Cuando al inicio de esta legislatura la Mesa del Parlament quedó configurada por seis hombres y una sola mujer -la republicana Alba Vergès-, los diputados se sonrojaron casi tanto como las alfombras del edificio. Aquello encendió las luces de alarma. Fue el detonante para el inicio de los trabajos del Plan de Igualdad que finalmente hoy ha presentado el presidente Roger Torrent, tras un año de elaboración. El objetivo es que la igualdad deje de estar a expensas, exclusivamente, de la voluntad de los parlamentarios. El presidente de la cámara ha destacado que hay que erradicar el patriarcado de la sociedad catalana.

La iniciativa tiene, ya de salida, un mérito. Y es que se ha aprobado por unanimidad de todos los grupos parlamentarios, un reto que parece imposible en los tiempos que corren. Se prevén 84 acciones encaminadas a alcanzar la igualdad efectiva entre hombres y mujeres, con medidas como la garantía de paridad en los principales órganos del Parlament -la Mesa para empezar-, la obligatoriedad de que los diputados firmen un compromiso contra el acoso, la incorporación de la perspectiva de género en la elaboración de las leyes o la formación de políticos y trabajadores de la cámara en la prevención de la violencia machista y LTBIfòbia. Unos cursos que serán obligatorios.

Relacionado con este último punto, uno de los retos que se propone el plan de igualdad, y que de momento no queda resuelto, es el establecimiento de un protocolo de actuación para casos de violencia machista y acoso. También se propone trabajar para ampliar los supuestos según los cuales se podrá delegar el voto, ahora mismo muy limitados. La intención es incorporar, además de los casos de maternidad y paternidad, las situaciones que tengan que ver con la lactancia o el cuidado de familiares.

El plan, según palabras del presidente Roger Torrent "uno de los más completos y ambiciosos" de Europa, también se fija en el personal del Parlament. En este sentido constata que aunque la mayoría -un 57%- son mujeres, son los hombres quienes siguen ocupando la mayor parte de los altos cargos. Por lo tanto, la brecha salarial sigue siendo una realidad a pesar de las buenas intenciones. El hito pasa por un equilibrio de la plantilla en relación al reparto de cargos de responsabilidad.