Uno lee el libro de Sergi Sol sobre la figura de Oriol Junqueras en el paisaje de los días épicos -y terribles- del otoño catalán del 2017, Oriol Junqueras. Fins que siguem lliures (Ara Llibres) y tiene la sensación que el título también podría haber sido: "Y Junqueras se fue a la prisión". Obviamente, no fue por voluntad propia. A Junqueras, como al resto de presos políticos catalanes, es el Estado español quien lo ha privado de libertad, convirtiéndolo en una especie de "cabeza de turco", en un "rehén". Pero el texto del estrecho colaborador y amigo del líder de ERC evidencia que la prisión no sólo no lo ha hundido sino que lo ha afianzado en sus convicciones y objetivos. Entre los cuales no es precisamente menor la voluntad de cerrar la herida abierta con Carles Puigdemont.

El libro de Sol, con prólogo del también encarcelado Raül Romeva y epílogo de Xavier Vendrell, no es un dietario de prisión de Junqueras por persona interpuesta -pero cercana, muy cercana-, sino un capítulo, aunque central, en una hoja de ruta que reclama nuevas estaciones para desplegarse. Junqueras tiene el proyecto que ha tenido siempre: conseguir la República de y para todo el mundo, que es algo más que lo de "ampliar la base". De aquí su obsesión política -y humana- por combatir lo que, a su parecer, puede empequeñecer el proyecto de republicanismo e independentismo inclusivo que defiende. Empezando por la falta de unidad dentro del independentismo, y más concretamente entre Esquerra y el espacio postconvergente, y, más todavía, entre él y Carles Puigdemont, el presidente en el exilio, las relaciones con el cual se abordan con tanta franqueza como voluntad de superar el "mucho daño" que, según el autor, se ha hecho.

Sol enfoca con una pregunta dura ¿"Exiliados contra presos"? el problema de la relación entre Junqueras i Puigdemont después de la proclamación fallida de la República el 27-O. El autor justifica las "estrategias divergentes" por el hecho de que el presidente optara por el exilio y que el vicepresidente lo descartara -asumiendo la prisión-. Discrepancia que, relata, derivó en una "pugna descarnada" entre ambos. Una lucha espoleada por la "verborrea de nacionalismo tabernario" que llegó a presentar a Junqueras como "poco más que un cobarde o un traidor". La consecuencia es que esta "campaña" contra Junqueras ha provocado una "brecha gigantesca" en las "complejas" y ahora "extremamente complicadas" relaciones entre los dos liderazgos a raíz de la distancia. Pero "contraponer presos y exiliados ha sido un ejercicio lamentable", sostiene.

"Es incuestionable que aquello que da sentido y fortaleza al exilio es justamente la prisión incondicional de Junqueras y el resto de cautivos, empezando por los Jordis" afirma Sol. Pero, al mismo tiempo, señala que "las dos estrategias han acabado siendo complementarias". Así, "El papel de los exiliados es básico hoy para denunciar la vulneración de los derechos fundamentales al Estado español y hacer proselitismo en la Unión Europea".

Sol también pone de manifiesto el valor de la unidad entre los dos líderes cuando afirma, tajantemente, que si el Govern no cedió ante la brutal presión del Estado e impulsó el referéndum del 1-O es porque "presidente y vicepresidente fueron juntos". "Puigdemont proponiendo el referéndum y Junqueras (con Romeva) asumiendo la principal responsabilidad (...)"

Si el Govern no cedió ante la presión del Estado e impulsó el referéndum del 1-O es porque "presidente y vicepresidente fueron juntos"

La disposición de cauterizar heridas es evidente también en el tratamiento de la figura de Jordi Sànchez, el expresidente de la ANC, una de las bestias negras de ERC en la etapa que desembocó en la candidatura de Junts pel Sí en el 2015, la forzada unidad electoral entre Oriol Junqueras y Artur Mas. Cuando el referéndum del 1-O iba contra las piedras la primavera del 2017 por las discrepancias internas en el gobierno Puigdemont-Junqueras, fue cuando Sànchez, explica Sol, "se arremangó y presionó como nadie para corregir la situación y convencer a un president Puigdemont que se resistía". "Jordi Sànchez tuvo en el momento de la verdad un papel capital" concluye.

El universo 'vicentí'

Junqueras es, por delante de todo, un vicentista. En Sant Vicenç dels Horts, en el Baix Llobregat, su pueblo, consiguió la alcaldía a base de romper muros con sectores de la población castellanohablante, mayoritaria. Es "el universo vicentí" del que se habla al libro: los Maxi y Lolo Calero, los Domingo Alfonso o los Manolo Ortega que tanto han impulsado el Free Junqueras como velan -literalmente- por la familia del líder de ERC, su esposa Neus y sus hijos Lluc y Joana. Y por descontado lo visitan -y lo hacen reír en la prisión. “Cada vez que vamos a la cárcel se parte de risa detrás del cristal. Una vez fuimos con mi hermano Lolo (él llevava su camiseta del Madrid), con Fran y con el Domingo. Y Oriol estuvo 40 minutos riendo sin parar. El Domingo le contaba chistes y el Papa [així l’anomenen afectuosament a Junqueras] venga a reírse. Luego salimos de la prisión y lloramos un montón. Son unos hijos de puta. Tieen a un hombre bueno en la cárcel porque saben que ese hombre bueno les puede cerrar su negocio de mentiras y opresión”, explica Maxi Calero.

Sol pone en valor que es gracias al salto de ERC en el área metropolitana que el bloque independentista gana las elecciones el 21-D, aunque el partido republicano sumó 12.000 votos menos que Junts per Catalunya, la candidatura de Puigdemont. En este punto, el mensaje de Junqueras a través de Sol salta con renovado vigor la pared de Lledoners -o d'Estremera- para alertar contra todas las estrategias que puedan llevar el independentismo a caer en la trampa de Ciudadanos, "la división del país en comunidades a base de explotar símbolos identitarios". "Somos un país de Rufianes y de Maragalls, este es el país real", recalca, en la mejor tradición inclusiva del "un sol poble".

Junqueras es presentado como un Sócrates que optó por quedarse y asumir el durísimo destino - "saben que la prisión puede ser larga, lo saben y lo asumen"- pero en realidad es un Hipócrates que quiere curar las heridas que aún sangran.