La televisión France3 ha emitido en su desconexión en lengua catalana, un reportaje donde analiza por qué razón los mitos franceses no cuadran mucho con los norcatalanes, aunque forman parte del Estado francés.

En una nueva edición del programa Aquí sem, realizado con figuras recortadas de papel, se explica el caso del mito de los galos como antepasados de todos los franceses. "En la escuela francesa de los siglos XIX y XX, se aprendía que nuestros antepasados eran los galos. Tanto si vivíais en las colonias de Asia, o de África o en la Catalunya Nord, se nos repetía este mito nacional que, aunque fuera falso, queda presente en nuestro imaginario colectivo", señala.

El reportaje sigue señalando que los antepasados de los norcatalanes serían más bien otros, localizados más en el sur. "Si tenemos que encontrar a unos antepasados, más bien serían los iberos. Este conjunto de pueblos independientes con cultura muy avanzada y con una lengua todavía muy misteriosa. Pero sólo hay que observar este mapa para entender que estamos en una especie de autopista, un lugar ideal para todo tipo de intercambios, invasiones y colonizaciones. Griegos, romanos, visigodos, árabes y un grande etcétera hasta nuestros días. Todo tipo de pueblos y de personas muy diversas han pasado y repasado por aquí. Y se han instalado y mezclado hasta enriquecer nuestro ADN, muy impuro, de catalanes", señala con un tono inclusivo.

La voz en off es de la periodista Júlia Taurinyà, y permite escuchar el catalán con acento rosellonés.

La actual Catalunya Nord pasó a soberanía francesa a raíz del Tratado de los Pirineos, de 1659. Según el historiador Marc Pons, para entender el porqué del Tratado de los Pirineos sólo hay que observar la evolución hispánica y francesa durante la primera mitad de la centuria de 1600. El año 1656, el inicio de las conversaciones que conducirían al Tratado de los Pirineos, ya se había consumado el relevo. La Paz de Westfalia (1648) que ponía fin a la Guerra de los Treinta Años (1618-1648) —el primer gran conflicto mundial de la era moderna— dibujaba un nuevo escenario dominado por las potencias atlánticas: Francia, Países Bajos, Inglaterra y Suecia. El declive de la estrella hispánica se confirmaría con el resultado final del particular enfrentamiento entre Madrid y Paris (1635-1659), con la revolución catalana (1640-1652) como telón de fondo. El Tratado de los Pirineos era la derrota diplomática hispánica que seguía a la derrota militar de los Tercios en los campos de batalla.

Según Pons, eso último es muy importante, porque desenmascara el falso mito ampliamente difundido por cierta pseudo-historiografía española que afirma que la "pérdida" del Rosselló y la Cerdanya fue a causa de la "traición catalana". En este punto, queda manifiestamente patente que el president Pau Claris nunca comprometió los condados catalanes del norte a cambio de la ayuda militar francesa en la Revolución de los Segadors (1640). Luis XIII, proclamado conde de Barcelona por las instituciones del país (27/01/1641); y su heredero Luis XIV; actuaron como príncipes electos -totalmente al margen de su condición de reyes de França-; y eso significa que ni incorporaron Catalunya a Francia, ni enajenaron parte de su territorio en beneficio de la monarquía francesa. Entre 1640 y 1652, Catalunya fue un estado independiente que compartía la figura del monarca con Francia y con Navarra.