falta ninguna encuesta para explicarlo. Pero las cifras dan credibilidad al título.

El Punt Avui es el diario a quien se ve sufrir más. Le sabe tan mal que no se atreve a titular con el resultado de la suma de conceptos que aparecen en los subtítulos de su portada. "Un 1-O crítico", como reza el título principal, sirve para decir cualquier cosa que el lector quiera imaginar en su cabeza, como las letras de Rosalía. Ara da la misma impresión, pero lo resuelve con mucho estilo, abriendo con la crisis de Gobierno. La Vanguardia pasa un poco de puntillas, pues ya había hecho el trabajo el sábado con la entrevista al presidente Pere Aragonès, y hoy lo rematan al interpretar que el presidente exiliado, Carles Puigdemont, "enfría la posibilidad de un acuerdo" entre ERC y Junts para el Govern. El diario de la Diagonal ha explicado el momento con mucha picardía, al presentar a Junts —y ahora a Puigdemont, su asno de los golpes favorito— como los culpables al 100% de la crisis. Estos días se ha puesto el ejemplo del matrimonio que se deshace, etcétera —una comparación tópica y perezosa— y La Vanguardia fabrica la narrativa de que es culpa sólo de uno de los cónyuges. Eso no ocurre casi nunca pero… leña al mono, que es de goma.

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